ELECCIONES LEGISLATIVAS EN EEUU

EEUU retrata su profunda división en las urnas

Una ciudadanía polarizada vota en las elecciones de mitad de mandato con visiones enfrentadas del país y las amenazas que enfrenta | Las tensiones y los retos republicanos al sistema electoral vuelven a exhibirse en estados clave como Arizona, Pensilvania o Georgia

Un colegio electoral en EEUU.

Un colegio electoral en EEUU.

Idoya Noain

Estados Unidos es, cada vez más, un país polarizado, política e ideológicamente. Esa brecha creciente ha sido protagonista los últimos años y volvía a serlo este martes en unas elecciones legislativas inusualmente cruciales y especialmente tensas.

Aunque a la hora de escribir estas líneas los colegios seguían abiertos y se desconocían resultados, incertidumbre que en algunos estados se advertía que podría prolongarse durante días por el complejo (y legal) proceso de recuento de votos, en las urnas se retrataba un país profundamente dividido. Y con los republicanos llegando como favoritos para hacerse al menos con el control de la Cámara Baja, para lo que necesitaban sumar solo cinco escaños, todo apuntaba a que EEUU tendrá también y de nuevo un gobierno dividido en Washington.

De la decisiones adoptadas por los ciudadanos en estas midterms, no obstante, depende también algo más profundo y menos frecuente en unos comicios intermedios que una mera recomposición de las cámaras en Washington o de los gobiernos estatales: en juego está la definición de qué es y puede ser EEUU en los próximos años.

“Si ganan quienes han puesto en duda y en peligro la legitimidad de nuestras elecciones no sé si a partir de ahora seguiremos sabiendo qué es este país, entraremos en terreno desconocido”, advertía este martes en un colegio electoral en

Nueva York

Genna Kaufman. Esta mujer de 36 años, ginecóloga, embarazada y votante demócrata, hacía referencia a la numerosa presencia en papeletas de todo el país de centenares de candidatos republicanos que cuestionan los resultados legítimos de las elecciones de 2020 que perdió Donald Trump

y que, como el eexpresidente que amaga con presentarse de nuevo para 2024, no ocultan su determinación de plantear un reto presente y futuro para la integridad del sistema electoral.

Retrasos y teorías conspiratorias

Esa estrategia que debilita la confianza en las instituciones y en el propio sistema democrático volvía a exponerse, como ya sucedió en esas últimas presidenciales, este martes, con retos a las votaciones y recuento de votos en algunas de las zonas donde las carreras están más disputadas y que, al menos sobre el papel, podrían dar una ventaja a los demócratas.

En la decisiva Pensilvania y en el condado que incluye Filadelfia, principal núcleo urbano y donde el voto negro es determinante, por ejemplo, la ralentización del proceso para contar entre 15.000 y 30.000 papeletas estaba asegurada después de que la ciudad decidiera usar un laborioso proceso de comprobación ante una demanda presentada por un grupo tras el que hay figuras como William Barr, exfiscal general de Trump, y Karl Rove el estratega que fue “arquitecto” de la presidencia de George W. Bush.

En el condado de Fulton en Georgia, otro estado donde la lucha por el escaño en el Senado está tan encarnizada como en Pensilvania y donde hubo también tensiones en 2020, una madre y un hijo que trabajaban en un centro electoral fueron retirados de sus funciones tras exponerse que habían participado en las protestas en Washington el 6 de enero de 2021 que culminaron con el asalto al Capitolio. Cientos de policías patrullaban más de la mitad de los 300 colegios electorales para tratar de proteger a los trabajadores, que tras las presidenciales vieron disparadas las amenazas, incluso de muerte, contra ellos.

Problemas que sufrieron el 20% de máquinas de tabulación de votos en Maricopa, el condado más poblado y trascendental de la crucial Arizona, fueron diagnosticados por dos de las autoridades electorales republicanas como meros fallos técnicos. Eso no impidió que medios de derecha y figuras del partido republicano local empezaran a agitar de nuevo teorías conspiratorias y fantasmas de supuesto fraude electoral. La presidenta de la formación estatal, Kelli Ward, llegó a hablar de “actividades ilícitas” y a pedir dimisiones. En el estado Kari Lake, Blake Masters, Mark Finchem y Abraham Hamadeh, candidatos republicanos a gobernadora, senador, secretario de estado y fiscal general respectivamente, se han negado a aceptar la derrota de Trump en 2020.

Mientras, en Florida y en Misuri, los secretarios de estado republicanos se negaron a aceptar que entraran en los colegios electorales observadores federales que el Departamento de Justicia ha repartido por todo el país para tratar de asegurar que no se infringen los derechos de voto de las minorías.

Voces de votantes

Aunque las tensiones volvían a colocar oscuras nubes sobre estas elecciones, también millones de estadounidenses han ejercido con normalidad su derecho en una jornada a la que se llegaba ya con altos índices de participación: en un récord, más de 40 millones habían votado anticipadamente antes de este martes.

Entre quienes esperaron hasta este martes había personas como Ana, una mujer de origen dominicano y residente en Queens que daba su voto a los republicanos. Ella lo explicaba asegurando que “el crimen está más duro” y “las cosas están más caras”. Hablaba también de sus creencias religiosas contra el aborto. Y reflejaba el avance que con esos temas han logrado los conservadores incluso en bastiones progresistas como Nueva York.

En la urbe, no obstante, seguía siendo más fácil encontrar a demócratas. Y eran personas como Kate, una mujer de 59 años, que se decía “no asustada, sino enfadada”. “El miedo lo usan como herramienta, como una táctica para hacer que unas personas teman a otras, y yo elijo estar enfadada porque la minoría conservadora de este país tenga una voz tan alta, porque los políticos pasen tiempo recordándonos a las mujeres que nos consideran menos”.

Otro votante demócrata era Steven Ávila, un trabajador en la industria tecnológica, de 33 años, que abordaba también la polarización política del país. “Podemos debatir sobre inflación o economía, podemos tener diferencias políticas”, decía, “pero el Partido Republicano está sembrando división y duda. Preocupa que los negacionistas electorales no tengan solo voz, sino cargos. Y eso es una perspectiva que da miedo”. “Deben elevarse, buscar una figura paternal, el adulto en la habitación, pero mientras Trump sea la cabeza del Partido Republicano es difícil”, opinaba.

Esa persistencia de Trump en la política estadounidense era denunciada también por Shirley Henderson Mingus, una mujer negra de 71 años. “¿Por qué no está aún en la cárcel? Con él aumentó el racismo, la falta de respeto, las amenazas a la gente; con él se asaltó el Capitolio”, decía. Y planteaba una pregunta que decidirán las urnas: “¿Es esto Estados Unidos?”