Crisis económica

Éxodo infinito del Líbano

El número de migrantes que abandonan un Líbano en debacle económica se ha multiplicado por 4,5, con 80.000 personas yéndose en 2021 | "Quedarme era una pérdida de tiempo, así que decidí irme al extranjero para seguir formándome y construir mi carrera", cuenta una joven cirujana

La cirujana libanesa Murielle el Feghaly operando durante su residencia en un hospital de Beirut.

La cirujana libanesa Murielle el Feghaly operando durante su residencia en un hospital de Beirut.

Murielle el Feghaly sabía que su vida no sería fácil cuando eligió su profesión. Como cirujana, "un oficio que no suele ser para chicas", esta joven libanesa de 29 años ha tenido que superar todo un abanico de obstáculos. Ahora, desde Francia, siente cómo sus dos pasiones colisionan. "Líbano siempre será mi hogar", reconoce. Pero, cuando piensa en volver, su trabajo va por delante. "Primero me gustaría construir mi carrera y reputación fuera del Líbano, aprender al máximo y tal vez algún día volver y demostrarle a mi gente que puedo ser mejor cirujana que los cirujanos", apunta en una contradicción vital que atormenta a la juventud libanesa. Murielle protagoniza otra historia entre miles en un Líbano que se desangra ante el éxodo masivo de sus gentes.

Frente a la imposibilidad de usar su bisturí con dignidad en su propio país, esta joven cristiana se unió a los más de 200.000 libaneses que han abandonado el Líbano en los últimos cinco años. "Seguíamos viviendo pero la vida no era la misma y la alegría y la felicidad que teníamos antes de la crisis desaparecía lentamente, siendo reemplazada por la desesperación y la pérdida de la esperanza en nuestro país y en nosotros mismos", rememora El Feghaly, que dejó su hogar hace unos meses. El país mediterráneo sufre una de las peores crisis a nivel mundial desde el siglo XIX, según el Banco Mundial. La debacle económica ha forzado a muchos a emigrar.

Vida que no es vida

"La vida se convirtió en un intento constante de mantenerse al día con el aumento de los precios y los tipos de cambio", explica Aly Hammoud. No había futuro porque el presente les ahoga. Este libanés chií dejó su país natal hace más de un año y se mudó a Qatar, donde trabaja en las finanzas de un hotel ubicado a un par de horas de Doha. Compagina su profesión con sesiones de modelaje. "Mientras estaba en el Líbano no podía pensar en el futuro, solo estaba preocupado por mi situación actual y la de mi familia", recuerda el joven de 28 años. La decisión de marcharse no fue fácil. "Nosotros no decidimos vivir fuera ni dejar a nuestros padres, tuvimos que hacerlo para sobrevivir y proporcionar una vida digna para mí y para los míos", añade Hammoud. 

Pero no están solos. Cada pocos días, el aeropuerto de Beirut es escenario de despedidas donde se rompen los corazones. Son vuelos sin billetes de vuelta. Y es que el número de emigrantes en el Líbano se multiplicó por 4,5 entre 2020 y 2021, con 17.721 partidas y 79.134 respectivamente, según Information International. Entre 2017 y 2021, unos 215.653 libaneses han dejado su país. "Dado que la situación afectaba a mi vida personal y profesional, decidí que quedarme era una pérdida de tiempo y opté por buscar la forma de mudarme al extranjero para seguir formándome, vivir mejor y empezar a construir mi carrera", dice El Feghaly. En septiembre de 2021, los datos indicaban que más del 40% de los médicos libaneses ya habían abandonado el país.

Aly Hammoud, en uno de los partidos de la Copa del Mundo de Qatar, donde vivé desde hace más de un año.

Aly Hammoud, en uno de los partidos de la Copa del Mundo de Qatar, donde vivé desde hace más de un año.

