Crisis del coronavirus

China reabre las fronteras a los estudiantes extranjeros

Varias embajadas chinas anuncian que vuelven a emitir visados de estudiante a los que acrediten un permiso de residencia en el país tras más de dos años de cierre

Una mujer se somete a una prueba PCR.

Una mujer se somete a una prueba PCR. / EFE

Las noticias sobre una extraña neumonía eran un lejano eco para los jóvenes extranjeros que disfrutaban las navidades en sus países antes de retomar el curso en 

China

. Nunca regresaron. Primero cerró Wuhan, después Hubei y por último todo el país. Más allá de las fronteras quedaron los estudiantes. El coronavirus pausó las carreras de algunos, descarriló las de otros y a todos sumió en la incertidumbre y la impotencia. Esta semana, dos años y medio después, China ha reabierto las puertas a los estudiantes.

A Kaopod, tailandesa veinteañera, su hermana le habló de una epidemia mientras descansaba en Bangkok tras su primer año de Relaciones Internacionales en la prestigiosa Universidad de Fudan (Shanghái). "El centro nos pidió al principio que no regresáramos y, en marzo, China informó de que iba a cerrar en breve, así que teníamos que volar con urgencia, pero yo seguía asustada. Estudié en línea desde Tailandia pero lo dejé en el tercer semestre", señala. "Todo quedó en China. Mis amigos, mi ropa... acababa de pagar un año de alquiler del piso, perdí mucho dinero, no sabía qué hacer con mi vida", continúa.

Varias embajadas chinas anunciaron esta semana que volvían a emitir visados de estudiante a los que acrediten un permiso de residencia. La medida acentúa la tendencia después de que en junio se abreviara el papeleo de otros visados y se recortara la cuarentena a siete días en hotel y tres en casa. Siguen disparados los precios de los vuelos, un problema colosal para los estudiantes, y presenta China aún las mayores restricciones del mundo, pero son un alivio comparadas con el muro inexpugnable de meses atrás.

"Empezar de cero"

"La mayoría de los estudiantes españoles quedaron bloqueados y muy pocos pudieron volver. Un pequeño porcentaje siguió estudiando por internet. Es posible en carreras como traducción o relaciones internacionales pero las clases presenciales son obligatorias en las carreras técnicas. Muchos abandonaron el doctorado a medias y empezaron de cero en otro país", revela Pedro Laborda, profesor catedrático de la Universidad de Nantong y presidente de la Red de Investigación China-España. Los pocos que quedaban en China, añade, se marcharon porque el cerrojo dificultaba sus salidas al extranjero.

Los varados en España se agarraron durante años a los rumores de inminentes aperturas, sin más evidencias que sus deseos: después de la Asamblea Nacional Popular, después de las vacaciones de Año Nuevo, después de los Juegos Olímpicos de invierno de Pekín... "Buscaba información en las webs chinas, estaba en contacto con otros estudiantes en mi situación, llamaba a la embajada española y a la china pero siempre contestaban que todo dependía de Pekín... Han sido años de frustración e incertidumbre", lamenta Pol, catalán de 24 años. Quiere regresar a Shanghái para perfeccionar su mandarín pero esperará a que China normalice su relación con el coronavirus.

China, atractivo estudiantil

En 2019, aún prepandémico, medio millón de extranjeros estudiaban en China. Es el tercer mercado, después del Reino Unido y Estados Unidos, líder destacado con un millón de estudiantes. El 60% llega desde Asia (Corea del Sur, Tailandia, Paquistán, India) y crece el número de africanos. Casi la mitad de becas del África subsahariana las paga Pekín, según datos oficiales. La educación es un pilar del "poder blando" que persigue China para aumentar su influencia global. El Reino Unido en su lejano esplendor y EEUU aún hoy la precedieron en la formación de científicos, intelectuales o políticos. El desconocimiento, los clichés y los prejuicios sobre China hacen de la educación de las élites extranjeras una urgencia para Pekín.

Apenas queda en China una quincena de aquellos 200 estudiantes españoles antes de la pandemia. La segunda cifra se explica por la escasa audacia y la abundante ignorancia: China se sigue viendo como un destino lejano, más incluso en lo cultural que en lo geográfico, con una lengua extraña y otros retos mayúsculos. No hay país más generoso en becas, con un horizonte laboral más prometedor, con más universidades ansiosas de talento extranjero y con un respeto más reverencial a la educación, una reliquia imperial que la apertura no ha mitigado.

Política de becas

"Es habitual que China pague los estudios y ofrezca muchos puestos de investigador con buenos salarios y vuelos a España. En Europa y EEUU es más complicado. Muchos estudiantes llegan becados y acaban promocionados", revela Laborda. China es un ecosistema propicio para el estudio y la investigación, enterrados ya los tiempos de las copias groseras y las manufacturas baratas, con un impulso estatal decidido. Superó la década anterior a EEUU en patentes y el pasado año en producción científica en las revistas prestigiosas del sector.

Caben dudas sobre cuánto tardará China en recuperar el mercado porque otros países se han afanado en ocupar el vacío y su política de cero covid ha generado comprensibles rencores y desconfianzas. "Será un proceso rápido. Las universidades chinas quieren estudiantes extranjeros y a nosotros nos mejoran mucho el currículum", vaticina Laborda.