LIMÓN & VINAGRE

Meghan Markle, encasillada en el papel de víctima

El inesperado fin del reinado isabelino ha supuesto un paréntesis en la actividad de la empresa duques de Sussex, cuya actividad esencial consiste en venderse como producto

Meghan Markle en 'Limón & Vinagre".

Meghan Markle en 'Limón & Vinagre". / EPE

Pilar Garcés

Pilar Garcés

La muerte de Isabel II pilló a los duques de Sussex en plena gira europea, de manera que los exiliados hijo y nuera del nuevo rey pudieron incorporarse sin dilación al inacabable séquito funerario. De patear los platós para criticar duramente a la institución monárquica por rancia y despiadada, Meghan Markle pasó a enfundarse sus mejores galas de luto para despedir entre lágrimas y gestos contritos a la abuela de su esposo Enrique, quien jamás la suelta de la mano. A eso en lenguaje interpretativo se le llama método: si hay que sufrir, se sufre. La perfección de su reverencia ante el túmulo de la monarca muerta, rodilla en tierra sobre los zapatos de taconazo y cerviz inclinada, ha dado la vuelta al mundo. Una lección de saber estar, o de vivir el presente. Y de paso, una oportunidad de competir en glamour y por todo lo alto en la batalla de las cuñadas con la suya, Kate Middleton, que un día será reina consorte. O reina a secas, que decimos por estos pagos.

Es difícil identificar a la bella exactriz que envía mensajes de homenaje a la extinta Isabel poniéndose los pendientes de perlas que le regaló para su boda, la que honra la memoria de su también fallecida suegra Diana de Gales rompiendo el protocolo para confortar a una adolescente desconsolada, con la quejosa invitada de lujo al programa de su amiga Oprah Winfrey, reina de televisiones. El matrimonio mixto (plebeya con una carrera en la series de televisión con príncipe) y racializado (mujer de madre negra con pelirrojo) no resultó el soplo de brisa fresca que se esperaba sobre palacio, sino un huracán que destruyó lazos familiares entre padres y hermanos, dando toneladas de carnaza a los tabloides. Ya se prepara un espacio especial sobre el último maltrato endilgado a los Sussex, con el cuerpo de la bisabuela aún caliente. Sus dos hijos Archie (3) y Lilibet (1) han subido un peldaño en la línea sucesoria al trono británico, y ahora son príncipes en cuanto nietos del rey, pero no recibirán el tratamiento de alteza real porque no pertenecen a la parte de la familia que desempeña funciones reconocidas. De este modo, ambos se quedan sin la seguridad, asignación y prebendas que acarrea semejante honor por decisión de Carlos III. El flamante rey no ha olvidado el desplante de su hijo menor desairando a la corona, el famoso Megxit, entre acusaciones directas de racismo hacia su persona por haberse preguntado por el color de la piel de sus futuros descendientes. Yo a Londres y vosotros a California, en cuanto acaben los luctuosos fastos.

Meghan Markle, junto a la reina consorte Camilla, durante los funerales de Isabel II

Meghan Markle, junto a la reina consorte Camilla, durante los funerales de Isabel II / Europa Press

El inesperado fin del reinado isabelino ha supuesto un paréntesis en la actividad de la empresa duques de Sussex, cuya actividad esencial consiste en venderse como producto: Enrique preocupado por señalar los valores del deporte, la juventud y el ecologismo; Meghan encasillada en el papel de damnificada, a malas con su familia, peor con la de su marido. Los millonarios en su descontento. En la conferencia inaugural del foro One Young World celebrado en Manchester días antes de la muerte de Isabel II, la joven ofreció un discurso de siete minutos en los que solo habló de sí misma. Así lo destacó la prensa británica, que se molestó en computar las autorreferencias y fueron 54. Antes de esta sucinta exposición sobre su experiencia como protagonista de la teleserie estadounidense Suits, como madre y como duquesa, el público la abucheó acusándoles a ella y a su esposo de ‘falsos royals’. Parte de la ciudadanía no les perdona la espantá de una vida de lujo y despreocupación (pero estos, ¿de qué se quejan?). Mientras todo el país celebraba con sinceridad el jubileo por los 70 años de Isabel II, ellos participaban apáticos y segregados del resto de la familia. Y seguían dando lugar a polémicas.

En un largo reportaje publicado el 29 de agosto en la revista The Cut, Meghan Markle relataba cómo un actor sudafricano de Rey León le comentó lo siguiente en el estreno londinense de la película en 2019: “Cuando se casó con un miembro de esta familia, lo celebramos en las calles igual que cuando liberaron a Mandela de la cárcel”. La comparación resultó tan chocante que los periódicos se aprestaron a buscar al único miembro del elenco de dicho filme nacido en Sudáfrica para corroborarla. Localizado este, negó incluso conocerla personalmente. Tales ínfulas de luchadora antiapartheid, comparando su boda de altos vuelos con la peripecia del activista encerrado durante 27 años por su militancia antirracista, ha generado un aluvión de burlas por la arrogancia y la pretenciosidad que denotan, amén de la falsedad de la cita. Incluso los herederos de Nelson Mandela se han echado las manos a la cabeza. Otra familia que se le pone en contra a la duquesa, víctima entre las víctimas.