Guerra en Ucrania

El asturiano que abre un refugio antibombas al vecindario en una ciudad de Ucrania

“Mi suegro se ha tenido que alistar y mi mujer no quiere irse y dejarle aquí, ni a él ni a María, su hermana pequeña”, explica Beni Brito

El langreano Beni Brito y su esposa, Anna Fernández.

El langreano Beni Brito y su esposa, Anna Fernández. / LNE

David Orihuela

Beni Brito está viviendo una guerra y aunque dice que no tiene miedo –“soy de La Felguera, a mi no me asusta ningún ruso”, bromea– pasa las noches, de diez de la noche a seis de la mañana, apostado en la ventana de su casa. “Por ahora solo veo gatos y perros ladrando, y espero que siga siendo así”, aunque reconoce que el pasado domingo oyó disparos y cuando se asomó “había dos fiambres”, dos hombres muertos en la calle, eran rusos, “dos menos”.

Brito vive en Vinnytsia, a unos 250 kilómetros al suroeste de Kiev, la capital de Ucrania, que está siendo atacada por el ejército ruso de Vladimir Putin. “Por aquí aún no ha caído ningún pepinazo”, dice, pero también está seguro de que la guerra que se va extendiendo por todo el país llegará a su ciudad, “los rusos llegarán a todas partes, son muchos”. Y cuando el momento llegue, este langreano de 33 años defenderá “con todo” a su familia: a su mujer, Anna Fernández, ucraniana de 30 años, y a su hija Mía de cuatro años. A ellos se suma de vez en cuando María, también de cuatro años, hija del suegro de Brito, que se ha tenido que ir al frente. María vive habitualmente con su abuela pero pasa temporadas en casa de Beni y Anna.

Por el momento este langreano de La Felguera asegura que están bien “dentro de lo que cabe”. En la zona en la que vive “está empezando la tensión”. Y las sirenas les avisan de los bombardeos, que por ahora son lejanos. Unas veces bajan al refugio y otras optan por quedarse en casa.

La hija les langreano, Mía (con vestido), y la hermana de Anna, María.

Brito es el encargado de activar el protocolo del edificio en el que vive. “Cuando suenan las sirenas, soy el responsable de abrir la puerta del refugio, que la tengo a dos metros de la puerta de casa, y estar pendiente de que entren los vecinos”, explica. Él ya lo tiene todo listo por si la cosa se complica, hasta unos auriculares grandes para que su hija pueda ver los dibujos animados ajena al ruido de bombas y disparos. Por el momento la pequeña no sabe lo que es una guerra, aunque la tenga a pocos kilómetros de su casa, y todas las precauciones que están tomando le dicen que se debe al virus, al coronavirus, “que ahora es ruso”. No siempre que suenan las sirenas bajan al refugio, “porque es demasiado estrés para la niña”. Dice Brito que están “muy bien informados” y por eso en ocasiones prefieren quedarse dentro de casa, aunque “si las sirenas suenan por la noche, bajamos siempre”.

Las ofensivas más agresivas

La familia ha decidido por ahora quedarse en Ucrania. “Mi suegro se ha tenido que alistar y mi mujer no quiere irse y dejarle aquí, ni a él ni a María, su hermana pequeña”. Eso sí, hace semanas se pusieron en contacto con la embajada española en Ucrania, “cuando empezamos a ver que la cosa se complicaba”. En ese momento Beni cogió su pasaporte y vio que estaba caducado, “mi mujer casi me mata”. Por eso decidió hablar con la embajada. “Nos dijeron por el pasaporte no había ningún problema, que mandásemos toda nuestra documentación y que si había alguna alerta importante se pondrían en contacto con nosotros, y hasta hoy”, relata. “Pero no solo a nosotros, la embajada ha dejado tirados a muchos españoles”, insiste. Quien sí se ha puesto en contacto con Beni Brito es el gobierno del Principado. El lunes recibieron una llamada desde Presidencia y otra desde la Agencia Asturiana de Cooperación al Desarrollo para interesarse por la situación en la que se encontraba la familia.

El langreano es ciudadano español y por eso no ha tenido que alistarse en el ejército ucraniano como les ha ocurrido a sus amigos, “que unos están en la milicia y otro en el ejército”. Brito dice que no le gustan las armas, que es un hombre pacífico, “pero hay que tener cuidado y luchar cada uno por lo suyo, y lo mío es mi familia”. Aunque insiste que en “miedo físico” no tiene “absolutamente nada”, también reconoce estar “preocupado” por su hija y su mujer. Beni y Anna se conocieron en Asia, vivieron unos años en Tailandia, “pero como cada tres meses teníamos que salir del país y volver a entrar y acabábamos de tener a la niña, decidimos venirnos a Ucrania”.

Él es jugador profesional de póker, “aunque ahora no está la cosa para pasarse horas sentado delante del ordenador”, así que estos días, desde el inicio del ataque ruso a Ucrania, “lo único que hacemos es charlar con los vecinos y con los amigos por internet”.

“Jamás pensé verme en una guerra, he vivido atentados en India y terremotos en Bangladesh, y ahora aquí estamos, dándolo todo, como los del Atleti (su equipo del alma)”, bromea Brito. “Cómo voy a volver a La Felguera si digo que tengo miedo a los rusos”, concluye sin perder el humor.