CONFLICTO EN EL ESTE DE EUROPA

Seis meses de guerra en Ucrania: la vida entre escombros

El conflicto provoca ingentes daños a infraestructuras y viviendas privadas en el país eslavo, donde el invierno se anuncia durísimo para la población afectada

Los equipos de rescaten buscan entre los escombros de una escuela tras un ataque aéreo ruso en la localidad de Járkov, el pasado 7 de julio.

Los equipos de rescaten buscan entre los escombros de una escuela tras un ataque aéreo ruso en la localidad de Járkov, el pasado 7 de julio. / EFE

Irene Savio

El barrio de Saltivka, en Járkov, vive cubierto de miedo y destrucción, por los impactos de los misiles que allí caen semana tras semana. Una hilera de edificios populares de varios pisos de altura con el techo descolgado. El carbonizado mercado de Barabashova. El hospital al lado de una iglesia ortodoxa rusa. Y luego casas, bares, tiendas, pequeños almacenes, colegios y centros de deportes, llevan las cicatrices de una guerra que se intensifica por las noches, cuando poquísimas luces permanecen intrépidamente encendidas, las farolas se apagan y las cortinas de las casas se cierran, en el intento de evitar cualquier destello que pueda atraer la atención. Solo pocos coches extraviados se abren entonces paso por las calles como luciérnagas que vagan por calles mortecinas.

Estas escenas, presenciadas por esta periodista la última vez a finales de junio, han continuado repitiéndose desde entonces, según cuentan los que allí permanecen y confirman las alarmas antiaéreas que suenan con trágica constancia. No hay paz para Saltivka, barriada a la que la guerra ha convertido desde hace meses en la zona más peligrosa de esta ciudad ucraniana. Desde hace meses, en algunas partes —en particular, las más al norte—, las autoridades recomiendan irse a sus ciudadanos, pero muchos, demasiados, no lo han hecho. Conviven así con el pánico cotidiano en esta urbe, la segunda más importante de Ucrania, que continúa en la mira de un Ejército profesional, el ruso, que dispara a poca distancia del ucraniano, apoyado por la población.

"Casi nada en pie"

No es el único sitio en el que se padecen los destrozos que provoca la guerra de Ucrania, un conflicto que ahora cumple seis meses desde su inicio el pasado 24 de febrero. Instantáneas similares, con mayor o menor intensidad, también se replican en los tantos pueblos anónimos de las zonas rurales de la región de Járkov, en las zonas de Donetsk aún disputadas entre Ucrania y Rusia, y en el sur del país, en particular en la región de Odesa Nicolaiev, ciudad donde sufren problemas hídricos por las tuberías que antaño compartían con la ocupada Jersón. "Algunos agricultores locales están resignados pues ya no queda casi nada en pie de sus granjas", cuenta Yuri, un maestro e intérprete de Odesa.

No hay datos definitivos sobre los daños totales provocados por los enfrentamientos en el país; es un balance que crece con el pasar de los días, a medida que se suman más edificios comerciales, casas, carreteras, puentes, aeropuertos, plantas industriales y otras infraestructuras destrozadas en todo el país. La última cifra ofrecida por el primer ministro ucraniano, Denys Shmyhal, ha sido de 750.000 millones de dólares que se necesitarán para la reconstrucción cuando el conflicto acabe, según dijo en un simposio en julio en Lugano; otros dan cifras más altas. La Organización Mundial de la Salud ya ha llegado a contabilizar, en su análisis actualizado regularmente, unos 400 ataques a hospitales y otros centros médicos.

La Escuela de Economía de Kiev también ha dado cifras en su estudio de agosto. Según esta fuente, 105.200 coches, 43.700 máquinas agrícolas, 764 guarderías, 1.991 tiendas, 634 centros culturales y 114.700 viviendas han sido dañadas o destruidas desde el comienzo de la invasión rusa. El resultado de ello será un invierno que se anuncia durísimo incluso en los pueblos situados en los alrededores de la capital ucraniana, Kiev, donde la partida de las fuerzas rusas en marzo ha dejado detrás de sí un panorama desolador, con algunas zonas completamente arrasadas e inmuebles derruidos de forma irremediable. Y la ayuda internacional para reconstruir parece no estar llegando tan rápido como la militar, en este país que además en 2021 se situaba aún en el puesto número 122 (de 188) en el índice de percepción la corrupción de Transparencia Internacional.

Viviendas prefabricados

"En pueblos como Moschun, lo que hemos hecho es empezar a colocar pequeños contenedores prefabricados modulares para que los habitantes más afectados puedan pasar el invierno. Habrá que tener cuidado pues son pequeños y el aire frío puede entrar rápidamente", cuenta Sergii Zavadskyi, miembro de la sede ucraniana de la Fundación Rotaria, una de las organizaciones privadas que se han involucrado en ayudar a las personas cuyas casas fueron destruidas en la región de Kiev. "No es mucho, los fondos están tardando en llegar, pues en el verano todo se ha paralizado. Pero aún así es una pequeña ayuda, a la espera de una reconstrucción que tal vez tarde 1 o 2 años", afirma Zavadskyi.

Según las autoridades del país, alrededor de 3,5 millones de personas son hoy sin techo en Ucrania, es decir, se han quedado sin una casa en la que vivir. Otros han huido y aún no han vuelto, mientras que la destrucción de colegios también amenaza con dejar a centenares de niños sin clases presenciales. Organizaciones como Human Rights Watch también han señalado casos, en distintas zonas del país, en los que tanto las tropas rusas como las ucranianas han colocado sus fuerzas en áreas pobladas provocando daños a edificios civiles. Son testigos, ellos también, de un conflicto que ya ha matado a más de 5.000 civiles y ha herido a más de 7.000, según la ONU, y hundirá el PIB ucraniano en un 45% en 2022, según la previsión del Banco Mundial.