Comicios

El peronismo esquiva una debacle electoral, pero deja de controlar el Senado argentino

Juntos, la coalición de derechas, ganó en la capital y en Buenos Aires, por apenas 1,3 puntos

El presidente argentino, el peronista Alberto Fernández, tras depositar su voto este domingo.

El presidente argentino, el peronista Alberto Fernández, tras depositar su voto este domingo. / Reuters

"Hoy empieza la segunda parte de nuestro Gobierno y sé bien que los argentinos y argentinas necesitamos un horizonte". El presidente Alberto Fernández le tendió la mano a la oposición de derechas después de conocer los resultados de las elecciones legislativas que cambiarán la relación de fuerzas en el Congreso a partir de diciembre. El peronismo evitó la catástrofe tan augurada, pero la remontada en las urnas no le alcanzó para cantar victoria. En un mes, dejará de contar con quorum propio en el Senado que encabeza la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner. El partido de Gobierno se verá obligado a negociar y hacer concesiones en cada proyecto de ley durante los dos próximos años. Los peronistas lograron no obstante el milagro de haber quedado 1,3 puntos debajo de la coalición Juntos en la provincia de Buenos Aires, donde se concentra el 40% del padrón nacional. Esa virtual paridad al menos le permite preservar su condición de primera fuerza en la cámara de Diputados.

En cierta medida, el Gobierno pudo permitirse una módica celebración. Se temía que el escrutinio confirmara los números de las primarias de setiembre, cuando el peronismo cayó en 18 de 24 distritos electorales. Eso no ocurrió y por el momento se ha disipado el peligro de un "lunes negro", con una corrida en el mercado de cambios y el peligro de una devaluación que debilitará aún más la figura presidencial.

El peronismo afrontó las elecciones en circunstancias de previsible adversidad. "Pasamos dos años muy difíciles que vinieron después de cuatro años devastadores para la economía y la sociedad”, dijo Fernández, en alusión a la gestión anterior del presidente Mauricio Macri y a una pandemia que provocó la caída de casi 10 puntos del PIB. La pobreza superó la barrera del 40% de la población. Más de 10 millones de personas se alimentan en comedores populares. La vacunación completa del 60% de la población no alcanzó como garantía de un triunfo en la contienda y el macrismo recompuso sus fuerzas.

La derecha festeja

La derecha considera que se ha pavimentado el camino del retorno al poder en 2023. Para el oficialismo, ese diagnóstico es prematuro. Los dos primeros años de Fernández combinaron el rigor de la pandemia con una escalada de la disputa con la oposición, que llegó a acusar al Gobierno de ser una "infectadura" por los largos confinamientos. El mandatario convocó a un acuerdo mínimo con sus adversarios. "Si queremos resolver estos desafíos a los que nos enfrentamos, necesitamos que las grandes mayorías generen consensos".

La alianza Juntos no se ha mostrado demasiado receptiva al convite. Al menos en una noche de festejos. María Eugenia Vidal obtuvo el 47% de los votos en la capital. Las urnas, dijo, "hablaron y fueron con toda su convicción, ganas, valentía y mucha esperanza. La mayoría de los argentinos, millones de argentinos en todo el país dijeron basta".

El factor FMI

Los comicios no han permitido por lo pronto responder qué sucederá con las cruciales negociaciones que tiene pendientes Argentina con el Fondo Monetario Internacional (FMI). En 2018, el organismo financiero le prestó 44.000 millones de dólares a Macri. Buena parte de ese dinero financió una ingente fuga de capitales. En 2022 hay que pagarle al FMI 19.270 millones y esa suma no se encuentra en las arcas del Banco Central. Fernández no quiere caer en la suspensión de pagos ni tampoco aceptar las exigencias del Fondo. "Profundizaremos nuestros esfuerzos para llegar a un acuerdo sustentable con el FMI. Debemos despejar las incertidumbres que conllevan deudas insostenibles como ésta. Y debemos hacerlo preservando las condiciones que nos permitan seguir por el sendero de la recuperación”, dijo en la noche del domingo. Acto seguido anunció: "en la primera semana de diciembre de este año, enviaremos al Congreso de la Nación un proyecto de ley que explicite el programa económico plurianual para el desarrollo sustentable. Ese programa contemplará los mejores entendimientos que nuestro gobierno haya alcanzado con el FMI, sin renunciar a los principios de crecimiento ni la inclusión social".

La iniciativa deberá ser discutida por el Congreso renovado. Con la mira puesta en el 10 de diciembre, Fernández dijo que urge "que las grandes mayorías" acuerden "una agenda tan compartible como sea posible". Lo que se necesita, subrayó, es una "oposición patriótica". El presidente aludió a Macri, quien en vísperas de los comicios aseguró que el tema con el FMI se arregla muy fácilmente. "A quien diga que el problema puede ser resuelto en cinco minutos, le digo que negociar no es obedecer".

Émulos de Vox

En los próximos días se sabrá si el peronismo cuenta con la fortaleza necesaria para hacer realidad su hoja de ruta. La economía argentina tiende a recuperarse, pero la situación social no mejora. La inflación de los últimos 12 meses ha sido del 52%. El mercado laboral no se ha recompuesto. En este contexto de desesperación ha crecido de manera notable la extrema derecha. Su candidato en la ciudad de Buenos Aires, Javier Milei, consiguió el apoyo del 17% del electorado de la capital. Milei ha suscrito la llamada Carta de Madrid que promueve Vox para en toda la región. La otra novedad política tiene que ver con la izquierda trotskista: se ha convertido en la tercera fuerza a nivel nacional, aunque muy lejos de los peronistas y Juntos.