CRISIS UCRANIA

La crisis con Rusia fuerza una tregua entre la clase política en Ucrania

El exjefe del Estado Poroshenko, acusado de traición, regresa al país evitando ir a la cárcel, algo que hubiera desencadenado una crisis interna en un momento crítico para el país

Volodímir Zelenski.

Volodímir Zelenski.

Marc Marginedas

La posibilidad de un ataque procedente de Rusia ha sosegado, al menos de momento, a la agitada política interior en Ucrania, caracterizada desde siempre por la división y las luchas cainitas. Las más prominentes figuras y fuerzas políticas del país eslavo han firmado una suerte de tregua que ha permitido incluso a Petró Poroshenko, predecesor de Volodímir Zelenski en la presidencia y acusado de traición, regresar a Kiev y evitar por el momento la cárcel. Se trata de un cese de hostilidades "temporal", según Yevhén Fedchenko, periodista y analista local, que muy bien podría reanudarse en cuanto la amenaza militar se disipe y las aguas regresen a su cauce.

Si el exjefe del Estado ucraniano, que aún cuenta con un apoyo significativo entre la población, calculó que en su retorno nadie se atrevería a meterle en prisión en un momento tan crítico para el país, acertó de pleno. Un juez del tribunal del distrito de Perchesk, en Kiev, rechazó hace unos días la petición de arresto de la fiscalía, aunque le ordenó entregar su pasaporte y limitar sus movimientos a la capital. Las acusaciones que pesan sobre él -venta de minerales a las regiones rebeldes de Donetsk y Lugansk- son graves, equivalen a traición, y caso de ser condenado, podría ser sentenciado a 15 años de cárcel.

"Meterle en la cárcel hubiera provocado una grave crisis interna, con gente saliendo a la calle para protestar en plena amenaza rusa; además, hubiera incluso generado criticas entre nuestros aliados extranjeros", detalla Fedchenko. Este analista no alberga duda alguna de que el propio Zelenski se involucró personalmente en conseguir un veredicto favorable a la puesta en libertad. "Transcurrió mucho tiempo entre el regreso y la decisión del juez de no arrestarle", destaca con sospecha.

Polarización

La polarización ha sido y es una de las marcas de la casa en la política doméstica en Ucrania. Ya antes del triunfo de la revolución de Maidán, hace ya casi ocho años, ha sido una tradición que durante el mandato de un presidente concreto se juzgue o se persiga a sus predecesoresrivales políticos y hasta sus partidarios. Así sucedió entre Víktor Yanukovich Yúlia Timoshenkocondenada en 2011 a siete años de cárcel por abuso de poder, o entre Yanukóvich y el exjefe del Estado Leonid Kuchma, acusado del asesinato de un periodista también en el mismo año.

Los elevados niveles de corrupción en el país, que ocupa el 122º puesto sobre un total de 180 en la lista de Estados elaborada por Transparencia Internacional, favorecen la apertura de casos criminales. En opinión de Yevhen Mahda, director del Instituto de la Política Mundial, todo lo sucedido en torno a Poroshenko después de su derrota electoral demuestra, que pese a sus promesas de luchar contra la corrupción y actuar de forma diferente, "la élite política que llegó al poder en 2019 no es nueva" y recurre a los mismos tics y comportamientos de sus predecesores.

La pregunta que se hacen los analistas es si la aparición del enemigo externo va a favorecer los consensos y una nueva forma de hacer política. "Depende", responde Fedchenko. "Hay que reforzar las instituciones, profesionalizarlas" para evitar que éstas se conviertan en un arma arrojadiza de quien detenta el poder contra sus rivales. Eso sí. Mantiene su escepticismo respecto al comportamiento de los políticos, "siempre luchando entre sí".

La disputa con Rusia podría tener otro efecto colateral en el ámbito de la política interior ucraniana: el hundimiento de las fuerzas políticas prorrusas en Ucrania, que aún participan en elecciones y cuentan con representación parlamentaria, convirtiéndose en marginales o extraparlamentarias. "En la actualidad, reciben el apoyo del 10% o el 15%, en caso de una agresión, serán aún más impopulares; desde 2014, la anexión de Crimea y los sucesos en Donbás, carecen de capacidad para ganar unas elecciones presidenciales; por esta razón, Rusia debe buscar otros métodos para intentar ejercer su influencia", sentencia Mahda.