EXTERIORES

Gas, inmigración y un posible giro a la ultraderecha: los asuntos pendientes con una Italia en crisis

El papel conciliador de Draghi había acercado Italia a una imagen de moderación en Europa, pero las encuestas dan ahora un claro giro a la derecha

España tendrá que ponerse de acuerdo con Italia en cuestiones como inmigración o energía

El primer ministro italiano, Mario Draghi, recibe al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

El primer ministro italiano, Mario Draghi, recibe al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. / ETTORE FERRARI

Acostumbrada a lidiar con la inestabilidad política de Italia —un país que ha tenido 11 primeros ministros en lo que va de siglo—, España tiene, sin embargo, asuntos comunes vivos con el país transalpino que se pueden resentir a raíz del cambio de primer ministro. Especialmente si, como apuntan las encuestas, se produce un giro claro hacia la derecha desde la tecnocracia tranquila de Mario Draghi.

“Lo más relevante para España es qué tipo de Gobierno tendrá Italia. Las encuestas apuntan a una coalición entre Fratelli d'Italia, de Giorgia Meloni (un partido de ultraderecha, antifeminista y nacionalista que estuvo haciendo campaña en Andalucía con Vox) y la Liga de Matteo Salvini (derecha radical euroescéptica)”, explica a

El Periódico de España

Nacho Molina, investigador del Real Instituto Elcano. “Eso puede ser perjudicial para nuestro país tanto por la línea política que sostienen contra el euro como por la línea geopolítica hacia Rusia. Nos jugamos mucho en eso”. 

Con Italia, España está en sintonía en pedir a Bruselas un reparto justo de los migrantes que lleguen a suelo europeo. Roma, sin embargo, ha tomado la delantera a España en cuestiones gasísticas con Argelia en plena crisis diplomática. La balanza comercial sigue siendo favorable a España. Pero Draghi optó por girar geopolíticamente hacia Francia y Alemania, en lugar de apoyarse en los países mediterráneos como Grecia, Portugal o España.  

Gas - Draghi se alía con Argelia en plena crisis con España

Cuando comenzó la invasión rusa de Ucrania, Draghi supo inmediatamente que tenía un enorme problema. Aunque la atención mediática se centraba en Alemania, Italia era también totalmente dependiente del gas ruso: un 40%. Puso el italiano en marcha a la potente maquinaria de diplomacia económica para cambiar Rusia por Argelia, hasta ese momento su segundo proveedor.

Entonces llegó el giro español sobre el Sáhara Occidental y la crisis diplomática total con Argel. El exbanquero de Goldman Sachs no paró, más bien al contrario. En tres meses, se vio en tres ocasiones con el presidente argelino Abdelmadjid Tebboune. Este lunes, cuatro días después de su primer intento de dimisión, y con su Gobierno en plena descomposición, Draghi decidió no faltar a una cuarta cita: la cumbre bilateral italo-argelina, en Argel.

La estrategia estaba clara: convertir a Italia en un hub energético. Sellaron una alianza energética y un acuerdo comercial por valor de 4.000 millones de euros, justo en el momento en que las transacciones están congeladas con España.

El martes, la compañía pública de gas de Argelia, Sonatrach, firmó un acuerdo de explotación de hidrocarburos con la empresa italiana ENI, la francesa Total, y la estadounidense Continental. Draghi lo había conseguido: Argel ya es el principal proveedor de gas, y llegará en los próximos días a 25.000 millones de metros cúbicos anuales, un aumento del 113% respecto a los volúmenes previstos. 

Inmigración - Italia apoya con España la idea de reparto de migrantes

Nada más llegar al Gobierno en 2018, Pedro Sánchez ordenó que se acogiera en puerto español al barco Aquarius, en el que se encontraban más de 600 personas abandonadas a su suerte en el Mediterráneo. Había sido rechazado por el ministro de Interior y vicepresidente del Gobierno italiano, el ultraderechista Matteo Salvini. 