Huir por mar o aire

Quiénes no tienen más remedio que quedarse sufren jornadas sin electricidad ni agua pública, castigados por una libra libanesa que ha perdido el 95% de su valor, y una de las mayores inflaciones del mundo. Quienes siguen en Líbano tal vez lo hacen porque sus ahorros están bloqueados en el banco o porque no tienen dinero, ya que forman parte de esas tres cuartas partes de la población que malvive bajo el umbral de la pobreza. Por eso, casi todos los libaneses quieren irse. Una encuesta de Gallup muestra que el 60% de los habitantes desea emigrar. Los que no pueden marcharse por aire, lo intentan por mar, corriendo el riesgo de perecer en el intento. No importa la religión ni la edad ni la profesión, todos coinciden: la buena vida está fuera del Líbano.

Por eso, los expertos ya hablan de una tercera ola de migración en el país mediterráneo. La primera fue a principios del siglo pasado cuando la hambruna y la Primera Guerra Mundial forzaron a 300.000 libaneses a emigrar. Durante la guerra civil (1975-1990), fueron unos 900.000. Ahora, los hijos de aquellos que decidieron resistir bajo las bombas son quienes embarcan los aviones alentados por sus padres. Más allá de los típicos destinos en Europa, Estados Unidos, Australia o el Golfo, muchos libaneses encuentran una nueva vida en Turquía, Armenia, Georgia o Serbia. Muchos países occidentales han recapacitado y han dejado de ofrecer facilidades para la obtención de los visados a los libaneses. 

Sin visado, no hay futuro

Ziad Al Zayyat ha sufrido el rechazo en su propia piel. Lleva unos 14 meses sin trabajar, en los que ha tenido hasta 28 entrevistas. "A la mayoría he dicho que no porque intentan abusar de nosotros con muy bajos salarios", explica este cineasta y productor libanés. "Como no podía encontrar una oportunidad en el Líbano, decidí ir a Francia para estudiar un máster y conseguir trabajo", cuenta este libanés suní de 32 años. Consiguió ser aceptado en una universidad de París –"era mi sueño hecho realidad"– pero tuvo que volver al Líbano para esperar por ese visado que es, en realidad, un pasaporte para su futuro.

Ziad al Zayyat en su Trípoli natal, al norte del país.

Ziad al Zayyat en su Trípoli natal, al norte del país.

Los trámites se retrasaron, las clases empezaron y él seguía en su Trípoli natal. Finalmente, llegó la negativa. "Tal vez vuelva a aplicar a Francia el próximo octubre, estoy un poco atascado aquí y sufro depresión", afirma. Aunque el deseo de abandonar el Líbano es compartido por la mayoría, no todos tienen las capacidades para lograrlo. El 20,8% de los que se van se endeudan para financiar sus necesidades de viaje al nuevo país, desde el cual intentarán mantener a la familia que se ha quedado en el Líbano. 

Fuga de cerebros

El impacto de esta tercera ola migratoria ya se está notando. Casi seis de cada 10 empleados estatales se están yendo o planean irse. La fuga de cerebros es generalizada e impacta de lleno en sectores como la salud. El Líbano ya es uno de los países más envejecidos de la región y la marcha de su juventud tendrá graves consecuencias como el descenso de la natalidad. También la maltrecha economía se ve afectada con un descenso de la oferta de empleo y productividad.

"Si pudiera ser parte de los planes económicos y financieros a implementar en el Líbano, estaría muy feliz de volver a mi país, vivir allí y traer todas las mejoras", reconoce Hammoud. "Pero el sistema político e ideológico está arraigado desde hace tres décadas así que no estoy dispuesto a sacrificar mi futuro tratando de cambiar la forma de pensar de las personas", apunta el contable y modelo libanés. 

Cuando piensa en su país, una sensación agridulce se adueña de Murielle. "Siempre tendrá un lugar especial en mi corazón, pero a la vez, me siento triste cada vez que pienso en la situación allí y en cómo obliga a sus mejores personas a trasladarnos a otros países en busca de un futuro que ya no encontramos en el Líbano", lamenta la cirujana.