BRASIL

"Estas revueltas pueden ser el fin de Bolsonaro, pero no del bolsonarismo"

El periodista y escritor brasileño Wagner G. Barreira considera que “Lula ha salido muy fortalecido de los tumultos, aunque hay una ultraderecha muy poderosa que sigue estando ahí y que es la que los ha organizado y financiado”

El periodista y escritor Wagner G. Barreira.

El periodista y escritor Wagner G. Barreira. / FDV

Salvador Rodríguez

Periodista de contrastada trayectoria profesional, Wagner G. Barreira (Sao Paulo, 1962) es descendiente de gallegos y ha trabajado en publicaciones como el magazine Veja o el diario O Estado de Sao Paulo, así como para TV Cultura, Jornal do Brasil y la revista Aventuras na História. Fue el primer director editorial de medios digitales de la Editora Abril y profesor en la Pontificia Universidad Católica paulense. Dedicado en la actualidad a la literatura, ha publicado, entre otros libros, Demerara, una recreación de la vida de su abuelo, un vigués que emigró y se estableció en Brasil.

–La reacción de Bolsonaro y sus seguidores tras su derrota en las elecciones presidenciales ¿hacía presagiar unos sucesos como los del pasado fin de semana?

–Que no aceptaron la derrota es evidente, lo que la sociedad brasileña no sospechaba era que se desatasen tal tipo de movilizaciones. Ahora bien, hace meses que ya se empezaron a montar campamentos, y algunos de ellos incluso al lado mismo de cuarteles militares y con el consentimiento de las Fuerzas Armadas, y eso que incluso se denunció que estos campamentos se estaban convirtiendo en fábricas de terroristas.

–¿A qué fue debida esa pasividad del Ejército? ¿Acaso hay aún elementos golpistas en sus filas?

–Los hay, pero eso no explica su pasividad. Los altos mandos de las Fuerzas Armadas brasileñas no son idiotas, saben que no se puede volver a la dictadura en pleno siglo XXI, y la prueba es que al final reaccionaron frente a estos vándalos que no saben ni lo que quieren, solo destruyen y arrasan. Como se dice en expresión futbolística aquí en Brasil, ellos adoptaron la actitud de jogar parado, es decir, a la espera de ver lo que ocurría, y ese fue su comportamiento hasta el lunes. De hecho, José Múcio Monteiro, el ministro de Defensa, decía hace solo una semana que esos campamentos, en Río de Janeiro, en Sao Paulo o en la propia Brasilia, acabarían desmantelándose solos, aunque solo fuese por puro cansancio de la gente, y que muchos de los acampados eran demócratas.Claro que, a todo esto, hay que señalar que Múcio es un político de la derecha tradicional “fichado” por Lula para esta nueva etapa. Felizmente, ya ha cambiado de opinión.

–¿Y en cuanto a la actitud de la policía, que también fue criticada por su pasividad inicial?

–En Brasil hay dos tipos de Policía: la civil y la militar. La que combate los delitos más graves en la calle es la militar, que es una herencia de la dictadura. Son estaduales y entre ellos hay un sector bolsonarista muy acentuado.

–Aunque hubo incidentes en otras ciudades importantes, en la capital, Brasilia, se centraron las acciones más espectaculares.

–En Brasilia se concentran, y muy cercanos entre sí, los edificios más importantes de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, pero es que además acontece que el gobernador electo del Distrito Federal al que pertenece la ciudad, Ibaneis Rocha, es un hombre fiel a Bolsonaro que, por si fuera poco, cuenta con el apoyo de Anderson Torres, que desempeñó el cargo de Secretario de la Seguridad Pública con el anterior presidente. Conociendo esto: ¿a quien puede extrañarle que los propios policías del Distrito acompañasen y hasta escoltasen a los vándalos hasta las mismísmas puertas del Congreso?

