ESTADOS UNIDOS

El gobierno dividido vuelve a Washington

Este martes arranca la sesión del nuevo Congreso, con la Cámara Baja bajo control republicano y temor al bloqueo

Sala de la Cámara de Representantes de Estados Unidos durante el discurso del Estado de la Unión de Joe Biden en 2021

Sala de la Cámara de Representantes de Estados Unidos durante el discurso del Estado de la Unión de Joe Biden en 2021 / EVELYN HOCKSTEIN - POOL VIA CNP / ZUMA PRESS / CON

Idoya Noain

La nueva época de gobierno dividido en Estados Unidos salida de las urnas en noviembre se inicia este martes. Como marca la enmienda 20 de la Constitución, a mediodía de Washington arranca la sesión del nuevo Congreso, en el que los republicanos han recuperado un frágil control de la Cámara Baja y los demócratas han logrado en la Alta reforzar mínimamente su también exigua mayoría. Ese reparto permite augurar dos años de intensas batallas políticas y de múltiples retos para la agenda del presidente Joe Biden, aunque el pistoletazo de salida del Congreso 118˚ llega especialmente marcado por las luchas intestinas de los conservadores, divisiones que amenazan la elección de Kevin McCarthy como nuevo presidente de la Cámara de Representantes.

Una rebelión de un puñado de congresistas de la extrema derecha pone en cuestión que el californiano elegido para dar el relevo a Nancy Pelosi pueda ser ratificado en la primera votación. En los últimos días y horas McCarthy ha hecho concesiones a sus demandas, incluyendo un cambio de las reglas para facilitar que solo cinco puedan iniciar un proceso de destitución del ‘speaker’ o la garantía de dar más representación en comités a radicales como Marjorie Taylor Greene.

McCarthy también ha respaldado crear un comité especial que investigue al FBI y el Departamento de Justicia (señalados por Donald Trump y sus acólitos por supuesta persecución política), ha amenazado con investigar al comité que investigó el asalto al Capitolio y recomendó la imputación de Trump y se ha alineado con las llamadas a buscar la dimisión o en su defecto el ‘impeachment’ del secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas, por la situación de la inmigración en la frontera con México.

Pese a todo no está claro que McCarthy haya conseguido garantizarse votos suficientes (218 si votan todos los congresistas dando el nombre de un candidato para el cargo). Y cabe la posibilidad de que no salga elegido en la primera votación, algo que no sucede desde 1923 y que solo ha pasado 14 veces desde 1789. Eso llevaría a repetir la votación hasta que haya un ganador con mayoría, un proceso que en 1855 llevó dos meses y 133 votaciones.

Los planes republicanos

El potencial caos podría retrasar la puesta en marcha de los planes republicanos en Capitol Hill, que dejan pocas esperanzas para la cooperación bipartidista en los dos próximos años y hacen que se de por hecho una ralentización del ritmo legislativo comparado al de los dos primeros años de mandato de Biden.

La primera votación que van a plantear en la Cámara de Representantes los conservadores, por ejemplo, es una para tratar de repeler financiación para Hacienda que se incluyó en la Ley de Reducción de la Inflación, que dotaba a la agencia con 80.000 millones de dólares y contemplaba la contratación de 87.000 empleados.

Aunque hay un atisbo de posible cooperación entre las dos bancadas para estudiar en la Cámara Baja la competición con China, el resto del panorama es gris o directamente desolador. Sobre el tapete están cuestiones como la continuada ayuda a Ucrania y hay práctica o completamente nulas esperanzas de acuerdo en cuestiones como inmigración, control de armas o aborto. Además, es inevitable leer en clave partidista las investigaciones que han prometido los republicanos sobre los orígenes del covid-19, la retirada de Afganistán o Hunter Biden, el hijo del presidente.

El techo de la deuda

Si algo preocupa especialmente es la probabilidad de que los republicanos usen su nuevo poder en cuestiones de financiación para tratar de forzar a Biden y los demócratas a que acepten objetivos conservadores como el recorte de gasto, particularmente en las pensiones, o más control en la frontera. Y la gran batalla se plantea ante la imperiosa necesidad de EEUU de elevar el techo de la deuda, algo que los republicanos plantean bloquear si no se realizan esos cambios fundamentales en el gasto que buscan.

Ya se palpa el miedo en Wall Street, especialmente con el recuerdo de la batalla similar que la Cámara Baja republicana libró durante el mandato de Barack Obama y que asomó a EEUU al abismo. Siete de los nueve republicanos que en diciembre permitieron con su voto que saliera adelante una ley que evitó el cierre operativo del gobierno no estarán en el Congreso que arranca su andadura este martes. Y John Yarmuth, el demócrata que hasta ahora presidía el comité de Presupuestos, ha vaticinado que “los dos próximos años van a ser brutalmente dolorosos, y van a ser dolorosos para el país”.

Los republicanos, además, van a tratar de aplicar otras ideas que delinearon en su plan legislativo “Compromiso con América”, presentado antes de las ‘midterms’. Y una de ellas es la intención de plantear en Capitol Hill las guerras culturales que han estado librando en los consejos escolares sobre educación en cuestiones de raza y de género, especialmente las referidas a las personas transgénero.