CUMBRE EN ARGEL

La Liga Árabe no mediará en el conflicto diplomático entre Argelia y España

El secretario general de la organización de países árabes, Ahmed Aboul Gheit, dice que nadie le ha pedido que intervenga en el conflicto diplomático que involucra a Rabat, Argel y Madrid 

El rey de Marruecos, Mohammed VI, podría acudir a la próxima Cumbre Árabe en Argel

Es difícil que esa visita, inaudita, sirva para rebajar tensiones, dicen los expertos

El secretario general de la Liga de Estados Árabes, Ahmed Abulgueit

El secretario general de la Liga de Estados Árabes, Ahmed Abulgueit / EFE/FERNANDO VILLAR

Mario Saavedra

Mario Saavedra

Este martes, los embajadores de los países árabes han mantenido en Madrid una cena de trabajo con el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, y el secretario general de la Liga Árabe, Ahmed Aboul Gheit, de visita en España. Todos menos el de Argelia, que fue retirado como protesta por la nueva posición sobre el Sáhara Occidental. Las represalias diplomáticas y comerciales del Gobierno de Abdelmajid Tebboune continúan tres meses después. Y la Liga no parece que vaya a mediar en el conflicto, al menos oficialmente, a pesar de la visita de Aboul Gheit. 

“La Liga Árabe no interviene en el conflicto del Sáhara ni en lo que sea que pase entre Marruecos y Argelia, o entre estos países árabes y un tercer país [España] salvo que haya una petición; y no la ha habido”, ha afirmado el egipcio en una rueda de prensa conjunta con José Manuel Albares.

La posibilidad de que el rey de Marruecos, Mohamed VI, “acuda personalmente” a la Cumbre Árabe en Argelia los próximos 1 y 2 de noviembre (como ha adelantado el diario ubicado en París Jeune Afrique) ha creado la expectativa de un acercamiento entre los Gobiernos de Rabat y Argel. Argelia rompió relaciones diplomáticas con Marruecos en agosto de 2021, entre otros motivos por la falta de avances en la resolución del conflicto del Sáhara Occidental, la excolonia española que ocupa Marruecos desde 1975.

España necesita urgentemente que la tensión entre ambos vecinos del Mediterráneo disminuya. Madrid vive atrapado en un enjambre diplomático: Rabat está enfrentado a Argel por el Sáhara (entre otros muchos temas) y eso lastra la política exterior española, que cuando agrada a uno enfada al otro, y viceversa. Las consecuencias son la inestabilidad en el control de la inmigración irregular, las represalias comerciales o las tensiones en el precio al que España compra gas. 

“Desde luego, si acude Mohamed VI a la cumbre será algo novedoso y excepcional, especialmente porque el rey marroquí está últimamente ausente y alejado de la vida política”, explica a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA Laurence Thieux, doctora en Estudios Árabes e Islámicos por la Universidad Autónoma de Madrid. ¿Servirá para un acercamiento entre ambas capitales? Thieux lo duda. “No creo que avancen mucho. En su último discurso el rey abrió un resquicio a la negociación; parecía que quería dar pasos hacia la distensión, pero no sé hasta qué punto Argelia es sensible a estos gestos”. 

En su mensaje anual de la celebración de la Fiesta del Trono, Mohamed VI, tendió la mano al “pueblo hermano de Argelia” y pidió al Gobierno argelino trabajar por la reconciliación. La frontera entre ambos países debe ser, dijo el monarca, “un puente para el intercambio y la comunicación” y no “una muralla infranqueable”. No mencionó, sin embargo, el principal conflicto entre ambos países:  la situación del Sáhara Occidental, una región costera entre Marruecos y Mauritania en la que viven saharauis y marroquíes y que Rabat quiere que forme parte del país como zona autónoma. 

No ha sido la primera vez que el rey de la dinastía alauí abre en un discurso la puerta a negociar. “El Gobierno de Argelia no le compra la mercancía en absoluto”, dice en conversación con EL PERIÓDICO DE ESPAÑA Yahia Zoubir, profesor de Relaciones Internacionales de la escuela de negocios Kedge, con contactos dentro del Gobierno de Argel. 

Según este analista, es muy complicado que la cumbre de Argel cambie algo en la relación entre ambos países. El Gobierno argelino “sabe distinguir muy bien entre los asuntos bilaterales y los multilaterales”, dice. 

Espadas en alto

Los hechos parecen apuntalar esta visión. Aunque Marruecos recibirá la visita protocolaria del ministro de Justicia argelino para la entrega en mano de la invitación para asistir al encuentro con los 22 países de la Liga, el resto de gestos últimamente apuntan a que la tensión sigue muy alta. 

El pasado 27 de agosto, Marruecos dejó su silla vacía en otra cumbre, también celebrada en Argel:  la de la importante Conferencia Internacional de Tokio sobre el desarrollo de África (TICAD). Protestaba así el reino alauita por la presencia en Túnez de Brahim Ghali, el presidente de la República Árabe Saharaui Democrática. Dolió especialmente la deferencia que con él tuvo el presidente tunecino, Kaïs Saied: fue a recibirle a la escalerilla del avión y se dejó fotografiar con él líder saharaui. Rabat retiró a su embajador en Túnez.

“La acogida brindada por el jefe de Estado tunecino al líder de la milicia separatista [RASD] es un acto grave y sin precedentes, que hiere profundamente los sentimientos del pueblo marroquí y de sus fuerzas vivas”, dijo entonces Marruecos en un comunicado, recogido por este diario.

La Liga Árabe, por su parte, no pasa por su mejor momento. A las tensiones políticas habituales entre los países que la conforman se han añadido la inestabilidad geopolítica creada por la guerra de Rusia contra Ucrania, y los intentos de las partes por conseguir que los distintos países se alineen. 

Argelia aprovechará la cumbre para afianzar su renovado empuje en política exterior regional. Durante los años de Abdelaziz Buteflika (hasta 2019), “la diplomacia estaba paralizada”, según Laurence Thieux. Ahora, y tras varias visitas de alto nivel, como las de Estado del presidente francés Emmanuel Macron y del italiano Mario Draghi, Argel quiere recuperar su posición preeminente en la región. “La política exterior cuenta mucho en el ADN del Gobierno argelino, también para su legitimidad interna”, concluye la arabista.