DESINFORMACIÓN RUSA

Cazadores de bulos del Kremlin: "Con más equipo, la UE habría detectado ya 100.000 casos"

Un analista de desinformación rusa explica el día a día de su trabajo: buscar ‘fake news’ estratégicas del Gobierno ruso y dar la voz de alarma

La Unión Europea creó en 2015, tras la primera invasión rusa de Ucrania, el grupo de alerta de bulos del Kremlin East Stratcom

El presidente ruso, Vladímir Putin

El presidente ruso, Vladímir Putin / Sputnik/Mikhail Klimentyev/Kremlin

Mario Saavedra

Mario Saavedra

Él es un analista de información que prefiere mantener el anonimato para no ser objetivo de los troles rusos en redes sociales. Se pasa los días viendo o leyendo las “noticias” de cadenas rusas como Sputnik o RT. Separa el grano de la paja, la información de los bulos. Cuando detecta algo que se puede considerar una noticia falsa de cierta magnitud (porque coincide con alguna de las ideas fuerza que el Gobierno ruso trata de propagar entre los ciudadanos menos informados), da la voz de alarma. 

La de detector de bulos es una profesión en auge. Entre sus clientes hay gobiernos, grandes empresas -en algunos casos, tecnológicas que no quieren contribuir a amplificar el fenómeno; en otros, compañías con intereses en lugares de gran convulsión política, donde las campañas de desinformación pueden generar inestabilidad-, proyectos de universidades y otros centros interesados en estudiar este fenómeno.

Una de las entidades donde más en serio se lo están tomando es en la Unión Europea. En 2015, tras la primera invasión rusa de Ucrania, crearon el Grupo de Trabajo East Stratcom, que pertenece al Servicio Europeo de Acción Exterior de la Unión Europea para “predecir, abordar y responder mejor a las campañas de desinformación del Kremlin que afectan a la Unión o a sus Estados miembros”. Mantienen una base de datos con alertas que forman parte de esa base de datos son rusas. Un grupo de cazadores de la desinformación rusa compuesto por una treintena de personas, en su mayoría contratistas. A ello hay que añadir un plan, aún embrionario, para hacer lo propio con las provenientes de China y de Turquía. 

En este tiempo se ha aprendido que el sistema de desinformación ruso funciona “triangulando” los contenidos. Referencias cruzadas a fuentes que acaban citando al vecino de la esquina. Un caso práctico: el 21 de diciembre del año pasado, la web griega Pronews.gr publicaba: “Millones de cuentas opacas del jefe de la Diplomacia europea, Jospe Borrell”. Tres millones de dólares guardaba, decían, el Alto Representante en las Islas Seychelles; estaba involucrado en un esquema que incluía a “políticos y jueces” españoles. Todo, según “fuentes españolas”. La fuente española resultó ser un hilo de Twitter de la cuenta “Las cloacas del Sistema”, con 30.000 presuntos seguidores y que suele publicar contenido conspiranóico sobre el caso del asesinato de las niñas de Alcasser. La idea es lanzar suciedad a diestro y siniestro, a ver qué cuaja.. 

La estrategia general rusa es la de inundar el espacio informativo hasta que se concluya que no se puede alcanzar la verdad, que todos los Gobiernos y los políticos son al final iguales y hacer que la gente caiga en el pesimismo y la apatía, explica el analista.

“El principal objetivo de EUvsDisinfo [la página web donde se dan cuenta de los casos encontrados] es lograr una mayor concienciación y familiarización por parte del público acerca de las operaciones de desinformación del Kremlin”, explica la página web de la Stratcom, “Ayudar a los ciudadanos en Europa y fuera de ella a desarrollar resistencia a la manipulación de la información digital y de los medios de comunicación”.

Esta monitorización de medios siempre va un paso por detrás de la desinformación. La utilidad es que se encuentran patrones. Y se puede contraatacar cuando alguno de los bulos coge velocidad. Una de las pistas es cuando se encuentra el mismo mensaje, la misma idea fuerza falsa, en varios idiomas (alemán, italiano, francés o  español). Ahí saltan las alarmas: algo está pasando, hay una “narrativa estratégica de desinformación”; es decir, un plan. En asuntos militares, lo estratégico da cuenta de los objetivos a largo plazo, frente a lo táctico, que es la batalla concreta, particular. Por ejemplo, se sabe que el Kremlin tiene como “narrativa estratégica” asociar a Occidente con los seres humanos de la peor calaña, ya sean los presuntos neonazis ucranianos o los yihadistas. Las “narrativas tácticas” que se han ido encontrando en Internet van desde noticias falsas sobre presuntos combatientes islamistas radicales que estaban viajando desde Siria a Ucrania para ayudar al presidente Volodímir Zelensky en su guerra contra Rusia; y otra en la que se alega que Occidente ayuda a Ucrania para quedarse con sus reservas de titanio o para proteger los biolaboratorios que tiene por el país. 

Cada experto de la Stratcom analiza dos o tres casos por semana a lo sumo. Han detectado, documentado y desmentido cerca de 15.000 bulos. Con los expertos suficientes, la UE podría haber llegado fácilmente a los 100.000, estima el analista consultado. Y eso que hay una salvedad en el trabajo de la Stratcom: solo se analizan las potencias extranjeras, no los políticos europeos. Si el italiano Silvio Berlusconi, por ejemplo, dice algo que se parece a la propaganda rusa, no se audita; queda fuera del objeto de estudio. 

Desde 2019, la UE tiene un Plan de Acción contra la Desinformación. Crea Sistemas de Alerta Rápida (RAS) con puntos de contacto nacionales para alertar instantáneamente sobre campañas de bulos, a través de una infraestructura tecnológica específica, según explica el Ministerio de Exteriores español en su página web. También se ha exigido a las compañías tecnológicas que operan en la UE para que sean más limpias. Google o Facebook cerraron centenares de miles de cuentas falsas. Pero Bruselas aprieta. y amenaza con multas de hasta el 6% de los ingresos a estas empresas si no hacen más contra las fake news. En ese caso podrán ser multadas con el equivalente al 6% de sus ingresos globales anuales. 

Además, se han preparado planes de formación para la ciudadanía en la detección de noticias falsas. Y la UE tiene en marcha el Observatorio de Medios Digitales Europeo (EDMO en sus siglas en inglés), un plan para apoyar a los proyectos independientes de lucha contra la desinformación. Una especie de hub para verificadores (especialistas en detección de bulos y publicación de los desmentidos), gente del mundo académico y otros participantes para que puedan colaborar unos con otros y formen a los legisladores.