Elecciones legislativas

Orbán aspira a su cuarto mandato en Hungría

El primer ministro parte como favorito en las elecciones de este domingo aunque tiene en frente esta vez a una amplia coalición de partidos de todo el arco político de la oposición que pueden acabar con la hegemonía que ha mantenido a los largo de los últimos doce años

El primer ministro húngaro, Viktor Orbán.

El primer ministro húngaro, Viktor Orbán. / EFE

El ultraconservador y ultranacionalista Viktor Orbán aspira a revalidar su poder en las elecciones parlamentarias que celebra este domingo Hungría. El primer ministro y su partido Fidesz lideran las encuestas los días previos a unos comicios que algunos consideran la última oportunidad para frenar democráticamente el poder omnipotente construido por Orbán a lo largo los últimos doce años: en la “democracia iliberal” levantada por él y los suyos, la concentración del poder, el acorralamiento de los medios críticos y de las minorías sexuales, y el desgaste de la separación de los poderes del Estado están a la orden del día.

Una victoria supondría el cuarto mandato de Orbán, un antiguo luchador contra la dictadura comunista que lleva años sin esconder su apuesta por un sistema de gobierno autoritario en el seno de la Unión Europea, y que incluso ha coqueteado con algunas posiciones de la Rusia de Vladímir Putin. Todo ello se refleja en la cobertura de la campaña por parte de los grandes medios, donde el oficialismo ocupa el lugar predominante y la oposición recibe un espacio marginal.

Oposición unida

La oposición ha apartado sus diferencias y se presenta esta vez en bloque para intentar desbancar al orbanismo: seis partidos –que van desde la izquierda hasta la derecha radical, pasando por verdes y liberales– han conformado una coalición liderada por el candidato Péter Márki-Zay, un político independiente, católico, conservador de 49 años y padre de siete hijos. Es alcalde de la localidad de Hódmezõvásárhely, donde ganó las elecciones locales en 2018. El hecho de que se impusiese entonces en ese bastión histórico del partido Fidesz da esperanzas a la oposición. Pero Márki-Zay también es un político inexperto frente al presidencialismo que despliega Orbán.

En la recta final de la campaña, el candidato de la coalición opositora no ha dudado en comparar la Hungría de Orbán con la Rusia de Putin, con el telón de fondo de la guerra en la vecina Ucrania: “Orbán y su gente difaman a Occidente, controlan los medios, hostigan a organizaciones civiles y roban. Y en este modelo el pueblo es cada vez más pobre y ellos, lo privilegiados, cada vez más ricos”. La corrupción ha sido precisamente uno de los flancos por los que Márki-Zay ha intentado debilitar al oficialismo. El otro ha sido la guerra.

Guerra en Ucrania

Con esas comparaciones entre Putin y Orbán, el inicio de la invasión rusa de Ucrania se presentó como una oportunidad para desgastar al gobierno ultranacionalista de Budapest. “En esta guerra, Orbán ha aislado internacionalmente a nuestro país”, dijo el candidato opositor a la agencia alemana DPA. El Gobierno húngaro ha condenado la agresión rusa y apoyado las sanciones contra Rusia, pero se opone a enviar armas al gobierno ucraniano y a dejar que transite armamento por Hungría hacia el país vecino.

Orbán se presenta como un defensor de la paz que quiere dejar a su país fuera del conflicto sea como sea. El primer ministro húngaro también ha evitado las críticas personales a Putin. La existencia de una minoría húngara dentro de las fronteras del Estado ucraniano y la enorme dependencia energética de Hungría respecto a Rusia explican en parte esa posición.

Esa estrategia parece haber beneficiado al oficialismo: la retórica del pacifismo desplegada por Orbán desde el inicio de la guerra ha estado acompañada por una clara ventaja de Fidesz en las encuestas de intención de voto, que habían estado hasta ese momento muy igualadas. El porcentaje de indecisos –que algunas encuestas sitúan hasta en el 20%– dan alas a las esperanzas opositoras.

Misión de la OSCE

Organizaciones civiles advierten de que no se puede descartar un fraude electoral a través del transporte de votantes con dinero público, la compra de sufragios o la manipulación del voto por correo. La Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) ha enviado una delegación con 200 observadores para acompañar el proceso electoral, algo poco usual en un país de la Unión Europea.

Un informe preliminar de la misión de la OSCE ya ha denunciado grandes deficiencias en la campaña, como, por ejemplo, que la administración estatal trabaje a favor del partido oficialista o que los medios públicos y privados tomen sistemáticamente partido a favor del partido de Orbán. No es la primera vez que la OSCE hace estas críticas al modelo iliberal húngaro: observadores de la organización internacional ya calificaron las elecciones de 2014 y 2018 como “libres, pero no limpias”.