Guerra Rusia-Ucrania

Refugiados de "primera y de segunda" en las fronteras de Polonia: del muro del norte a los abrazos del este

El Gobierno ultraconservador de Ley y Justicia levanta un muro con Bielorrusia para evitar la entrada de refugiados afganos, sirios e iraquíes mientras da vía libre a la entrada de casi un millón de ucranianos en diez días

Los expertos aprecian que este "doble rasero" se produce por "las migraciones laborales", la islamofobia extendida entre la población y porque se considera a Ucrania "parte de la identidad europea" aunque no forme parte de la UE

Un grupo de refugiados en la frontera de Polonia y Ucrania, a 7 de marzo de 2022.

Un grupo de refugiados en la frontera de Polonia y Ucrania, a 7 de marzo de 2022. / EFE/EPA/Wojtek Jargilo

"Propaganda”. Esta palabra, casi universal, es la más repetida por los polacos cuando se les sugiere que su país ha sido selectivo a la hora de acoger a refugiados. Porque, si bien es cierto que ahora están siendo ejemplares recibiendo a los ucranianos que huyen de la guerra, Polonia ha estado en el punto de mira mundial durante las otras recientes crisis migratorias. 

No acogieron a sirios, ni a iraquíes ni a afganos durante los sucesivos conflictos bélicos en dichos territorios. Ahora, sin embargo, se ha convertido en el país principal de acogida de los refugiados ucranianos. Del 1,5 millones de desplazados por la invasión de Rusia, casi 900.000 han huido a Polonia, según el último dato ofrecido el domingo por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados. 

Lo que está ocurriendo viene a visibilizar, según los expertos, la "doble vara de medir" del Gobierno de Polonia, que es el país que más férreo se ha mostrado en sus políticas anti-inmigratorias en la última década de todos los que conforman el llamado Grupo de Visegrado (Polonia, Hungría, Eslovaquia y República Checa). 

Miles de refugiados aguardan en la frontera polaca a ser evacuados

/ Agencia ATLAS | EFE

Así, mientras el Ejecutivo polaco del ultraconservador Andrzej Duda construye un muro de cinco metros de alto en el norte del país, en la frontera con Bielorrusia, para evitar la entrada de refugiados sirios, iraquíes y afganos, la apertura de fronteras en el este es total para los ucranianos que huyen de la guerra. 

La situación de la política migratoria del país es una pregunta recurrente entre los medios de comunicación que cubren la actualidad fronteriza de la invasión de Ucrania. Los polacos contestan a la defensiva. Alguno frunce el ceño. Otro extiende el brazo mostrando la cantidad de compatriotas que hay en la frontera esperando a ucranianos que huyen. La mayoría, casi como un mantra, repiten la palabra: “Propaganda”.

Otros destacan que no es cuestión de raza o confesión: “Aquí han entrado personas negras estos días. Dicen los medios que los devuelven en la frontera, pero no es verdad. Hay fotos y vídeos en las redes, búscalos”, sentencia un polaco, visiblemente molesto, que no quiere dar su nombre, en la frontera norte con Ucrania.

“Somos el país que más ucranianos está acogiendo”, se justifica por su parte Tadeusz, un informático de Lublin que se lleva a su casa en su furgoneta a dos mujeres adultas y dos críos de menos de 10 años procedentes del país vecino. ¿Por qué no a sirios o afganos?: “Están muy lejos. Deberían acogerlos en los países que están cerca, ¿no crees?”, remata desde la frontera de Dorohusk, el paso fronterizo más al norte entre Ucrania y Polonia.

"Doble rasero"

Para el experto en Migraciones Gonzalo Fanjul, sin embargo, lo que la guerra en Ucrania está visibilizando es el "doble rasero" en la política de refugiados de Polonia y Hungría, donde se evidencia "la discriminación dependiendo del país de procedencia". 

Una inmigrante ucraniana en la frontera de Medyka. 

Una inmigrante ucraniana en la frontera de Medyka.  / EFE

"Se habla de que en algunos puntos de la frontera se están haciendo incluso dos colas, una para ucranianos y otra para estudiantes africanos, afganos o asiáticos", señala el director de investigación de la Fundación PorCausa. "Lo que ocurre muestra que hay refugiados de primera y de segunda, unos que si están sujetos a la protección internacional y otros que no", sostiene.

El último ejemplo de este hecho, asegura, se vivió a mediados del año pasado, cuando se desató una grave crisis migratoria entre Bielorrusia y Polonia, con miles de inmigrantes afganos agolpados en la frontera del primer país esperando a cruzar al segundo.  Esto se producía después de que en mayo de 2021 la Unión Europea sancionara a Bielorrusia por forzar el aterrizaje en Minsk, la capital del país, de un avión de Ryanair en el que viajaba Roman Protasevich, un periodista crítico del régimen del presidente, Aleksandr Lukashenko. 

