Guerra en Ucrania

Un nuevo muro se levanta en Europa

Los expertos creen que no será una valla física, pero que desconectará en ámbitos como internet, la cultura o la información a Rusia de Occidente

El presidente ruso, Vladimir Putin.

El presidente ruso, Vladimir Putin.

La plácida y cómoda existencia de Nadezhda, una jurista rusa afincada desde hace décadas en un país de la UE, se desmoronó en cuestión de horas a finales de febrero. Como trabajadora a distancia de una firma de abogados moscovita, enviaba a Moscú los materiales de su labor profesional, y recibía posteriormente su salario, contabilizado en rublos aunque convertido en euros, mediante transferencias bancarias periódicas. Desde hace tres semanas, ha dejado de percibir sus emolumentos, y ni siquiera puede enviar una carta a su país de origen, o plantearse un viaje para visitar a su familia, ya que los únicos vuelos disponibles, vía Turquía, Serbia o los Emiratos Árabes Unidos, van llenos y cuestan unos precios desorbitados completamente alejados de su bolsillo.

Nadezhda, cuya verdadera identidad prefiere ocultarla, se ha dado literalmente de bruces con lo que la mayoría de los analistas coinciden que sucederá en el espacio postsoviético en los meses y años a venir: una desconexión radical, que separará a los habitantes de Rusia y de sus estados aliados -Bielorrusia o las autoproclamadas repúblicas populares de Ucrania- del resto del continente europeo y, por ende, del mundo occidental. O dicho de otra manera: un nuevo muro de Berlín, aunque no tenga una materialización física como la pared que separó durante algo más de un cuarto de siglo a la capital de Alemania.

"Rusia va a ser un estado paria, al menos durante un tiempo, un estado con una imagen exterior muy deteriorada, excepto para sus aliados de siempre", adelanta Carmen Claudín, investigadora sénior asociada al Centro de Información y Documentación Internacionales de Barcelona (CIDOB). "Va a producirse un desacople muy intenso (con el Kremlin y sus próximos) a nivel culturalinformativo, económico digital, además de un incremento sustancial de la presencia de fuerzas militares (de la OTAN) en los países limítrofes de Rusia cuyos gobiernos se sienten legítimamente en peligro", apunta Nicolás de Pedro, jefe de Investigación en el laboratorio de ideas británico Institute for Statecraft.

Semejanzas y diferencias

¿Cuáles van a ser las semejanzas y las diferencias entre el muro del siglo XX y el de la presente centuria?, se preguntan los analistas. Lo primero, su apariencia exterior. No habrá "ninguna valla divisoria" que simbolice la existencia de este nuevo telón de acero, aunque sus resultados sean similares, sostiene de Pedro. Los ámbitos más afectados por el cierre, continúa este politólogo, van a ser "internetlos viajes y la cooperación cultural, que está muy controlada por el Kremlin".

Claudín, profunda conocedora de la URSS por haber nacido en Moscú y ser hija del histórico dirigente del Partido Comunista Español, Fernando Claudín, expulsado en 1964 de esta formación política, descarta que la separación adquiera tintes tan dramáticos como en el siglo pasado. La URSS "era un mundo asfixiante, era un búnker totalmente cerrado, y había fisuras (la disidencia), aunque muy pocas, y sacar un documento o un papel era jugarse la vida", recuerda. Por esta misma razón piensa que la situación creada bajo el mandato de Putin tras la invasión de Ucrania "no va a ser comparable".

Viajes y traslados

Los viajes y traslados de líderes políticos y empresarios por suelo europeo o estadounidense se van a reducir a la mínima expresión. Personas como el ministro de Asuntos Exteriores, Serguei Lavrov, "van a poder venir solo para pactar un acuerdo sobre Ucrania", advierte una veterana alta funcionaria europea. La congelación de activos a los empresarios rusos, además de la "conversión del rublo en una moneda de monopoly", describe de Pedro, imposibilitará hacer negocios en territorio europeo o estadounidense a conocidos oligarcas con intereses en el extranjero, como Roman Abrámovich o Mijaíl Fridman. Y ello, por mucho que insistan los afectados que carecen de capacidad para influir en las decisiones del líder del Kremlin, una institución que, según este experto, "sabía que iba a suceder un aislamiento tan intenso" y que en el fondo "encaja en sus planes".

El futuro de este muro invisible va a depender, naturalmente, de la evolución del conflicto en Ucrania, es decir, si se acaba implantando un alto el fuego y se pueden retomar los contactos que en estos momentos están suspendidos. Claudín piensa que algunas de las sanciones "podrían ser levantadas eventualmente si se llega a algún tipo de acuerdo, máxime cuando están causando importantes daños a la economía" occidental.

Esta investigadora sostiene que Occidente debería facilitar al ciudadano corriente la tramitación y obtención de visados, y por contra limitarlo a los miembros de la élite político-económica de Rusia.: "Es una forma de impulsar los contactos y los intercambios con los rusos de a pie". De Pedro, por su parte, cree que la unidad exhibida por unos EEUU y una Europa horrorizada en estos primeros compases de la guerra podría resquebrajarse "una vez superada la fase bélica álgida de los combates", en particular "en Alemania", uno de los grandes damnificados por las sanciones.