LIMÓN & VINAGRE

¿Doctor Stoltenberg? Volamos hacia Moscú

Jens Stoltenberg es noruego, de donde los fiordos y el salmón, y por supuesto no es militar, la organización militar más grande que jamás ha existido tiene por costumbre elegir a civiles para dirigirla, seguramente eso debe de tranquilizar a los europeos

¿Doctor Stoltenberg? Volamos hacia Moscú

¿Doctor Stoltenberg? Volamos hacia Moscú

Albert Soler

Albert Soler

Cuando me enteré por la prensa de que habían nombrado secretario general de la

OTAN

a un tal Strangelove, pensé que, esta vez sí, la cosa iba en serio. Que se iba a enterar Putin de lo que vale un peine, que con occidente no se juega y que con una simple llamada del teléfono rojo, volamos hacia Moscú. Fue un error mío, claro, que nunca he sido ducho en eso de los idiomas. A quien habían nombrado era a Stoltenberg, pero seguro que a Putin le entró el mismo miedo en el cuerpo que a mí. De hecho, no ha sido hasta ocho años después del nombramiento de Stoltenberg/Strangelove al frente de la OTAN, que el mandatario ruso no se ha decidido a invadir Ucrania, ocho años hasta estar seguro de que al otro lado del nuevo telón de acero tiene a Stoltenberg, no a Strangelove.

¿Quién no ha jugado a soldaditos de niño? Jens Stoltenberg ha cumplido el sueño de tantos niños que en el mundo han sido, y ha conseguido continuar haciéndolo hasta la edad adulta. Ahí sigue, a sus 63 años, dirigiendo desde 2014 la OTAN, o la NATO, que dicen los snobs para que sepamos que, aunque no hablan inglés, lo saben disimular. Stoltenberg es noruego, de donde los fiordos y el salmón, y por supuesto no es militar, la organización militar más grande que jamás ha existido, tiene por costumbre elegir a civiles para dirigirla, seguramente eso debe de tranquilizar a los europeos.

Uno ve a un general con su mandíbula cuadrada y el pecho oculto tras las medallas, dirigiendo la OTAN, y se pasa los domingos construyendo un búnquer en la alacena, con la ayuda del cuñado. Por si acaso. En cambio, uno ve a un civil noruego de secretario general y llega a creerse que la OTAN es un club de amigos que se reúne de vez en cuando para alguna comilona, así que puede dedicar los domingos a pasear en bicicleta, que es la moda.

Echa a andar la cumbre de la OTAN

/ Vídeo: AGENCIA ATLAS Foto: José Luis Roca

Stoltenberg y el resto de mandatarios de ese club de amigos, se hallan precisamente estos días de comilonas en Madrid. Los noruegos, como los nórdicos en general, tienen fama de frugales, no parece nuestro hombre alguien que se deje seducir por los placeres de la mesa, no hay más que verlo. Probablemente mientras los demás saborean los manjares acostumbrados de estas cumbres -una cumbre sin que se filtre su menú a la prensa para que los ciudadanos puedan exclamar "hay que ver como se atiborran, no comen lentejas, no, se nota que no lo pagan ellos", no merece llamarse cumbre-, Stoltenberg, que en el fondo no ha dejado de ser un niño, ande con el pensamiento lejos de allí, moviendo una división de carros de combate de un lado a otro de los Urales, bombardeando alguna ciudad quién sabe dónde, o desembarcando unas cuantas unidades de infantería en Normandía, ya sé que eso ya se hizo en su día, pero los niños son así. Tal vez incluso se ayude de los manjares que no va a comer - ¿he comentado que es hombre más bien frugal? - para dejar volar la imaginación.

- ¿Se encuentra bien, míster Strangelove, sorry, Stoltenberg? Hace rato que le observo mover las gambas de un lado a otro del plato mientras tararea la Cabalgata de las Valquirias. Si no va a comérselas, me las llevo yo, que después tengo una fiesta en mi habitación.

- Errr... Perdón, estaba pensando en mis cosas. Coja las gambas, cójalas, míster Boris, yo no tengo hambre – responde como ausente.

Stoltenberg cobra su buen sueldo como secretario general de la Alianza, y está bien que así sea, y además se lo pasa bien jugando a soldaditos. Pero todo el mundo sabe que el jefe ahí es Joe Biden, a quien nadie osaría comérsele una gamba y a quien todo el mundo, Stoltenberg el primero, trata como el mandamás. Una cumbre de la OTAN sirve solamente para dos cosas, una son las comilonas ya mencionadas, y la otra es para que cada dirigente pueda hacerse una foto con el presidente de los

Estados Unidos

que toque. El porqué de esas ansias de tener una foto junto al POTUS es un misterio insondable, hay quien sostiene que hace ganar votos, pero uno tiende a pensar que sirve solo para enseñarla en ágapes familiares. Con Stoltenberg solamente quieren hacerse fotos los camareros, y eso porque a menudo lo confunden con un autor de novela negra nórdica, tan de moda entre el gremio de la hostelería.

Aunque Stoltenberg sea un hombre de paja, es un hombre de paja de la OTAN, que no es poca cosa, así que alguna cosa habrá que preguntarle. La pregunta recurrente en España -Gibraltar aparte, pero como anda por aquí Boris Johnson comiendo gambas, mejor no mentarlo- es si dicha organización protegería a Ceuta y Melilla llegado el caso. A ello respondió Stoltenberg hablando del nuevo Concepto Estratégico y asegurando que quiere avanzar en la adhesión de Finlandia y Suecia. O sea que, como buen noruego, se hizo el sueco.