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Alekséi Navalni, castigado y "recastigado" por el régimen ruso

El opositor ruso Alexéi Navalni muere súbitamente en prisión

Alekséi Navalni.

Alekséi Navalni. / EFE

Lo último que se sabía del opositor ruso Alekséi Navalni en marzo de 2023 se remontaba a un mes antes, en febrero, cuando se dio a conocer que pasaría los próximos seis meses en una celda de aislamiento más dura aún. En ese lugar permanecería completamente solo durante este tiempo y tendría totalmente prohibido recibir ningún tipo de visitas. Y aunque la noticia más reciente relacionada con él fue el Oscar que recibió su documental.

Justo cuando, a comienzos de febrero del año pasado, se anunciaron las nuevas condiciones, a través de su cuenta de Twitter sus colaboradores expusieron esta dura realidad. "Allí no se permiten visitas. Esto significa más de un año sin visitas. Incluso los maníacos y asesinos en serie condenados a cadena perpetua tienen derecho a recibir una visita, pero yo no", rezaba el mensaje. Previamente, había criticado y condenado la guerra de Ucrania a través de sus colaboradores en redes sociales.

La última parte de su camino tortuoso empezó en 2020, cuando estuvo realizando diferentes actividades y reuniones para preparar algunas estrategias electorales destinadas a 'rascar' poder al partido del presidente ruso Vladímir Putin, Rusia Unida. Cuando regresaba a Moscú desde Siberia, donde se reunió con gente afín, fue envenenado con un agente nervioso que estuvo a punto de acabar con su vida. Según las investigaciones de su propio equipo, le habrían puesto el veneno en su ropa interior. Le hizo efecto en pleno vuelo y gracias a que el piloto realizó un aterrizaje de emergencia, pudo sobrevivir.

Recuperación y regreso a Rusia

Permaneció en coma durante varios días, hasta que el Gobierno ruso permitió que un avión medicalizado le trasladara a Berlín. Allí, los doctores apuntaron que la toxina utilizada contra él era Novichok, un potente veneno de elaboración soviética que delata una autoría rusa, algo que desde el poder se ha negado a pesar de las evidencias. Las mismas autoridades rusas han admitido haber seguido las actividades de Navalni de forma exhaustiva, debido a "sus intenciones de derrocar el Gobierno y sus conexiones con agencias extranjeras". Después de unas semanas de recuperación en Alemania, se le requirió regresar a Rusia para cumplir una condena un año y medio que tenía en suspensión por el caso Yves Rocher, en el que se la acusaba de fraude y blanqueo de capitales. El Tribunal Europeo de Derechos Humanos lo señaló como un juicio motivado políticamente.

Mientras aún se encontraba en prisión cumpliendo su primera pena, se le juzgó nuevamente en febrero de 2022 –antes del inicio de la ofensiva rusa en Ucrania– por estafa. Se le acusó de haberse quedado con donaciones para su Fundación Anti-Corrupción. La misma organización fue declarada ilegal por "extremismo" en 2021, quedando al mismo nivel que Estado Islámico o Al Qaeda. La acusación empezó hablando de 300.000 afectados aunque finalmente se quedaron en cuatro. En este nuevo juicio le condenaron a nueve años más de cárcel, algo criticado por oenegés como Amnistia Internacional, que tildó el juicio de "farsa".

Luchar contra Putin

Su cruzada personal contra la corrupción empezó en 2011. En ese año, fundó la Fundación Anti-Corrupción (FBK, por sus siglas en ruso), una oenegé que investigaba a diferentes niveles la corrupción dentro del país euroasiático. Sin embargo, la fama le llegó por ser una de las voces más activas durante las protestas de ese mismo año. Los rusos en ese momento se manifestaban contra la corrupción y contra el Gobierno. No se quedó ahí, quiso presentarse a las presidenciales para disputarle al mismo Putin su puesto de presidente de Rusia en 2018, algo que no pudo ni intentar siquiera al quedar inhabilitado por tener causas suspendidas por la justicia rusa.

En paralelo a las actividades meramente políticas como intentar disputarle escaños al oficialismo, el FBK ha investigado la corrupción de grandes nombres de la política rusa, algo que difundió en abierto por YouTube y otros canales. Entre los señalados, se encontraban el expresidente ruso Dmitri Medvedev o el alcalde de Moscú, Serguéi Sobianin. Sin embargo, la investigación de mayor calado fue la que denunció la existencia del denominado "palacio de Putin", que consiguió alcanzar la friolera de 126 millones de reproducciones, un número enorme teniendo en cuenta que en Rusia viven 146 millones de personas.

Navalni siempre fue alguien con pocos pelos en la lengua a la hora de hablar de política, incluso antes de ser conocido. A principios del milenio protagonizó algunos vídeos en los que criticaba a los inmigrantes de Asia Central y del Cáucaso, incluso llegando a usar palabras como "cucarachas". Aunque este tipo de mensajes los abandonó hace años, nunca pidió disculpas públicas por hacerlos, algo que le ha perseguido y que ha sido utilizado por sus críticos.