Crisis en Europa

La guerra de Ucrania aboca a una crisis alimentaria global

La ONU estima que 47 millones de personas más se han sumado a los 276 millones que ya padecen inseguridad alimentaria grave

Una granja en Yakovlivka, a las afueras de Jarkov, tras un bombardeo ruso el pasado 2 de abril.

Una granja en Yakovlivka, a las afueras de Jarkov, tras un bombardeo ruso el pasado 2 de abril. / Reuters

Irene Savio

La guerra de Rusia en Ucrania conduce al mundo a una crisis alimentaria global. La ofensiva que este viernes cumple 100 días ha disparado unos precios que ya estaban alza por la especulación intrínseca del mercado, la escasez de combustible y las disrupciones provocadas por el cambio climático. El trigo, de los aceites de cocina, y de los fertilizantes agrícolas están disparados y la tendencia no deja de acentuarse.

La ONU alertó de secuelas “catastróficas” para la desnutrición infantil en los países más pobres y desde marzo pasado ha habido protestas relacionadas con la subida de precios en Perú, Argentina, Chile, Indonesia, Irán, Líbano, Sri Lanka, Sudán, Túnez, Kenia, Chipre y , Grecia. Los analistas no descartan que lo siguiente sean nuevos movimientos masivos de población, cuando las poblaciones más afectadas empiecen a emigrar para sobrevivir.

Un récord nunca visto

La egipcia Abeer Etepa, del Programa Mundial de Alimentos (PMA), no usa términos diplomáticos para describir la situación. “Estamos ante un récord dramático nunca antes visto desde que el hambre en el mundo se registra con datos”, afirma, en entrevista con este diario. 

Según la organización de la que es parte, 276 millones de personas de 81 países se encontraban en condición de inseguridad alimentaria grave (personas que han pasado un día o más sin comer) a principios del 2022, un número que se duplicó en dos años de pandemia y a causa de la crisis climática. A estas, ahora hay que añadir otros 47 millones (el equivalente a la población de España) de ciudadanos que están en riesgo de encontrarse en la misma condición si el conflicto de Ucrania no se apaga.

Se trata de una crisis alimentaria “sin precedentes”, como subraya Etepa, que ya tiene sus primeras víctimas en: los países que son altos consumidores de alimentos como el trigo, que producen menos de lo que consumen, y no tienen suficientes recursos para hacer frente a las alzas de los precios por diferentes razones, entre ellas sufrir de conflictos armados, graves turbulencias políticas y desigualdad estructural. Buena parte de esos se situan en el continente africano (en particular, Niger, Somalia, Burkina Faso, la República Democrática del Congo, Eritrea, Egipto, entre otros; otros on los que tienen guerras enquistadas o crisis socioeconómicas prologadas (como Yemen, Siria, Líbano, Malí y Pakistán).

En América Latina, la oficina regional del PMA recientemente hizo especialmente hincapié también en el daño provocado por la escasez de tres de los fertilizantes más usados (nitrógeno, fósforo y potasio) en la agricultura local. La razón de esta carencia: Rusia es uno de los principales productores de estos fertilizantes en el planeta, y ahora hay dificultades para los pagos también a causa de las sanciones occidentales contra Moscú, según explican los expertos. “Estas dificultades para hacerse con los fertilizantes que vende Rusia poco a poco afectarán a toda la agricultura mundial, a los países pobres, a los ricos, a los productores grandes y a los pequeños”, cuenta Mario Zappacosta, analista sénior de la Organización para la Agricultura y Alimentación de la ONU (FAO), cuya sede también es en Roma. 

Menos producción y silos llenos

Los enfrentamientos bélicos en Ucrania han reducido con creces la capacidad de producción agrícola. "Los campos cuyos cultivos están minados o ocupados (por las tropas rusas), no han podido ser cosechados, y el rendimiento ha sido inferior”, explica Zappacosta, añadiendo que esta circunstancia “también ha provocado una subida de los precios por las previsiones (de los mercados) de la futura escasez”. 

Por la otra, “los silos en Ucrania están llenos de las cosechas anteriores, pero no están siendo vaciados por el bloqueo (de Rusia) de los puertos del sur ucraniano, por lo que se está optando por un transporte por tierra con camiones que es mucho más lento y está provocando atascos en las fronteras”, argumenta el analista. Algunas fuentes estiman que hay unas 22 millones de toneladas de cereal y granos que están bloqueadas en el país. 

El Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), otra agencia de la ONU que sigue de cerca estos fenómenos, también coincide con el análisis. “Rusia y Ucrania representan alrededor de la tercera parte de las exportaciones mundiales de trigo, y abastecen a los países de Oriente Medio y África del Norte con más de la mitad de sus suministros de cereales. Un 85% de las importaciones de trigo de Egipto provienen de la región del Mar Negro”, ha explicado la organización. Para más complicar más las cosas, India, otro de los mayores productores de trigo del mundo, suspendió en mayo sus exportaciones de este alimento por una excesiva ola de calor.

El espectro es, por eso, de nuevo el del ‘efecto mariposa’, eso es, en este caso, el de revueltas sociales (como, en su momento, ocurrió con las llamadas Primaveras Árabes en Egipto y Túnez), originadas en un descontento ciudadano alimentado también por la escasez alimentaria que sufren los ciudadanos en los países mayormente afectados por el fenómeno. Pero tampoco se descarta que la crisis pueda generar tensiones semejantes en la áreas más deprimidas de los países más desarrollados.