'Midterms' 2022

Trump, epicentro de otro terremoto republicano en EEUU

El expresidente es identificado por buena parte del ecosistema político y mediático conservador como factor fundamental en los pobres resultados

Donald Trump.

Donald Trump.

Tres días después de que cerraran las urnas en las elecciones legislativas de mitad de mandato en Estados Unidos, y en medio del lento escrutinio de votos que aún mantiene el resultado de varias carreras en el aire, y con ello la composición del Congreso, los demócratas daban este viernes un paso más para renovar el control del Senado con la reelección de Mark Kelly en Arizona. Ese control se decidirá en Nevada o, si allí hay victoria republicana, en la segunda vuelta de la carrera a la Cámara Alta en Georgia, el 6 de diciembre. En cualquier caso, el resultado de Arizona era la última gota en un vaso que ratifica que en estos comicios los demócratas han resistido mejor de lo esperado y que la prevista marea republicana no llegó. La pregunta desde el martes es por qué y en la respuesta entran varios factores decisivos, pero hay uno que se considera fundamental: Donald Trump.

En contra de los republicanos ha jugado, sin duda, la fuerte movilización ciudadana en respuesta a la decisión del Tribunal Supremo de derogar la protección constitucional del derecho al aborto. Han pesado también consideraciones particulares dependiendo de estados y carreras. Y ha habido grupos de votantes que envían a los conservadores señales preocupantes sobre el estrechamiento de sus vías hacia la victoria en futuros comicios. Siguen consiguiendo avances importantes dados los cambios demográficos entre latinos, pero con su agenda contra el control de armas, de guerras culturales que amenazan a colectivos raciales y a la comunidad LGTBQ, y obviando la emergencia climática, cada vez están quedando más lejos de los demócratas en voto joven (y especialmente voto joven de negros y latinos).

En sus pobres resultados estos comicios, no obstante, también ha habido otros factores: la percepción de que había numerosos candidatos republicanos “de pobre calidad”; la conciencia de que los más extremistas ellos estaban yendo demasiado lejos en su defensa de teorías conspiratorias sobre inexistente fraude electoral y mantenían e intensificaban la amenaza a la integridad del sistema electoral y democrático; el castigo a un partido que en los últimos y convulsos años se ha acobardado ante el auge de esa ola extrema dentro de la formación. Y en esos el innegable hilo común es Trump.

60% desfavorable

Encuestas a pie de urna tras los comicios apuntan a que la visión desfavorable de Trump entre los estadounidenses alcanza al 60% de los votantes, un índice más alto aún que el del presidente Joe Biden. Aunque algunos de los candidatos destacados que había respaldado han ganado sus carreras, muchos de los más extremos han sufrido derrotas que han restado a los republicanos escaños y puestos estatales que habrían contribuido a cimentar y ampliar su poder, en Washington y a nivel local. Y entre algunos de los triunfos más significativos de estos comicios se cuentan los de gobernadores con una agenda conservadora pero que no asustan tanto a votantes moderados y que en público no reniegan de Trump pero en campaña lo han mantenido por lo general a distancia.

Por eso en los últimos días Trump ha sido definido como “el gran perdedor”, un “lastre para el partido”, "una carga"... Y esos calificativos y las llamadas a que de un paso al lado están llegando desde voces del ecosistema político y mediático conservador, incluyendo del tres medios de Rupert Murdoch, FoxNews, ‘New York Post’ y ‘The Wall Street Journal’, que hasta ahora han sido vitales para que se asentara como la figura más importante e intocable en el Partido Republicano.

Esas y otras voces están apelando ahora a Trump para que ceda el testigo a otros líderes, y especialmente al reelegido gobernador de Florida, Ron DeSantis, con claras aspiraciones presidenciales reforzadas por su victoria. Las acciones y mensajes de Trump desde el martes, no obstante, demuestran que no está dispuesto a seguir esos consejos. Y está “furioso” por las críticas, pero también convencido de que saldrá intacto de esta aparente crisis y de que sigue siendo líder de un partido que bajo su dominio ha radicalizado.

Trump mantiene, para el martes a las nueve de la noche en su club de Mar-a-Lago, la convocatoria al “gran anuncio” que se da por sentado que será el lanzamiento de su candidatura para las presidenciales de 2024. Su guerra más encarnizada la está librando con DeSantis (al que apela “DeSanturrón” y ha tildado de “mediocre”, “desagradecido” y sin “lealtad ni clase”). También ha desatado su ira en Truth, su red social, contra los medios de Murdoch y otros potenciales rivales para esa nominación republicana en la que de momento sigue siendo claro favorito, como el gobernador de Virginia Glenn Youngkin.

Todas sus señales indican que no va a dejar al partido alejarse de su control, al menos sin una pelea intestina que puede pasar factura a la formación. Y lo hace desde una posición de fuerza. El movimiento MAGA (‘Make America Great Again’) sigue muy vivo entre las bases, a las que está arengando, enmarcando las críticas que recibe él como parte de la supuesta persecución a ese movimiento. Y Trump se apoya también en precedentes: tanto cuando era candidato en 2016 y estalló el escándalo por la grabación en que hablaba de "coger por el coño" a las mujeres como tras el asalto al Capitolio fue objeto de críticas desde las filas de su propio partido. Pero fueron efímeras.

Trump sigue siendo, además, una fuerza entre muchos congresistas. Y si se acaba confirmando el control aunque sea por la mínima de la Cámara de Representantes, está ya perfilada una feroz guerra interna entre facciones del partido. Ya en el Senado voces republicanas plantean posponer las votaciones sobre su liderazgo allí. Y se avecina otro terremoto en la de Cámara de Representantes.

Hasta el martes Kevin McCarthy parecía tener garantizada la elección para ser líder republicano y ‘speaker’ si se hacen con la mayoría, pero en las últimas horas los miembros del Freedom Caucus y otros ultras presionan para obtener concesiones y poder y amenazan con liderar una revuelta. Y desde el círculo más cercano al expresidente también le llegan mensajes de presión, como el que ha lanzado al más puro estilo trumpista el asesor del antiguo mandatario Jason Miller: "McCarthy tiene que ser mucho más asertivo en su apoyo al presidente Trump", ha dicho.