LOS ANIMALES DE LA GUERRA

Las mascotas olvidadas de Ucrania: "Cuando las personas no tienen alimento, para los animales es mucho peor"

Una furgoneta, 3000 kilómetros y cientos de animales huyendo de la guerra

Pablo Brome es un veterinario español que decidió ir a Ucrania para ayudar a las mascotas, grandes olvidadas del horror del conflicto

Una mujer lleva a un perro en brazos durante la evacuación de Kiev, en Ucrania.

Una mujer lleva a un perro en brazos durante la evacuación de Kiev, en Ucrania. / REUTERS/Marko Djurica

Óscar Hernández

Óscar Hernández

A 70 kilómetros de Leopolis se encuentra la asociación ADA, una protectora de animales que desde que estalló el conflicto en Ucrania se ha volcado con las mascotas repartiendo pienso entre los bombardeos rusos de la frontera sur. Pablo Brome, veterinario especializado en animales pequeños y el Hospital Veterinario Privet -donde trabaja- se pusieron en contacto con estos voluntarios y decidieron organizar un viaje para repartir 2.000 kilos de pienso ERA y traer de los refugios fronterizos a los animales sin hogar.

Cuando a Brome se le pregunta por el motivo de este viaje, él responde a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA: "Cuando las personas no tienen alimento, para los animales es mucho peor".

Aún así, "toda Europa brinda su apoyo y las naves están llenas de comida", aunque "cruzar la frontera para entregar el pienso es muy peligroso", comenta el veterinario.

Pese a la gran cantidad de alimentos, ropa y pienso repartido durante las primeras semanas de la guerra y la ayuda que continúa llegando, el apoyo que se necesita es todavía mayor, según comentan asociaciones ucranianas residentes en España y la Cruz Roja, entre otras.

"Cuando llegamos allí y vimos todo lleno, creímos que lo que aportábamos nosotros era insignificante, sin embargo, cada granito cuenta y si todos opinásemos igual no habría ninguna ayuda", recuerda Brome.

El veterinario cuenta a este diario el periplo que comenzó a finales de marzo, en el que tuvo que recorrer toda Europa junto a sus compañeros a lo largo de una semana, para prestar ayuda a los animales que perdieron a sus dueños entre las bombas.

El viaje del veterinario

La idea principal de la que surgió todo el viaje fue aportar ayuda humanitaria y traer animales. Los refugios fronterizos de Rumanía, Eslovaquia y Polonia estaban llenos, las furgonetas estaban preparadas con jaulas y trasportines para traer a refugios de mascotas los animales que no pudiesen ser atendidos allí. Sin embargo, mientras Pablo y los otros veterinarios viajaban por Europa, "la ley polaca cambió y los animales de Ucrania que estaban alojados en albergues en territorio europeo debían guardar una cuarentena de tres meses para comprobar los niveles de rabia", por lo que, "el convoy de ayuda veterinaria no pudo traer animales". "Fue un verdadero fiasco", recuerda el veterinario.

Los refugios de Ucrania

"La ayuda es necesaria, desde animales pequeños hasta ganado", le explicaban las protectoras de animales de la zona al veterinario. Entre estos refugios, como el de ADA, los veterinarios del Hospital Privet repartieron los 2.000 kilos de pienso, además de otros 1.000 kilos de donativos. Una vez cumplida la misión, y ante la impotencia de no poder recoger a ningún animal de los refugios, el grupo decidió cambiar la ayuda de mascotas por la ayuda humanitaria y trataron de buscar a refugiados ucranianos que quisiesen abandonar el país, ya que disponían de espacio en las furgonetas.

La frontera de Polonia

Junto a la frontera con Ucrania, un gran número de países montaron puestos de ayuda humanitaria para poder asistir, alimentar y reubicar a los millones de ucranianos que han pasado por los diferentes campamentos de las organizaciones. "Impresionante el movimiento de gente para poder huir del país", describe Brome sobre la situación de los puestos fronterizos. "Todos creamos una red para poder entregar las personas fuera de ese infierno". Allí, el grupo se dividió para ir a recoger a las diferentes personas que se habían puesto en contacto con ellos para abandonar el país y, finalmente, siete ucranianos regresaron en sus furgonetas a España.

El veterinario recuerda lo que más le llamó la atención de todo el viaje: la estación de tren de Varsovia y el centro de refugiados. "Venían sin nada y con los niños a cuestas". Aún así, "muchos de ellos traían sus mascotas, sobre todo perros y gatos pequeños, aunque no se sabe los que se quedaron atrás", concluye Pablo Brome.

Los animales que no pudieron escapar

Numerosas imágenes han recorrido las cabeceras y las pantallas mostrando el horror y la penuria de la invasión del Ejército Ruso, pero muy pocas recogen lo que les pasa a los animales de compañía, aquellos que no pueden continuar la marcha o no entran dentro del equipaje esencial para sobrevivir. Es difícil cuantificar todavía cuántas mascotas han perdido la vida en el conflicto durante estos tres meses de invasión. Sin embargo, sí que se conocen tragedias como la de Borodyanka: un refugio de animales en el que, de las 485 mascotas, solo sobrevivieron 150, debido a la falta de comida y agua.

Un perro mira a otro perrillo muerto en una carretilla en Bucha, Ucrania.

Un perro mira a otro perrillo muerto en una carretilla en Bucha, Ucrania. / DPA/Zuma Press/Carol Guzy

Como este refugio, muchos otros han quedado abandonados en Ucrania. El ganado deambula por los campos en busca del alimento que nunca llega, hasta que, finalmente, mueren sedientos y famélicos en alguna cuneta.