Guerra en Ucrania

Miguel de la Fuente, cámara de TVE: "Esta guerra es como la batalla de Stalingrado"

“Me ha sorprendido la gran organización de los civiles ucranianos. Estaban preparados para la invasión y esa es la clave de su resistencia”, dice el reportero Miguel De la Fuente

Miguel De la Fuente en Ucrania.

Miguel De la Fuente en Ucrania. / MDF

Salvador Rodríguez

Cuando Miguel de la Fuente y el equipo de TVE del que forma parte llegaron a Ucrania, la guerra aún no había empezado. Eso sí, los tanques y las tropas rusas ya se habían apostado, amenazadoras, en la frontera. Y hacía frío. “La temperatura media en aquellos días era de 10 grados bajo cero- relata de la Fuente-. La nieve alcanzaba un metro de altura a lo largo y ancho de miles y miles de kilómetros cuadrados. Después, a medida que descendía la temperatura, la nieve desaparecía y los campos se convirtieron en lodazales en los que los tanques rusos se embarraban y tenían serias dificultades para moverse. Con la llegada de la primavera, estos últimos días, esos campos se han secado y, sobre ellos, se están pegando muy duro ucranianos y rusos. Parecen batallas de la Segunda Guerra Mundial. A mí esos escenarios me han recordado las imágenes de la Batalla de Stalingrado”.

El cámara ourensano regresó la semana pasada de Ucrania, tras 55 días de cobertura informativa: “Llegamos en preguerra -relata-. En principio, lo previsto era permanecer un par de semanas pero, dos días antes de nuestro regreso, estando en Kramatov (ciudad de la región de Donbás), los rusos atravesaron la frontera y comenzaron la invasión barriendo las trincheras que los ucranianos habían abierto en Jarkov. Tuvimos que quedarnos, claro, y nuestro trabajo cambió de forma radical. Menos mal que nos llegaron los permisos de prensa a tiempo, aunque lo que antes eran facilidades, se convirtió en trabas para poder desplazarse al frente de combate e incluso prohibiciones para filmar en ciertos sitios”.

Una guerra de las de antes

Más de 30 años de experiencia en la cobertura de prácticamente todos los últimos conflictos bélicos más importantes del mundo desde primera línea, avalan a un Miguel de la Fuente que suscribe la paradójica frase de “Todas las guerras son iguales y, al mismo tiempo, todas son diferentes”. En la de Ucrania ha apreciado una diferencia importante: “Las guerras cambiaron en 1991 con la primera guerra del Golfo- recuerda-. Allí se inició con una serie de bombardeos a través de misiles Tomahawk que llegaban al punto preciso y, por implosión, reventaban los edificios por dentro sin causar en el exterior grandes daños; es lo que ahora se denomina guerra quirúrgica. Se trataba de destrozar los recursos del país para, acto seguido, desplegar a las tropas en lo que, se creía, iba a ser un paseo militar. Esto ha sido una constante, una característica propia de las guerras del siglo XXI, aunque en no escasas ocasiones eso del “paseo” no fue tal. En Irak, sobre todo en Basora, se peleó mucho cuerpo a cuerpo”.

“Sin embargo -concreta de la Fuente- en Ucrania la cosa cambia. Rusia tiene mucho poderío terrestre y una excelente aviación, pero enseguida se percató de que, contra el pronóstico de sus estrategas militares, Ucrania contaba con defensas antiaéreas suficientes que les estaban haciendo mucho daño. De manera que, desde Moscú, se decidió que el peso de la invasión lo llevasen las divisiones de infantería encabezadas por sus poderosos tanques; es decir, que aquí, como te decía antes, hemos vuelto a las batallas al más puro estilo Segunda Guerra Mundial, en las que los territorios se conquistan palmo a palmo tras enfrentamientos muy cruentas. Y ahí es donde los invasores se han tropezado con la fortaleza de unos ucranianos organizados que no solo les han causado numerosas bajas, sino que han logrado cortar las líneas de abastecimiento de combustible y munición de las tropas rusas”.

Uno de los aspectos que ha sorprendido al cámara gallego es lo preparados que estaban los ucranianos para la guerra. Las relaciones Rusia/Ucrania se han caracterizado, desde la desmembración de la URSS, por una tensión permanente. Tras la, en la práctica, anexión de Crimea, los ucranianos sabían que los rusos iban a volver en cualquier momento. Y a fe que lo hicieron, y esta vez con una auténtica exhibición de su poderío militar: “Sí- confirma Miguel- a mí me sorprendió mucho lo preparados y, a la vez, organizados, que estaban los ucranianos, tanto desde el punto de vista militar como del de la población civil, sobre todo esta última. Cada vez que un edificio es bombardeado, enseguida aparece una brigada de civiles compuesta por 50 o 100 personas que procede a limpiar los escombros y casi siempre antes de que a los periodistas nos dé tiempo a filmar los destrozos. Y no solamente eso, también tenían previstas sus rutas de fuga para los niños. Estuve con ellos y he llegado a ver como padres y madres llevaban a sus hijos a la frontera y regresaban para seguir combatiendo. Estas brigadas también son las encargadas de organizar los suministros de alimentos tanto a los soldados que combaten en primera línea como en los refugios de la población civil en los que, si entras, ves que está todo muy organizado: comidas, camas, aseos... Hablando con ellos, me informaron de que, desde lo de Crimea, y muy discretamente, se fue articulando todo este entramado de defensa. Ucrania ya era un país en estado de alerta”.