El que es el principal aliado de Vladimir Putin en esta invasión de Ucrania -permitiendo el paso de las fuerzas rusas por su país, por ejemplo- respondió levantando la mano en el control de la inmigración. Como respuesta, para hacer frente a la probable entrada masiva de inmigrantes, el Gobierno polaco reforzó la seguridad en la frontera y aprobó levantar un muro cuyo coste asciende a 360 millones de euros y que empezó a constituirse a finales de 2021. 

"Polonia ha hecho un obstruccionismo abierto y declarado al asilo de la población que se desplaza desde Irak, Afganistán o Siria, y que llegaba por la Ruta de los Balcanes", recuerda Fanjul. Algo que no ha ocurrido en este caso con sus vecinos ucranianos. 

Un pabellón de acogida de refugiados ucranianos en Polonia.

Un pabellón de acogida de refugiados ucranianos en Polonia. / -

Para Alicia G. Rodríguez-Marín, experta en Migraciones de El Orden Mundial, medio de análisis internacional, Polonia, que siempre se ha mostrado contraria dentro de la UE a repartir por cuotas el número de refugiados, tiene una política distinta en este proceso porque "hay cierta retórica que considera a los refugiados ucranianos parte de la entidad europea" pese a que su país no forma parte de los 27 de la Unión [este lunes, Bruselas dio el primer paso para que Moldavia, Georgia y Ucrania sean estados miembros, pero puede tardar en hacer efectivo una década]. 

Además, precisa la experta, se da la circunstancia de que es un país "estrictamente vecino". "Cuando no son europeos y no obedecen a esa entidad blanca y cristina, la política es otra", sostiene la experta en Migraciones. 

Ruth Ferrero, profesora de Ciencia Política en la Universidad Complutense de Madrid e Investigadora del Instituto de Estudios Internacionales se muestra en esa misma línea y sitúa como clave el "origen concreto" de los refugiados, y cómo esta guerra afecta directamente a Europa, donde puede "escalar el conflicto". 

Se da la circunstancia, además, de que los ucranianos "son la fuerza de trabajo fundamental" para Polonia o República Checa. "Nunca han cerrado la puerta a migraciones laborales". De hecho, en el país polaco ya viven cerca de dos millones de ucranianos. Por eso es tan común en las fronteras ver cómo las personas que llegan a las estaciones de tren son recogidas por familiares que ya viven en el país vecino. 

Refugiados de Oriente Próximo en la frontera de Bielorrusia con Polonia. 

Refugiados de Oriente Próximo en la frontera de Bielorrusia con Polonia.  / BELTA NEWS AGENCY

Según la profesora, hay además un aspecto cultural, algo así como que los ucranianos "son nuestros extranjeros". "Es por el hecho de que sean eslavos, cristianos, y no supongan una amenaza para la identidad nacional", precisa la profesora, que deja claro que en estos países del Visegrado "no hay inmigrafobia, sino islamofobia".  

De hecho, los inmigrantes de países árabes apenas representan en la actualidad un 1% de la población de un país gobernado por el partido ultraconservador Ley y Justicia (PiS). "Es un partido cuya naturaleza política es contraria a la inmigración, a la que culpa de muchos problemas", añade Rodríguez-Marín.  

Política de Asilo

La guerra en Ucrania puede abrir, sin embargo, de acuerdo a los expertos, otro escenario en el Nuevo Pacto de Migración y Asilo que los miembros de la Unión Europea llevan debatiendo desde septiembre de 2020. En la actualidad, hay un "acuerdo unánime" en que se fortalezcan todas las medidas de "impermeabilización" de las fronteras exteriores. 

"Eso significa fortalecer Frontex, algo en lo que Polonia y Hungría tienen un gran interés", precisa Fanjul sobre un aspecto del pacto que suscita unanimidad, no así otros. Por ejemplo, en el seno de la UE, hay países, como España o Italia, que exigen más solidaridad, mientras los Cuatro de Visegrado se oponen y piden más control y hay un tercer grupo, en el que estaría Alemania, entre otros, que aboga por mantener el statu quo.  

"Lo que puede cambiar la invasión de Ucrania es que los países que están expuestos a ese movimiento migratorio cambien de opinión y se vuelvan más solidarios. Polonia y Hungría pueden reconsiderar renegociar el Pacto de Dublín si llegan a recibir esos cuatro millones de refugiados ucranianos que calcula la ONU que pueden llegar", afirma el experto de Porcausa, que se muestra preocupado por la rumorología que empieza a instalarse en Bruselas que sitúa que los visados que se concedan a los ucranianos "permitan la libre movilidad por el territorio Schengen". 

"¿En qué medida la UE podría sostener esta diferenciación obscena entre refugiados por el color de piel o su religión?", se pregunta.