En 2020, Giuseppe Conte (primer ministro italiano del Movimiento 5 Estrellas con Salvini como vicepresidente) firmó en Mallorca una declaración con Pedro Sánchez. Un documento que enviaron a Bruselas pidiendo que se corrigiera la propuesta para un nuevo Pacto de Migración y Asilo de la UE.

Roma y Madrid querían que “quede claro que compartir la carga de forma equitativa es un factor esencial para una auténtica política europea de migración y asilo”. La tesis conjunta es que hay “desequilibrios” en los “elementos propuestos de solidaridad y responsabilidad” por la UE. 

Para España (y otros países del Mediterráneo), las reglas propuestas por la UE para la gestión de la migración son “muy estrictas en cuanto a las responsabilidades de los países de primera entrada”, como es España tanto en las llegadas por tierra a las fronteras de Ceuta y Melilla como en las llegadas de embarcaciones con migrantes a las costas de Andalucía o Canarias. 

“Sobre política migratoria, España e Italia son países parecidos, fronteras marítimas con África. Ambos defienden la política de cuotas a la que se oponen en los países del este; Alemania dirá que tiene ya muchos inmigrantes; y Bruselas que no tiene competencias”, apunta Molina. “Si gana Enrico Letta, un Emmanuel Macron a la italiana, estará en sintonía con Sánchez. Pero los otros pueden ser tan radicales en inmigración que no creo que Sánchez los elija como compañeros de viaje para pelear por el tema en Europa”. 

Diplomacia - Del diálogo a la amenaza de la ultraderecha

La llegada de Draghi al puesto de primer ministro ejerció de elemento estabilizador dentro de las fronteras italianas, pero también fuera. El expresidente del Banco Central Europeo recuperó la credibilidad de Italia tras el paso de los gobiernos populistas y de personajes como Silvio Berlusconi.

Con Olaf Scholz con problemas para llenar los zapatos de Angela Merkel y con Emmanuel Macron sumido en unas elecciones que casi pierde frente a la ultraderecha, Draghi supo detectar que era el momento de recuperar el papel de Italia como vertebrador del eje franco-alemán.

Un nuevo aire que supuso, eso sí, el abandono del frente mediterráneo que había defendido su predecesor en el cargo, Giuseppe Conte. El hecho de que España esté ahora en sintonía tanto con Francia como con Alemania diluyó el efecto negativo de ese desmarque, pero, si las elecciones confirman la victoria de la ultraderecha que vaticinan las encuestas en Italia, ese diálogo entre ambos países puede resentirse.

Comercio bilateral - Balanza comercial favorable España

En cuanto a la relación comercial, ambos países mantienen un vínculo muy estrecho. Italia es el tercer país que más productos españoles importa y España es el cuarto comprador más importante de las exportaciones del país transalpino.

“En el tema comercial y económico nadie querrá dañar los lazos económicos entre estas dos grandes economías de la Unión, aunque será más complicado si un Gobierno antieuropeo en Italia pone en apuros al euro”, sostiene Molina. 

A pesar de que, como reconoce el ICEX, el organismo público encargado de fortalecer las relaciones comerciales de España en el extranjero, tradicionalmente ha existido un desequilibrio favorable a Italia en la balanza comercial, “en los últimos 10 años la inversión española en Italia supera a la italiana”.

Desde que Mario Draghi llegó al puesto de primer ministro en febrero de 2021, España ha exportado a Italia más productos de los que ha importado. Según datos de la Secretaría de Estado de Comercio, el año pasado el saldo favorable a las exportaciones españolas se acentuó con respecto a 2020, pues se exportó por 26.566 millones de euros y se importaron mercancías por valor de 22.618 millones. Un balance en positivo de 3.948 millones que mejoró los 2.665 millones del año anterior.

A la espera de que termine el 2022, los datos entre enero y mayo comparados con el mismo periodo de 2021 también apuntan en una dirección similar. En los cinco primeros meses de 2022 se vendieron productos españoles por 12.802 millones (10.579 millones en 2021) y se compraron italianos por 11.227 millones (8.857 millones).