Opinión | EN CLAVE EUROPEA

Urge un plan de choque económico en la UE

Bruselas parece infravalorar el impacto que tendrá en su economía la guerra de Ucrania, las exigencias de gasto público adicional y el sobrecoste de prescindir del gas y el petróleo ruso en medio de unos sistemas de precios energéticos ya muy disfuncionales

Ursula von der Leyen aplaude la intervención del presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, en la sesión plenaria del Parlamento Europeo.

Ursula von der Leyen aplaude la intervención del presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, en la sesión plenaria del Parlamento Europeo. / EP

La guerra en Ucrania ha alterado el marco económico europeo, ha acentuado las disrupciones de suministros de la pandemia y ha agravado el disfuncionamiento previo del sistema de precios eléctricos y gasistas. La Unión Europea (UE) necesita un plan de choque coherente para reformar el mercado eléctrico y gasista antes de que hunda la recuperación, para amortiguar la escalada de precios y para financiar simultáneamente la ayuda a empresas y trabajadores afectados por el conflicto, el aumento del gasto de defensa y la acogida de los ya cerca de 4 millones de refugiados ucranianos.

La guerra reducirá en 1,4 puntos porcentuales el crecimiento previsto en la eurozona este año, bajándolo al 2,9%, estima la OCDE. Su informe sobre el impacto de la invasión rusa precisa que si el precio del gas en el mercado de referencia europeo TTF vuelve de forma prolongada a su nivel del 2 al 9 de marzo –152-227 euros por megavatio/hora (MWh)–, la economía se recortará en 0,5 puntos adicionales. La OCDE avisa también que una merma del 20% de las importaciones energéticas europeas reduciría en otro punto el producto interior bruto (PIB).

Para amortiguar el 50% del impacto económico de la guerra, la OCDE indica que los gobiernos europeos deberían aumentar el gasto público en al menos el 0,5% del PIB. A ello hay que añadir el coste de acoger a los refugiados ucranianos (10.000-12.000 euros anuales por persona) y el aumento significativo del gasto militar, lo que implica más déficit y deuda pública.   

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/ ZML

La UE, sin embargo, parece infravalorar el impacto de la guerra, como muestra la decisión del Eurogrupo 19 días después del inicio de la invasión rusa de aprobar reinstaurar en 2023 la política de ajuste presupuestario. El plan de la UE de prescindir del 66% del gas ruso antes de fin de año tampoco parece haber evaluado el encarecimiento del coste del gas que supondrá para los europeos, ya que el precio del gas ruso vía gaseoducto que pagaban los países europeos era cuatro veces inferior al del mercado TTF antes de que los precios en ese mercado batieran todos los récords en los últimos seis meses, según los datos de la Comisión Europea.

El primer ministro italiano y expresidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, ha criticado con dureza el funcionamiento muy especulativo y distorsionador de precios del mercado TTF. El precio del gas en ese mercado el 30 de septiembre de 2021 se situó en 97,77 euros el MW/h, dos meses antes de que se evocara la posibilidad de una invasión rusa de Ucrania y sin problemas de suministro. Ese precio era siete veces superior al del 1 de abril de 2019 en pleno auge económico antes de la pandemia.

Precios estratosféricos

EEUU ha prometido aumentar el suministro de gas licuado a la UE, pero sin precisar a qué precio. Dada la limitada capacidad de EEUU, Noruega, Qatar y otros países de incrementar su producción, la competencia de la UE con Asia por el mismo gas licuado puede disparar aún más su coste si se prescinde del gas ruso. El precio del gas en el mercado TTF era el 24 de marzo seis veces mas caro que hace un año. Estos precios estratosféricos, que se trasladan a la electricidad, agigantan la inflación, dañan la economía y hunden su competitividad europea.

EEUU vetó su limitada importación de petróleo ruso el 8 de marzo y disparó el precio del crudo en los mercados internacionales, que ahora es el 20% más caro que en los primeros días de la invasión rusa y el doble que hace un año. Eso ha empobrecido a todos los países del mundo que importan petróleo, penalizándoles más que a Rusia. Los mayores beneficiarios de la decisión son las compañías petrolíferas, en especial de EEUU (grandes donantes de fondos a los partidos Republicano y Demócrata).

El malestar social en la UE por el alza de precios, la pérdida de poder adquisitivo y el aumento de la desigualdad lo está capitalizando la ultraderecha. En España, Vox sigue al alza. En Francia, Marine Le Pen ha subido en los últimos meses tres puntos en la intención de voto (19%) en las presidenciales. Aunque el presidente Emmanuel Macron gana (29%), Le Pen va muy por delante de los conservadores y la izquierda, pese a la división del voto ultra por la candidatura de Eric Zemmour (11%).

El neofascista Hermanos de Italia ha alcanzado a los socialdemócratas del Partido Democrático con una intención de voto del 21%, y junto a La Liga (extrema derecha) suman un 38%. El Gobierno ultraderechista polaco también ha aprovechado la invasión rusa para seguir socavando la democracia, denuncian desde el Parlamento Europeo.