Centro Europeo de Derechos Humanos

Wolfgang Kaleck: "La vigilancia a los ciudadanos no va a desaparecer con el fin de la pandemia"

El abogado y activista alemán considera que el espionaje electrónico de los gobiernos viola los derechos fundamentales

Wolfgang Kaleck, la semana pasada en Barcelona .

Wolfgang Kaleck, la semana pasada en Barcelona . / Laura Guerrero

Marta López

Wolfgang Kaleck, abogado alemán y fundador del Centro Europeo de Derechos Humanos (ECCHR), lleva más de dos décadas viajando por el mundo, alzando la voz por los derechos humanos. Ha defendido a Edward Snowden, el exempleado de la NSA que desveló los programas masivos de espionaje estadounidenses, a las madres argentinas de Plaza de Mayo y ha denunciado a Donald Rumsfeld por las torturas de la CIA. Su batalla, que él llama "infinita", está recogida en el libro 'Nuestra lucha global por los derechos humanos' (Rocaeditorial).

-A través de su experiencia. ¿Cuál es su diagnóstico sobre el estado de los derechos humanos en el mundo?

-Bueno, el mundo está en una gran crisis, no solo de derechos humanos. Estamos ante una acumulación de crisis: la crisis económica, la crisis ambiental, la crisis de la pandemia y ahora la guerra . ¿Qué más podemos aguantar? Resulta difícil de entender y digerir qué está pasando, pero hemos de analizar la forma de enfrentar esas nuevas realidades. Todas esas crisis de las que hablo no vinieron de la nada.

-¿La pandemia supuso un retroceso de los derechos humanos y civiles en el mundo, con los confinamientos forzosos, los certificados de vacunación obligatorios….?

-Este es un tema difícil de responder porque tenemos a la ultraderecha que niega que haya pandemia o que está inventando teorías de conspiración. Es un poco difícil de formular una crítica en un espacio ocupado por la ultraderecha. Pero parece claro que la puesta en marcha de los sistemas de vigilancia no van a desaparecer con el fin de la pandemia. Los estados no dejan escapar ninguna posibilidad de fortalecer sus sistemas de vigilancia. Anteayer era el terrorismo, luego, no sé qué, después vino el narcotráfico, después otra cosa. Y ahora es la pandemia. La infraestructura digital de vigilancia puesta en marcha no va acabar.

-O sea, hemos retrocedido en este terreno

- Hay más cosas preocupantes. Se ha establecido un ‘apartheid’ con la vacunación. Los países del norte han producido vacunas para su población pero se ha discriminado a grandes poblaciones de África, Asia y Latinoamérica. Ha aumentado la desigualdad dentro de nuestras sociedades, pero también entre norte y sur. Este es un gran problema. Y también en términos de derechos humanos. Existe el derecho a no ser discriminado. Hay un derecho a la salud, hay un derecho a una garantía mínima para la existencia social y económica. Y todos esos derechos están en peligro ahora. Y son derechos fundamentales.. Los derechos económicos y sociales son derechos fundamentales . Y si no tratamos esto, vamos a seguir con una ficción. En el mundo se necesitan consensos para actuar contra peligros como la pandemia o el desastre ambiental. Pero, ¿cómo los vamos a construir si dejamos crecer la desigualdad? Eso me da mucha pena.

 -Usted en su libro se pregunta si los medios legales son suficientes para hacer prevalecer los derechos humanos. Me gustaría saber si también tiene la respuesta

- No, no, claramente no. Pero para mí lo importante es que hay un margen de normas legales importante de protección de los derechos humanos, básicamente a partir del 48 Y eso es importante. Pero no es lo único. Pero la protección de los derechos humanos se ha de trabajar más allá desde el campo jurídico. Y no buscamos grandes victorias, pero sí pasos adelante. Somos actores en una lucha muy larga. Nuestra lucha es infinita.

-¿Cómo ve actualmente el estado de la justicia universal, tras unos años que parecía que se habían dado muchos pasos adelante con el l enjuiciamiento de Pinochet en España o la creación del TPI?

- Hay pasos atrás y pasos adelante. Mientras en España y Bélgica están un poco paradas las causas de la justicia universal, avanzan en Alemania, Francia, Suecia y Noruega por ejemplo. Para mí eso significa que es necesario de elaborar una visión europea para la jurisdicción universal . Porque el Tribunal Penal Internacional tiene sus limitaciones, como ya hemos visto por ejemplo que no puede juzgar la guerra siria. En cambio sí lo ha hecho Alemania (contra un excoronel sirio) y me gustaría que esa práctica sea una práctica europea .

-¿Aprecia un doble rasero en la aplicación de la justicia universal?

-Sí. Tampoco es una sorpresa, ni nuevo en la historia. En uno de mis libros titulado ‘Double standard’ investigué precisamente esa doble moral a partir de la segunda guerra mundial. Y claro, lo que más llama la atención es la falta de investigaciones de los crímenes coloniales. Y esa actitud sigue vigente. Parece que el derecho es solamente aplicable a los otros. Y es necesario superar esa actitud. De hecho una parte de la falta de legitimación del TPI viene de que algunos países africanos, y con alguna razón, lo perciben como un tribunal para África. Y por eso países como India y Suráfrica no han firmado sus estatutos.

-Usted defendió a Snowden. ¿Un caso de esa doble moral?

-Claramente. ¿Cómo vamos a dejar a Edward Snowden, que tanto ha contribuido a nuestro conocimiento sobre la vigilancia, sobre los peligros de la vigilancia, entre las alternativas del exilio en Moscú o una prisión de alta seguridad en en Estados Unidos? Es muy grave lo que han hecho con él y como lo conozco lo siento mucho por él, pero también por el Gobierno de mi propio país, que no hizo nada por él. La mayoría de los alemanes estaba a favor de darle asilo. Ni Alemania ni ningún otro país europeo con el que hablamos. Primero por el miedo a enfrentarse a Estados Unidos, pero también hay que tener en cuenta que existe una comunidad de servicios secretos y que todos quieren esas mismas medidas técnicas como las de la CIA o la NSA. Ven a Snowden a Assange como un peligro y sobrerreaccionan de manera increíble. Violan todas sus propias reglas para castigar a los que ponen luz a sus crímenes. Y eso causa un gran daño, no solamente para esos individuos sino a toda la sociedad, al estado de derecho.

-Los programas de espionaje secreto de los gobiernos se multiplican. En España, ha habido recientemente un gran escándalo con el espionaje a través del programa Pegasus.

- Claramente todos estos programas de espionaje electrónico son una violación de los derechos constitucionales, sobre todo cuando están dirigidos contra grupos protegidos como periodistas, como abogados. Es un escándalo. Para mí lo fuerte es que lo han usado en Arabia Saudí, en Marruecos, en India, en México... Pero, ¿cómo se les puede ocurrir a los países europeos como España usar esa tecnología que está diseñada para estados autoritarios? Daña a la sociedad y al estado de derecho, aunque lamentablemente muchos no lo vean así.