Guerra en el este

Moscú presiona a la diáspora rusa

La vicepresidenta de la Duma, Anna Kuznetsova, propone usar las propiedades de los que se fueron para acoger huérfanos

Hombres rusos huyen a la vecina Georgia tras el anuncio de movilización militar parcial de Rusia. EFE

Hombres rusos huyen a la vecina Georgia tras el anuncio de movilización militar parcial de Rusia. EFE

Àlex Bustos

"Los muchachos se han ido, los hombres se han quedado". Con un gesto de desprecio, una mujer rusa observa a dos jóvenes moscovitas, presentados como 'hipsters' y urbanitas, con trabajos bien remunerados, introduciéndose en un lujoso coche con chófer y anunciando que se marchaban a Georgia, abandonando

Rusia

para siempre. De repente, una anciana se resbala junto al vehículo a punto de arrancar y otros dos chicos, vestidos con ropas más sencillas y pertenecientes, a ojos vista, a una clase social diferente, ayudan a la mujer a levantarse, lo que motiva el comentario despectivo de la señora.

Éste es el contenido de un vídeo propagandístico difundido por Telegram para desacreditar a aquellos ciudadanos de la Federación Rusa que se han marchado del país y se niegan a luchar en un conflicto que no consideran suyo. Alphabank, uno de los principales bancos rusos estima que 1,1 millones de ciudadanos dejaron el país el pasado año, principalmente en dos oleadas, en febrero-marzo, al inicio de la 

ofensiva en Ucrania

, y en septiembre, cuando se anunció la movilización parcial. La diáspora rusa, instalada preferentemente en exrepúblicas soviéticas vecinas, debe afrontar numerosos problemas, además de presiones desde Moscú para desincentivar esta sangría humana e incluso fomentar el retorno.

Uno de los destinos preferidos por los rusos es Kazajistán. Este país centroasiáticofronterizo con Rusia, que permite entrar sin visado y con uso extendido del idioma ruso, es una de las mejores opciones para los huidos del país. Al principio, la población recibió con los brazos abiertos a los rusos que huían de la movilización y de la situación política, como demostraron inusuales gestos de hospitalidad, lo que permitió a los recién llegados dormir en lugares públicos como cines, al estar todos los hoteles llenos, así como ofrecerles comida y bebida. Transcurrido un tiempo, comenzaron los problemas.

Endurecimiento de requisitos

Kristina, una de las exiliadas, explica que fue su propia empresa la que le propuso salir de Rusia. "Acepté inmediatamente", apunta. Tuvo la suerte de "haber entrado en una empresa" que estaba dispuesta a expatriarles a todos y llevarlos a otro país en vez de despedirles "como muchas de otras empresas internacionales". Las autoridades kazajas quisieron capitalizar esas salidas para mejorar su propia economía, dando facilidades a compañías como la de Kristina. Sin embargo, recientemente, cambiaron el régimen de estancia sin visado para todos los extranjeros, y actualmente, solo se puede permanecer 90 días consecutivos sin visado en territorio kazajo. Al abandonarlo, el ciudadano en cuestión deberá esperar el doble, hasta 180 jornadas, para poder volver a entrar, una medida que perjudica principalmente a los rusos.

Viacheslav, un joven que huyó porque le intentaron reclutar para el Ejército, relata que al llegar encontró "una cálida recepción y los locales eran amables". A pesar de las buenas sensaciones iniciales, lamenta que también vio desconfianza y avaricia en algunos propietarios. "Aumentaron drásticamente los precios del alquiler y a veces piden que pagues tres meses por adelantado", denuncia. Se trata de una condición poco habitual en Rusia, país donde se suele pedir un único mes de fianza.

El muchacho cree que tardará en volver a su país y, desde luego, ni se plantea regresar hasta "que acabe la guerra" y sepa a ciencia cierta que "es segura la vuelta". Recuerda que intentaron llevárselo ya en una ocasión, y tiene miedo de que su nombre esté "en alguna base de datos", por lo que podrían restringirle la salida de Rusia en el futuro. También criticó el conflicto en redes, y sabe que eso "es suficiente para que arresten a alguien".

Rusos en el Cáucaso sur

El 24 de febrero de 2022, fecha del inicio de la ofensiva rusa en Ucrania, se despertaron muchos fantasmas del pasado en Georgia. Actualmente, dos territorios de este país transcaucásico están considerados sin reconocimiento y controlados por aliados de Rusia. Tiblisi luchó para recuperar su control en 2008 pero Rusia apoyó en la guerra a Osetia del Sur y Abjasia y el Ejército georgiano, sin ningún apoyo, se vio obligado a capitular.

Pese a ello, durante todo 2022, llegaron miles de rusos a esa exrepública soviética. El momento álgido se produjo en septiembre, cuando el presidente ruso, Vladímir Putin, anunció la movilización parcial. Entonces los rusos llegaron a colapsar la frontera terrestre ruso-georgiana e incluso llegaron a dejar los coches atrás para cruzar en bicicleta y patinete el paso aduanero, debido a que no está permitido hacerlo a pie. Solo durante el mes de septiembre entraron más de 200.000 personas en Georgia, un país de tan solo cuatro millones de habitantes.

Arkadi, un ruso que llegó en 2022, explica que en general percibió "una actitud totalmente normal entre los locales (y los rusos)". "La gente es gente en todas partes", asegura, aunque lamenta que en un par de ocasiones locales dejaron de hablar con él cuando supieron su nacionalidad. Georgia sigue siendo uno de los países preferidos por los rusos que quieren salir del país, aunque ahora entrar por tierra es difícil porque el tráfico de coches en las regiones fronterizas está restringido.

Los que cruzaron la frontera rusa en dirección sur se toparon con la dificultad adicional de que que una parte de la población no les quiere en su país, tal y como demuestran pintadas o pegatinas presentes en las calles, donde rezan eslóganes como "no compres productos rusos" o "rusos volved a casa". La avalancha de rusos -también de algunos bielorrusos y ucranianos- provocó que subiera el precio de la vida en Georgia, en especial los precios de los alquileres de las grandes ciudades.

Además de los problemas que debe afrontar cualquier ciudadano obligado a salir deprisa y corriendo de su país, los rusos en el extranjero deben afrontar la batería de medidas que se disponen a aprobar las autoridades para sancionar su actitud. La vicepresidenta de la Duma, Anna Kuznetsova, acaba de proponer confiscar las propiedades de los rusos que abandonaron el país, y entregárselas a huérfanos, ya que desde su punto de vista "han traicionado al país".