DESBLOQUEO COMERCIAL

Ucrania intenta poner en marcha el pacto con Rusia para exportar cereales

Kiev anuncia que está trabajando para que el acuerdo entre en vigor esta misma semana

El pacto coincide con una gira de Lavrov por África, donde Rusia busca fortalecer su influencia

Un trabajador durante el acopio de granos tras la cosecha en Odesa (Ucrania).

Un trabajador durante el acopio de granos tras la cosecha en Odesa (Ucrania). / EFE

Irene Savio

Irene Savio

El objetivo es ambicioso, pero las autoridades de Ucrania se lo han fijado: reanudar las exportaciones de trigo y otros productos agrícolas esta semana. Esa es la fecha comunicada por Kiev para se ponga en marcha el llamado ‘acuerdo de los cereales’. Lo ha anunciado en las últimas horas el ministro de Infraestructuras ucraniano, Oleksandr Kubrakov, después de que un nuevo ataque ruso sobre el puerto de Odesa hiciera peligrar el sábado el importante pacto con Rusia para desbloquear las exportaciones de grano desde los puertos ucranianos del Mar Negro. El fin es aliviar una crisis mundial que ya ha disparado el número de personas con inseguridad alimentaria aguda o en alto riesgo a la cifra de 345 millones.

Ucrania ha explicado que el transporte de cereales de su país (que abastece al mundo, junto a Rusia, del 30% del trigo comercializado, del 20% del maíz y del 70% del girasol) se iniciará desde el puerto de Chornomorsk, localidad a unos 30 kilómetros hacia el suroeste de Odesa. Desde esta última ciudad y del cercano puerto de Pivdennyi de Yuzhne se producirán los siguientes envíos, si la guerra no hace fracasar este acuerdo firmado con la mediación turca y de la ONU. Según fuentes ucranianas, los tres puertos pueden alcanzar un volumen de exportación equivalente a las 3 millones de toneladas por mes.

Pero aún así algunos expertos creen que las subidas de los precios de los alimentos solo se mitigarán si el acuerdo se mantiene en el tiempo y la guerra en Ucrania retrocede. Otros analistas, en cambio, ven en el pacto un posible primer paso para poner fin a la guerra de Ucrania, tal como recientemente decía a la televisión ABC el general australiano retirado Mick Ryan. "El hecho que estos dos países estén dialogando es una buena señal", dijo Ryan.

De momento, Moscú ha recocido la autoría del ataque del sábado, aunque también ha argumentado que iba dirigido a estructuras militares; también el ejército ruso ha continuado a llevar adelante ataques en otras partes del país. Con todo, también Rusia ha descartado que estos hechos hagan descarrilar el acuerdo, según ha dicho el ministro de Relaciones Exteriores de Moscú, Serguéi Lavrov, durante una comparecencia este fin de semana en Egipto. Con las autoridades egipcias, se ha discutido de “nuestra cooperación, pactado más contactos y llegado a un común entendimiento sobre las causas de la crisis del grano”, aseveró Lavrov, después de su encuentro con Sameh Shoukry, su homólogo egipcio.

Rusia seduce en África

El problema, según el economista Volodímyr Dubrovskiy, del centro de estudios CASE de la capital ucraniana, es que el objetivo de Rusia es alimentar el relato de la división Norte-Sur, que Moscú avala. No en vano la gira de Lavrov también incluye desplazamientos a Uganda, Etiopía y el Congo, todos países afectados por la crisis alimentaria. En artículos publicados en cuatro diarios africanos, Lavrov ya ha rechazado que Rusia sea la responsable de la situación.

“Por esto, creo que el acuerdo tiene posibilidades de salir adelante. Le interesa a Rusia”, dice Dubrovskiy. “La cuestión es que dudo que Ucrania perciba los ingresos que le corresponden por el trigo comercializado, y el coste de los seguros (para las naves que transportan el grano) seguirá alto”, añade el experto. De hecho, mientras navegar por el Mar Negro siga siendo riesgoso, difícilmente los precios de las pólizas ofrecidas por las aseguradoras bajarán, lo que complica que Ucrania pueda percibir 12.000 millones de dólares obtenidos por esos productos en 2021.

El caso de Egipto, el país al que viajó primero Lavrov, es emblemático. Tal solo el año pasado el 80% del trigo que El Cairo compró provenía de Rusia y Ucrania; por eso también las autoridades egipcias se han hecho portavoces del común sentir de naciones vecinas que están en una situación similar, como Túnez y varios países de África subsahariana. Lo que está en juego para estos países no es poco: el riesgo es también el de sublevaciones populares (como ocurrió en Sri Lanka) si no logran contener el precio de la canasta básica, en la que los cereales son un alimento primordial.