¿Y como se distingue a esta gente del resto la población civil? “Es muy fácil: cuando suenan las alarmas, la mayoría no se mueve, pero esta gente sí. Están conectados entre ellos, incluso mediante apps propias, y saben dónde, cuándo y cómo tienen que actuar”.

La figura de Zelenski

De la guerra de Ucrania ha emergido una nueva figura de la política internacional, su presidente Volodímir Oleksándrovich Zelenski, un licenciado en Derecho que, antes de emprender su carrera política, fue actor, guionista, productor y director de cine y televisión. Se ha convertido en símbolo de la Resistencia, al menos visto desde fuera, y Miguel de la Fuente lo corrobora desde dentro del país: “Todos coinciden en que tienen un gran presidente, incluso quienes, antes de la invasión, lo criticaban. A mí hubo militares que me confesaron que no estaban muy en sintonía con él pero que, bueno, era el presidente de Ucrania y lo iban a defender hasta la muerte. Y realmente Zelenski se está manejando como pez en el agua. Se ha volcado mucho y, mediáticamente, lo está haciendo muy bien. Tiene el apoyo general y aún diría que unánime de los ucranianos”.

Claro que, cuando se habla de la resistencia del pueblo ucraniano, de su unidad, de su valentía, de su disposición a dejarse la vida por su país, hay excepciones, y para ello debemos remitirnos a la antes citada región de Donbás o Donetsk (nombre que suena mucho en Europa por un equipo de fútbol, el Shakhtar). Situado en la Ucrania suroriental, Donbás es un territorio cuyos límites nunca han sido delimitados, que incluye importantes ciudades como Luhansk, de gran riqueza minera, así como el estratégicamente clave puerto de Mariúpol, cuya ciudad que ya ha sido casi totalmente arrasada. “El Dombás -explica De la Fuente- está dividido en dos partes, una prooccidental y otra prorrusa, y los conflictos han sido numerosos entre los dos bandos durante los últimos años. Rusia ha acusado reiteradamente a Ucrania de cometer crímenes contra los prorrusos y esa ha sido una de las justificaciones de la invasión. En mi opinión, el objetivo de Putin era tomar Ucrania entera, pero ahora que sabe que eso no puede llevarlo a cabo, al menos tan fácilmente como creía, aduce que lo que pretende es liberar el Donbás, lo cual le permitiría tener una salida al mar a través del puerto de Mariúpol”.

Como se puede comprobar, Miguel no oculta sus simpatías para con la causa ucraniana. Durante los dos últimos meses ha filmado, y visto, cientos de imágenes, y, como le ocurre en todas las guerras en las que ha estado, a algunas las llevará consigo en su memoria para siempre: “Sí, siempre hay algo que te impacta, que te emociona muy especialmente. Yo de esta guerra me quedo con la secuencia de un niño llorando que deambula por la frontera con Polonia. Está solo, en una mano lleva una chocolatina y en la otra una bolsa. Es una escena que emitió la CNN y que transmite mucha angustia porque representa la situación del país. Es la angustia de un pueblo invadido de todas las maneras, arrasando a la población, echándola de sus casas, de donde se han visto obligados a salir con lo puesto y dejando la familia atrás sabiendo que quizás no la vuelvas a ver nunca más. Esta gente no se merece lo que está pasando, y chavales como ese, menos”.

La fatalidad quiso que mientras regresaba a España junto a sus compañeros de TVE, Miguel recibiese la noticia del fallecimiento de su madre en Vigo. Llegó a la ciudad olívica el pasado fin de semana con el tiempo justo para asistir al funeral. Ya el lunes, regresó a Madrid, donde reside: “¿Que si voy a volver? Pues de momento está claro que no. Hemos pasado días muy duros, en tensión desde que te levantas hasta que te acuestas, en alerta permanente, y eso quema mucho. Te puedes habituar a las sirenas, pero a los bombardeos, nunca. Sabes que en cuanto los oyes tienes que ponerte inmediatamente en marcha. Pero no descarto volver más adelante porque yo creo que, al menos en una parte de Ucrania, el conflicto va a continuar durante mucho tiempo, aunque seguramente irá disminuyendo la atención mediática. De hecho, ya hemos entrado en otra fase. Esta guerra ya ha dejado ser la primera noticia de los Telediarios y ocupa espacios secundarios. Es algo que pasa siempre”.