GUERRA EN UCRANIA

¿Y si Putin lanza una bomba nuclear contra España?: “La clave de la defensa está en Rota”

Rusia tiene cerca de 6.000 cabezas nucleares, prácticamente las mismas que toda la OTAN

Uno de los pilares de la red antimisiles europea se encuentra en la base de Rota, en Cádiz

El radio de destrucción depende de muchos factores, entre ellos el entorno en el que impacte

MANIOBRAS MILITARES

MANIOBRAS MILITARES / EFE/JARO MUOZ

Alberto Muñoz

Alberto Muñoz

La perspectiva de una guerra nuclear entre Rusia y Occidente sigue lejana, pero las amenazas de Vladímir Putin de esta semana han vuelto a poner la posibilidad encima de la mesa. “Ante una amenaza a la integridad territorial de nuestro país, utilizaremos todos los medios a nuestro alcance [incluidos los nucleares] para proteger a Rusia y a nuestro pueblo. No es un farol”, aseguraba el presidente ruso el pasado miércoles. En caso de que decida apretar el botón y atacar Europa, ¿está preparada España para defenderse si se convierte en un objetivo nuclear?

“Nos queda demasiado grande, es algo que aquí ni se plantea. Si tenemos alguna posibilidad de defendernos es porque teóricamente estamos bajo el paraguas antimisiles de Estados Unidos, pero por nosotros mismos no podríamos hacer nada”, explica a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA Teresa de Fortuny, colaboradora del Centro Delàs de Estudios por la Paz, donde se especializa en temas de armamento nuclear.

Ahora mismo, y a pesar de que las cifras no pueden darse más que por aproximadas, nunca definitivas, la Federación de Científicos Americanos calcula que Rusia tiene alrededor de 5.997 cabezas nucleares, es decir, prácticamente las mismas que toda la OTAN (5.943). Eso sí, de las casi 6.000 rusas se calcula que unas 1.500 están en proceso de ser desmanteladas. De las 4.500 restantes, 1.185 son intercontinentales, es decir, capaces de recorrer largas distancias, 800 submarinas y 580 que necesitan ser desplegadas desde al aire por aviones bombarderos.

A pesar de que la cantidad de misiles nucleares sigue siendo importante por parte de ambas partes, lo cierto es que el número se ha ido reduciendo teóricamente desde los años 70 gracias fundamentalmente al Tratado para la No Proliferación de las Armas Nucleares (NPT) firmado en 1968 por 191 países entre los que se encuentran China, Francia, Estados Unidos, Rusia y el Reino Unido. En virtud de él, todos los firmantes están comprometidos a ir reduciendo paulatinamente su arsenal, y, en teoría, a desarmarse en un futuro, aunque no se fija ninguna fecha concreta.

¿Qué ocurre si llega a lanzarse un misil nuclear?

En el caso de que llegara a producirse un ataque contra Europa, la clave estaría, según explica la experta, en la base militar de Rota, donde desde hace casi una década cuatro destructores de Estados Unidos custodian los cielos europeos. En los próximos años, previa aprobación en el Consejo de Ministros y el Parlamento, se espera que dos barcos más se unan a esa línea de defensa.

Para ese aumento de la presencia estadounidense en Rota, sin embargo, se deberá negociar un nuevo convenio bilateral para actualizar el que se firmó en 1988 y que recientemente se renovó hasta mayo de 2023. “El problema con esa base es que al ubicarse allí uno de los pilares de esa red antimisiles automáticamente la zona se convierte en un potencial objetivo”, explica Fortuny.

Si llega a lanzarse un misil nuclear contra suelo europeo, los sistemas de defensa deben averiguar cuál es el objetivo, calcular la velocidad a la que se desplaza el proyectil y, sobre todo, prever cuándo tiene previsto impactar contra el objetivo. Para ello, la clave está en las estaciones de detección que la OTAN tiene situadas en los territorios cercanos a Rusia, aunque, por motivos de seguridad, se sabe poco de ellas.

"En su momento Obama llegó a justificar la instalación de este escudo antimisiles como una medida de protección contra Irán, pero era solo un pretexto para evitar que se enfadara Rusia. Esos sistemas de detección que están en países como Polonia o Rumanía también están presentes en los destructores que pueden interceptar los misiles", apunta la colaboradora del Centro Delàs de Estudios por la Paz.

Si cumplen con su cometido, y una vez que se conocen todos los detalles sobre el lanzamiento, el siguiente paso es intentar evitar que impacte en su objetivo. Aunque es posible, también es complicado. Desde hace 60 años, cuando fueron desarrollados por Rusia, los misiles balísticos se consideran la única opción viable de interceptar una cabeza nuclear, pero, como el arma nuclear se detona igual, su radiación y rango de destrucción se mantiene igual, por lo que no destruye su objetivo pero sigue teniendo consecuencias en la zona donde colisionan.

Radio de destrucción

Si todo lo anterior falla, y el misil consigue impactar con su objetivo, el radio de destrucción dependerá del tamaño de la cabeza nuclear, de la distancia del suelo a la que detone y del entorno en el que lo haga. No es lo mismo, por ejemplo, una zona llana que una montañosa.

Para entender su capacidad de destrucción, la bomba que cayó sobre Hiroshima, Japón, fue de 15 kilotones y mató a más de 146.000 personas. Las actuales, alcanzan una potencia de 1.000 kilotones.

En teoría, una bomba de 100 kilotones, por ejemplo, destruiría completamente todo lo que se encuentre a menos de 1,8 kilómetros, dañaría gravemente hasta 5 kilómetros y seguiría provocando desperfectos hasta 8. Eso sin contar las consecuencias que tendría la detonación de un artefacto de este tipo en las redes electromagnéticas, los residuos radioactivos que permanecerían en la zona durante años y las enfermedades que se desarrollarían los supervivientes.