REINO UNIDO

Carlos III no pagará impuestos sobre la millonaria herencia de Isabel II

El soberano esquivará el tributo a Hacienda al que están obligados los ciudadanos del Reino Unido y da preaviso de despido a un centenar de empleados de la Casa Real

El rey Carlos III.

El rey Carlos III. / Reuters

Begoña Arce

Los privilegios desmedidos de la familia real del Reino Unido han vuelto a quedar en evidencia. Carlos III no pagará impuestos sobre la herencia que le ha legado Isabel II. Enormemente rica, se estima que la fallecida reina poseía una fortuna personal de 370 millones de libras (427 millones de euros). Cualquier otro ciudadano estaría obligado a abonar a Hacienda un 40% de ese dinero, equivalente a 170 millones de euros. En el caso de Carlos no será así.

Cuando su madre comenzó a pagar impuestos en 1993, se estipuló que, en el momento de la muerte de la monarca, la fortuna pasaría integra a su sucesor en trono. “No creo que sea justo que el Rey no pague el impuesto de sucesión sobre la fortuna privada que ha heredado de su madre”, afirma Robert Palmer del movimiento TAX, Justice, UK (Impuestos, Justicia, Reino Unido) al frente de una campaña para acabar con el trato excepcional al rey y desembolse los millones que le corresponden.

Decisión "despiadada"

La muerte de Isabel II está provocando daños colaterales. Para algunos va a significar la pérdida del empleo, para otros la cancelación de una cita médica importante.

El lunes, mientras en la catedral de Saint Giles en Edimburgo se celebraba una vigilia por la soberana, un centenar de trabajadores de Clarence House, el lugar hasta ahora sede oficial de Carlos como heredero, recibieron el preaviso de que serían despedidos. Algunos de ellos llevan décadas trabajando en la residencia real, según 'The Guardian', que ofreció la exclusiva.

Los afectados son financieros, contables, personal de comunicación, secretarios privados, del equipo del hasta entonces príncipe de Gales. El despido se comunicó en un momento en el que todo el personal de la residencia está volcado, trabajando a destajo desde el fallecimiento Isabel II, tratando de que los preparativos del funeral funcionen a la perfección.

El sindicato de funcionarios ha criticado una decisión “despiadada”. Mark Serwoka, secretario general del Sindicato de Servicios Públicos y comerciales (PCS) afirma que, si bien “se esperaban algunos cambios, dados los cambios de papel en la familia real, la escala y la velocidad a la que se han anunciado es extremadamente cruel”.

Citas médicas canceladas

El día del funeral de la reina ha sido declarado festivo y el país va a detenerse completamente con cierre de comercios, incluidas las cadenas de supermercados, escuelas, centros deportivos. Sólo los pubs permanecerán abiertos. Como consecuencia de ello miles de citas en la sanidad pública previstas para ese día, con médicos de familia, cirujanos y servicios de farmacia, han sido canceladas. La suspensión afecta particularmente a pacientes con cáncer, problemas cardíacos, y a los servicios de maternidad. Las urgencias serán atendidas, pero en un momento en que la sanidad pública saturada tiene en lista de espera 6.5 millones de pacientes, no parece la manera adecuada de “mostrar respeto” a Isabel II. El lunes también permanecerán cerrados los bancos de alimentos. Serán un largo fin de semana para los que apenas pueden llevar algo decente a la mesa.

Gestos airados

Los impuestos, los despidos, son mala tarjeta de presentación del nuevo rey. A eso hay que añadir un par de gestos malhumorados en sus primeros actos públicos. En la ceremonia de la Proclamación pidió con gesto airado a un ayudante que retirará un tintero que le molestaba. En Irlanda del Norte el martes se equivocó de fecha y se manchó de tinta. “Oh Dios, odio esta cosa”, se le escucha decir airado, refiriéndose a la pluma, al ver que tiene los dedos manchados.