–Desde España extraña que, pese a su caótica etapa presidencial, Bolsonaro obtuviese el 49% de los votos. ¿Cómo se explica que estuviese a punto de volver a ganar?

–Existen varias razones. En primer lugar hay un sector muy influyente en Brasil que es el de las Iglesias Neopentecostales, cuyas “consignas” son muy seguidas por un sector de la población muy humilde. Durante las pasadas elecciones, desde los púlpitos de estas Iglesias se estuvo enviando un mensaje que presentaba a Lula como un monstruo,un diablo comunista...y, aunque parezca de risa, basándose en argumentos tan curiosos como que con Lula se instaurarían aseos mixtos (de hombres y mujeres), que su Gobierno estaría plagado de gays o que haría desaparecer a la familia. Y eso, unido a la acusación “Lula es un ladrón” repetida hasta la saciedad, asustó muchísimo a toda esta gente humilde. A este sector hay que añadir el formado por una clase media alta de pequeños comerciantes, muy rica pero reaccionaria, y también están los propietarios de latifundios y grandes extensiones de terreno en plena selva de Amazonia. Para ellos, Lula es el gran enemigo.

–¿Y cómo es posible que, desde la derecha, no surgiese otro candidato más moderado?

–Es que la clase política brasileña, la izquierda, pero muy especialmente la derecha tradicional, quedó muy quemada por los escándalos de la corrupción, reiterados durante muchos años, dentro y fuera del poder. Al punto de que Bolsonaro, que había estado 30 años como parlamentario y nunca había hecho nada, se presentó a las elecciones que ganó como alguien ajeno a la política (“yo no soy político” decía en sus discursos) y su candidatura comenzó desde el principio marcando así su posición. Y el caso es que le creyeron, al extremo de que borró del mapa al resto de la derecha, que todavía no ha podido recuperarse del varapalo, y algunos se han integrado con Lula.

–La rebelión ha sido controlada pero ¿cree que tendrá repercusión en las decisiones que a partir de ahora tome el Gobierno de Lula?

–Paradójicamente, Lula ha salido fortalecido y con él, claro está, la democracia, porque muchos que desconfiaban de él, que le temían por ser de izquierdas, han perdido sus argumentos para cuestionarlo. La pregunta ahora es: ¿Hasta donde llegarán las investigaciones? ¿Se conformarán con encarcelar a manifestantes o perseguirán a quienes estaban financiando los campamentos, instigando y organizando las movilizaciones? Eso aún se desconoce, no se sabe hasta dónde y hasta quién llegará o podrá llegar la acción judicial y gubernamental.

–¿Y qué repercusión tendrán en el propio Jair Bolsonaro?

–Para mí, Bolsnaro es el gran responsable de todo esto, pero opiniones personales al margen , todo parece indicar que la carrera política de Bolsonaro está a punto de terminar. Sin embargo también es cierto que los analistas políticos brasileños sostienen que el bolsonarismo es mucho más que Bolsonaro. De hecho, mucha gentede su círculo, lo considera un flojo, y hasta se critica que lo de su operación quirúgica en Estados Unidos no ha sido más que la huida de un cobarde- Yo, desde luego, creo que está acabado, pero ¡quien sabe! Brasil es un país un poco raro.

–¿Hay conexiones directas entre la ultraderecha brasileña y la norteamericana?

–Por supuesto. Steve Bannon, el máximo ideólogo del asalto al Capitolio, ha sido en gran referente de estos vándalos que han querido destruir las sedes de las instituciones brasileñas. Pero ya no es solo es eso. Es que existe, y funciona, una “Internacional” de la ultraderecha en el mundo, una organización que está detrás de las victorias del neofacismo en Italia o del neonazismo en Hungría.

–Y sigue habiendo nostálgicos de la dictadura...

– Sí, y están con el bolsonarismo porque les conviene, pero se alinean con el sector ultra que, como dije, considera a Bolsonaro un flojo que ya nos les vale para nada.