ALIANZA ATLÁNTICA

OTAN, siete décadas de expansión

La Alianza Atlántica ha pasado de sus 12 miembros fundadores a los 30 actuales

Finlandia y Suecia inician los trámites de una adhesión que amplía en más de 1.300 kilómetros la frontera de la OTAN con Rusia

Reunion Finlandia Suecia Turquía y OTAN

Reunion Finlandia Suecia Turquía y OTAN / OTAN

Miriam Ruiz Castro

Miriam Ruiz Castro

 La Segunda Guerra Mundial (1939-1945) dejó una Europa destruida y un mundo dividido en dos modelos. El capitalismo norteamericano y el comunismo soviético tejían sus redes de influencia creando una frontera imaginaria que Winston Churchill bautizó como “telón de acero”. El 4 de abril de 1949, en ese contexto de Guerra Fría, EEUU sentó a la mesa a sus aliados para intentar poner freno a la Unión Soviética, dando a luz al Tratado del Atlántico Norte y creando la que es hoy la organización militar más poderosa del mundo.

España se unió al club en 1982, después de haberlo mirado con reticencias. La capital española es ahora anfitriona de una cumbre decisiva para la Alianza, con la vista puesta de nuevo en la amenaza rusa y las puertas abiertas a dos nuevos socios históricamente neutrales: Suecia y Finlandia.

Cuatro adhesiones en treinta años

Con el objetivo de “unir sus esfuerzos para la defensa colectiva y la conservación de la paz y la seguridad”, el tratado fundacional lo firmaron en la ciudad de Washington una docena de países. Los ministros de Exteriores de Bélgica, Canadá, Dinamarca, Estados Unidos, Francia, Islandia, Italia, Luxemburgo, Noruega, Países Bajos, Portugal y Reino Unido convirtieron a sus estados en miembros fundadores de la Alianza.

Aunque están obligados por el tratado, los miembros disfrutan de cierta flexibilidad para elegir cómo participar en la Alianza. El presidente Charles de Gaulle retiró a Francia de la estructura militar integrada en 1966 y firmó dos acuerdos técnicos con procedimientos en caso de agresión soviética. En 2009, Nicolas Sarkozy decidió volver a integrar al país plenamente en las estructuras de la OTAN, con excepción del grupo de Planificación Nuclear. Islandia es otro ejemplo de “flexibilidad”, puesto que no tiene fuerzas armadas.

Grecia y Turquía se sumaron tres años después, reforzando el “flanco sur” de la alianza mientras la Unión Soviética daba apoyo a Corea del Norte en su invasión de la vecina del sur. En palabras de la propia organización, “extender la seguridad al sureste de Europa era estratégicamente importante”.

En 1955 y tras años de deliberaciones, la República Federal Alemana, bajo la influencia de occidente, se convirtió en el miembro número 15 de la OTAN. No fue una adhesión fácil, con una población contraria a cualquier forma de rearme. Con la reunificación de Alemania en 1990, la antigua República Democrática Alemana pasó a formar parte de la Alemania Occidental y también de la Alianza.

El último país en unirse al club antes de la era post soviética fue España. Leopoldo Calvo Sotelo lo incluyó en su programa de gobierno y fue Felipe González, que había popularizado el ‘OTAN, de entrada no’, el encargado de pilotar el ingreso tras someterlo a referéndum.

La expansión de la OTAN tras la caída de la URSS

La caída del muro de Berlín (1989) puso fin a la guerra fría y trajo consigo una primera oleada de adhesiones de los países de Europa del este. El Estudio sobre la Ampliación de la OTAN que se realizó en 1995 concluyó que era una “oportunidad única”: la República Checa, Hungría y Polonia fueron invitados a iniciar las conversaciones en la Cumbre de Madrid de 1997. Dos años después, se convirtieron en los primeros ex miembros del Pacto de Varsovia en unirse a la OTAN.

Después de la experiencia con estos países, la organización creó en 1999 el Plan de Acción para la Adhesión (MAP, por sus siglas en inglés) que sirve para asesorar a los candidatos a formar parte de la OTAN y ayudarlos a que cumplan los requisitos. Participar en el MAP no vincula a la Alianza a aceptar al nuevo miembro, que tendrá que ser admitido por unanimidad.

En 2003, siete países de la órbita soviética protagonizaron la mayor ampliación de la historia de la OTAN: Bulgaria, Estonia, Letonia, Lituania, Rumanía, Eslovaquia y Eslovenia. Aunque hacía una década que ya eran socios de la Alianza, en 2009 también se sumaron como miembros Albania y Croacia.

Los últimos en unirse al club euroatlántico han sido Montenegro, en 2017, y Macedonia del Norte, en 2020. Éste último tuvo especiales dificultades por la disputa que mantenía con Grecia a cuenta del nombre del nuevo país surgido tras la independencia en 1991.

Bosnia, a la espera

Bosnia y Herzegovina participa desde 2010 en el Plan de Acción para la Adhesión y es el único país que está actualmente con uno de estos planes activo. Sin embargo, dos décadas después continúa a la espera.

En la cumbre de 2008, los aliados aplaudieron el interés de Ucrania y Georgia por convertirse en miembros, pero sin que se pusiera en marcha ningún plan de adhesión concreto. En el seno de la OTAN hubo miembros que temieron la reacción de Moscú ante un nuevo movimiento expansionista de la Alianza cerca de sus fronteras.

El futuro: Finlandia y Suecia

Según recoge el artículo 10 del Tratado fundacional, la OTAN está abierta a cualquier “estado europeo en condiciones de promover los principios” contenidos en el mismo “y contribuir a la seguridad del área del Atlántico Norte”. La OTAN, por tanto, solo está abierta a países europeos.

La invasión rusa de Ucrania ha provocado que Suecia y Finlandia, históricamente neutrales ante los enfrentamientos entre los dos bloques, hayan iniciado oficialmente el procedimiento para convertirse en miembros. La posibilidad de una adhesión exprés parece truncada por las resistencias de Turquía. La cumbre de la OTAN en Madrid será uno de los escenarios donde se dirima cómo y cuánto pueden avanzar las negociaciones.

Desde el fin de la Guerra Fría, la política expansiva de la alianza ha ido acercando sus fronteras a Rusia. Cinco de los catorce países con los que el país liderado por Vladímir Putin comparte frontera ya son miembros de la OTAN: Letonia, Estonia, Noruega, además de Polonia y Lituania, limítrofes con Kaliningrado. La llegada de Finlandia supondría ampliar en más de 1.300 kilómetros la frontera de la alianza con Rusia.