DERECHO EN EXTINCIÓN

La retirada de Jersón evidencia el nulo margen de los periodistas en Rusia

Desde el inicio de la ofensiva sobre Ucrania, los medios de comunicación tienen más difícil realizar su trabajo

Un tanque ruso destruido y abandonado por las tropas del Kremlin en su retirada de Jersón.

Un tanque ruso destruido y abandonado por las tropas del Kremlin en su retirada de Jersón. / Reuters

"Si esperan conocer mi opinión, no voy a exponerla. Pero os explicaré el porqué". Así empezaba a hablar el presentador Andrei Norkin el pasado 10 de noviembre en el canal privado NTV para comentar la retirada de las tropas rusas de Jersón, territorio reconocido como ruso por Moscú, pero considerado ucraniano por la comunidad internacional. "Si apoyo la decisión de retirarse (...) estoy apoyando públicamente una violación de la integridad territorial rusa", continuaba. Y si se posiciona en contra de la decisión del Ministerio de Defensa de abandonar Jersón, entonces estaba "desacreditando públicamente a las Fuerzas Armadas Rusas", añadía. Norkin concluyó esta intervención recordando que ambas condenas pueden suponer multas y años de cárcel y afirmando que no quiere ir a prisión.

Concretamente, los artículos del Código Penal ruso citados han sido revisados en la última década y ambos son delitos relacionados con el extremismo. El más reciente es el caso del 280.3, el qué castiga las 'fake news' sobre el Ejército ruso y cualquier intento de desacreditar a las Fuerzas Armadas rusas, que fue modificado en marzo de este 2022. "Acciones públicas destinadas a desacreditar el uso de las Fuerzas Armadas de la Federación Rusa para proteger los intereses de la Federación Rusa y sus ciudadanos", especifica la legislación rusa. Según datos oficiales, en los últimos tres meses han sido multados por violar esta ley 2.500 personas, que han pagado en conjunto el equivalente a 1,5 millones de euros. Cuando se repite la ofensa es cuando puede haber condenas de cárcel, como es el caso del exalcalde de Yekaterimburgo Yevgueni Roizman, detenido a finales de agosto de este 2022 por "desacreditar al Ejército ruso".

En este marco, también se ha castigado y advertido a personas que se refieren al conflicto rusoucraniano, oficialmente "una operación militar especial", como una "guerra" o "invasión", especialmente a los medios de comunicación. Al principio de la ofensiva unos pocos medios independientes sí usaron esta terminología, como por ejemplo Novaya Gazeta, que en su portada del 25 de febrero puso el titular "Rusia bombardea Ucrania". Sin embargo, ningún periodista ruso se desvía actualmente de la narrativa oficial en lo que respecta al frente ucraniano después del cierre y/o salida del país de muchos medios y del cambio de rumbo de los que se quedaron. Aunque hay un margen para la crítica al desarrollo del conflicto, no existe tal para la existencia de la ofensiva misma.

Rusia indivisible

El otro artículo que mencionaba el presentador es el 280.1, que establece que cualquier posicionamiento que vaya en contra de la integridad territorial de la Federación Rusa será duramente castigado con multas y hasta seis años de cárcel. El artículo especifica que se castiga "cualquier llamada pública para llevar a cabo acciones destinadas a violar la integridad territorial de la Federación Rusa". Esta parte del Código Penal ruso se cambió en diferentes ocasiones, en 2014 y 2020. Estas reformas estuvieron estrechamente relacionadas con la anexión de la Península de Crimea en 2014, pues criticarla o reclamar públicamente que Crimea es parte de Ucrania (o debería ser así) se convirtió en un hecho castigable por la legislación rusa. Estos cambios también implican que con la Constitución rusa actual, es inconstitucional ceder cualquier parte de la Federación rusa a otro país.

Esta norma también se aplica a los territorios recién anexionados del este y sur de Ucrania como la propia Jersón, Zaporiyia, Donetsk y Lugansk. Además también combate cualquier intento de secesión de alguna de sus regiones, como ya pasó en los años 90 con Chechenia. Sin embargo, Rusia ha apoyado a movimientos separatistas en diferentes países que pertenecieron a la Unión Soviética, como es el caso de Donetsk y Lugansk – reconocidos por Moscú como estados independientes de Ucrania durante un breve período de tiempo este 2022 -, Transnistria en Moldavia o Abjasia y Osetia del Sur en Georgia.