GUERRA EN UCRANIA

Ríos: armas silenciosas en Ucrania

Con muchos puentes bombardeados, los ríos ucranianos están teniendo gran importancia en el conflicto en curso en el país

Un soldado ucraniano supervisa un puente dañado sobre el río Donets, en la región de Járkov.

Un soldado ucraniano supervisa un puente dañado sobre el río Donets, en la región de Járkov. / EFE

Irene Savio

El aspecto de la represa del río Oskil impresiona. Una neblina gruesa entinta de gris un escenario que parece apocalíptico. El complejo hidroeléctrico ha sido reventado, está partido en dos, las esclusas han caído al agua y unas aguas nerviosas contornean abajo el gigantesco amasijo de hormigón y hierros retorcidos que solía unir las dos orillas. Por aquí, hasta el repliegue ruso de finales del verano pasado, se desarrollaron atroces enfrentamientos. Ahora en algunas zonas el punto de contacto con el río es menos cercana pero en otras el Oskil todavía hace de barrera natural entre las áreas bajo control ruso y donde están las tropas ucranianas, donde los combates siguen intensos.

Cruzar los ríos sigue siendo, según diversos expertos militares, un reto en las ofensivas y contraofensivas en Ucrania para rusos y ucranianos, ya que los canales fluviales pueden complicar el paso de mecanizados y acorazados cuando los puentes son destruidos y los caudales son abundantes. En el Oskil, la naturaleza herida es testigo de ello. La represa ha sido volada durante el repliegue ruso, los bosques cercanos están ennegrecidos por el fuego y las orillas están minadas. Un diminuto cartel rojo, con una calavera blanca, lo advierte. 

El pescador Oleg Borisovich se trepa entre los escombros, esquiva un cráter sin miedo a caer al agua, y sacude la cabeza desde uno de los puntos más altos de lo que queda de la represa. Cuando aún existía la Unión Soviética era geólogo y conoce cada rincón de estas aguas en las que viven lucios, carpas y besugos. “Antes de la guerra, pesqué aquí uno de 50 kilogramos”, dice con orgullo, al saludar a otro de los pescadores que, enfundado en un chubasquero amarillo, sigue acudiendo al lugar. Hoy, en verdad, la pesca tampoco ha ido mal.

Frenar a los rusos

Desde que la presa ya no funciona, el nivel del agua ha subido, hay peces donde no había y el botín no casi nunca decepciona a los que, en tiempos de estrecheces, prefieren vivir de lo que entrega el río que de enlatados. Pero a Borisovich esto también le preocupa. “He visto estos ríos desde pequeño; es triste ver cómo los hombres les hemos hecho cortes de manga. Primero la crisis climática y ahora esta guerra lo están perturbando todo”, se lamenta. “Esta represa fue construida porque el río Oskil, que nace en Rusia, forma parte de un sistema que, junto con el Donets, se usaba para abastecer a algunas ciudades y empresas de Donetsk”, explica. “Pero en términos militares, este río ha sido, y es, una barrera para ambos bandos”, razona.

A unos 15 kilómetros de distancia, Maksim Strelmilov, oficial de la administración regional de la cercana Izium, retomada por Ucrania en las mismas semanas, también explica cómo el río que atraviesa la ciudad, el Donets, frenó el avance de las tropas rusas en los primeros meses de la invasión. “No pudieron atravesarlo rápidamente y así asediar a los batallones ucranianos en el Donbás”, asegura este funcionario, de pie delante de un puente de pontones colocado por Ucrania durante su contraofensiva y ahora abandonado y hundido en las gélidas y heladas aguas del río. 

“El Donets divide el norte y sur de la ciudad de Izium. Los rusos lograron capturar la parte norte el 7 de marzo, pero tardaron más de un mes en atravesar el Donets. La naturaleza nos ayudó”, continúa Strelmilov. “Este es uno de los ríos más grandes de Ucrania. Tiene un canal muy ancho, en algunos lugares la profundidad llega hasta los 5 metros. El lugar donde ahora estamos solía ser una playa de la ciudad, donde descansaban niños, turistas y lugareños. En este lugar la profundidad es de 1,5 metros”, explica.

El Bug Meridional y el Dniéper

Según Strelmilov, las tropas rusas pudieron finalmente tomar toda la ciudad solo después de que algunos colaboradores (ciudadanos ucranianos que ayudan a las fuerzas rusas) le mostraran “otro punto” por el que cruzar. “De esta manera, el 1 de abril pudieron ocupar la ciudad”, dice. Aún así, el tiempo perdido "impidió el cerco de los soldados que estaban en las regiones de Donetsk y Lugansk, que eran las unidades más preparadas en ese momento. Y cuando tomaron Izium el ejército ucraniano ya había construido una línea de defensa en dirección de Sloviansk”, añade. 

El Donets y el Oskil no son los únicos ríos considerados estratégicos en la guerra de Ucrania, por la dificultad que existe en atravesarlos en seguridad, es decir, sin que el enemigo se entere. Otro ejemplo es el de Bug Meridional, que se temió que las tropas rusas vadearan para tomar Odesa. Pero un caso aún más famoso es el de río Dniéper, que ahora hace de frontera por unos 300 kilómetros entre rusos y ucranianos en los alrededores de Jersón, también ciudad retomada en los últimos meses. 

Allí, según un informe público de febrero del ministerio de Defensa de Reino Unido, han continuado las escaramuzas y también las incursiones en la extendida red de islas y vías fluviales del delta del Dniéper, desde que Rusia se retiró de la orilla occidental de este río en noviembre de 2022. En concreto, “las fuerzas rusas han casi seguramente usado pequeños botes para tratar de mantener su presencia en las islas clave; Ucrania ha desplegado varias veces con éxito artillería de largo alcance para neutralizar la actividad de los puestos rusos”. Actividades que, como la de los rusos, se cree que se mantendrán para “controlar el acceso a este río de importancia estratégica" y para desalentar intentos de nuevas incursiones por parte de los enemigos.