TENSIÓN EN EL PAÍS

¿Qué le pasa a Argentina? Cinco claves para entender el fallido atentado contra Kirchner

El incidente ahonda la crisis política y los odios entre la clase dirigente en el país latinoamericano

Simpatizantes de Cristina Fernández de Kirchner participan este viernes en una movilización en su defensa tras el atentado en su contra, en la Plaza de Mayo en Buenos Aires (Argentina).

Simpatizantes de Cristina Fernández de Kirchner participan este viernes en una movilización en su defensa tras el atentado en su contra, en la Plaza de Mayo en Buenos Aires (Argentina). / JUAN IGNACIO RONCORONI / EFE

Argentina estuvo a segundos de una catástrofe. El intento de asesinato de la vicepresidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner no solo parte en dos la historia de los últimos 40 años de vida democrática. Lo ocurrido no se relaciona solo con el eventual acto de un desequilibrado. No se sabe aún si actúo en soledad. La única certeza por estas horas es que el revólver no funcionó, pero el fallido atentado volvió posible lo imposible: instalar en este país otra vez la posibilidad de la muerte por razones políticas.

El contexto del atentado

La tensión se ha instalado en el horizonte desde el momento en que el fiscal Diego Luciani pidió 12 años de cárcel y la inhabilitación permanente de Fernández de Kirchner por considerarla la cabeza de una "asociación ilícita" vinculada al negocio de la obra pública durante sus Gobiernos (2007—15). La oposición de derechas y un sector de los medios de comunicación celebraron la solicitud. Francisco Sánchez, un diputado del PRO, el partido del expresidente Mauricio Macri, llegó a decir que los estadistas condenados por casos de corrupción merecen la pena de muerte. El peronismo, el partido en el poder, consideró que Luciani carece de pruebas y que el tribunal ha demostrado ser parcial y parte de una trama que busca la proscripción de la vicepresidenta de cara a los comicios de 2023 como ocurrió en Brasil en 2018 con Luiz Inacio Lula da Silva. Ella dijo ser blanco de un “fusilamiento” mediático y judicial, sin saber que, semanas más tarde, dos disparos fallaron frente a su rostro.

Días de enfrentamiento

A partir de ese momento, centenares de seguidores de Cristina montaron una vigilia permanente alrededor de su casa. La policía de la ciudad de Buenos Aires se propuso llevar adelante un desalojo violento. El maltrato y los golpes no tuvo distinciones entre ciudadanos de a pie y legisladores. En algunos balcones de edificios colindantes, uniformados filmaban a los manifestantes, trayendo el recuerdo de otras épocas donde los agentes de inteligencia tomaban fotografías de los militantes políticos que, más tarde, fueron asesinados o desaparecieron durante la última dictadura militar (1976-83). El temor a una escalada estaba en el aire. "El atentado contra Cristina Kirchner es resultado del ‘ellos o nosotros’", señaló el ex ministro del Tribunal Supremo, Raúl Zaffaroni.

Un historial de odios

Los grandes historiadores del peronismo, entre ellos el francés Alain Rouquié, consideran que la fuerza emocional más intensa de la Argentina es aquella que emana de los que se han opuesto por todos los medios a Juan Perón entre 1946 y, nueve años más tarde, su derrocamiento. Buenos Aires fue escenario del bombardeo más importante contra la población civil después del Guernica, el 16 de junio de 1955. En 1956, el régimen castrense que derrocó a Perón sancionó la Ley 4161 que prohibía pronunciar los nombres del general exiliado y su difunta esposa, Eva Duarte, cuyo cadáver llegó a ser vejado. "Si no fuese por la torpeza del antiperonismo, el peronismo no hubiera durado tanto", estima Rouquié. La aparición del kirchnerismo, en 2003, pero especialmente a partir de 2008, cuando la entonces presidenta se enfrentó con los grandes productores agropecuarios por la renta de la soya, reactivó esos sentimientos que parecían formar parte del pasado.

Vídeo | Así ha sido el intento de asesinato de Cristina Fernández de Kirchner

/ Vídeo: AGENCIA ATLAS Foto: Agencias

La pulsión de muerte

El regreso del peronismo al poder, a fines de 2019, llevó a otro plano la ira de sectores de una derecha que ha adquirido formas nuevas. Las redes sociales se han convertido en una incitación permanente al asesinato, incluso durante la pandemia, cuando se definió a la presidencia de Alberto Fernández de “infectadura”. En algunas marchas se han escenificado juicios sumarios. Se han dejado frente a la puerta de la sede del Ejecutivo bolsas mortuorias con los nombres de las principales figuras del Gobierno. La fantasía está a la orden del día. Pocas horas antes del intento de magnicidio, Roberto García Moritán, un legislador de derechas que adquirió renombre por casarse con una conocida modelo propuso demoler el emblemático edificio del Ministerio de Desarrollo Social para "mejorar la circulación". Allí se ven dos imágenes de Eva Perón que se iluminan por la noche y son intolerables para el antiperonismo. La grave crisis económica de un país con 40% de pobres y con el fantasma del colapso en el horizonte es un componente ineludible para comprender el presente.

Peligrosos antecedentes

El dictador Pedro Eugenio Aramburu, responsable de una serie de fusilamientos de peronistas en 1956, fue secuestrado en 1970 y luego ejecutado por la naciente guerrilla Montoneros. Nunca antes un expresidente había sido asesinado en Argentina. Pero América Latina no está exenta de casos de extrema gravedad. Luis Donaldo Colosio, el candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI) de México recibió un disparo en la cabeza que terminó con su vida el 23 de marzo de 1994. Un mismo 23 de marzo, aunque de 1999, fue asesinado en la calle Luis María Argaña, entonces vicepresidente de Paraguay. Jair Bolsonaro fue apuñalado en 2018, en plena campaña electoral. Evo Morales estuvo a punto de perder la vida tras su derrocamiento, en noviembre de 2019. Lula ha decidido realizar su campaña electoral con chaleco antibalas. Ahora es en Buenos Aires donde la palabra magnicidio ha dejado de sonar a hecho descabellado.