MUJERES EN EL PODER

¿Expulsa la política a las mujeres? Jacinda Ardern y los costes del poder

¿Expulsa el poder a las mujeres? ¿Es la política compatible con la vida? ¿Mujeres y hombres pueden ejercer una responsabilidad política en igualdad de condiciones si ellas padecen más violencias y acosos? 

La primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, en una imagen de archivo.

La primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, en una imagen de archivo. / EFE/EPA/LUONG THAI LINH

Violeta Molina Gallardo

Violeta Molina Gallardo

La renuncia de la primera ministra de Nueva Zelanda obliga a reflexionar sobre el coste que la política de máximo nivel tiene para las mujeres, acerca de si la política es compatible con la vida. Jacinda Ardern, una de las pocas líderes con proyección internacional, está agotada y lo deja: "No tengo suficiente energía. (...) Soy humana", ha confesado al anunciar que no se presentará a la reelección.

"He dado todo de mí para ser primera ministra, pero también me ha costado mucho. No puedo ni debo hacer el trabajo a menos que tenga el depósito lleno más un poco de reserva para esos desafíos no planificados e inesperados que inevitablemente se presentan. (...) "Los políticos somos humanos y damos todo lo que podemos durante el tiempo que podemos. Para mí, ha llegado el momento de terminar", ha señalado Ardern.

La mandataria ha puesto encima de la mesa la necesidad del autocuidado y la relevancia de la salud mental para argumentar su marcha: "Lo dejo porque este trabajo conlleva una gran responsabilidad y no tengo suficiente energía para hacerle justicia".

Durante sus más de cinco años al frente de Nueva Zelanda (cuando llegó al poder se convirtió en la primera ministra más joven de la historia), Ardern ha lidiado con la pandemia, con un ataque terrorista supremacista que acabó con la vida de 51 personas, con la crisis económica y con la erupción de un volcán.

Mujer, joven, de izquierdas, madre y feminista, la mandataria ha sido ferozmente criticada por la extrema derecha y los movimientos reaccionarios. La exprimera ministra neozelandesa Helen Clark ha destacado precisamente las presiones que Ardern ha padecido.

"Las presiones que afrontan los primeros ministros son siempre grandes, pero en estos tiempos de redes sociales, clickbait y ciclos de noticias 24/7, Jacinda se ha enfrentado a un nivel de odio y de críticas que no tienen precedentes en nuestro país. Nuestra sociedad tendría que reflexionar acerca de si quiere seguir tolerando la excesiva polarización que está haciendo de la política una vocación cada vez menos atractiva", subrayaba Clark, que destacaba la humanidad y la empatía del liderazgo de Ardern.

También el actor neozelandés Sam Neill denunciaba el hostigamiento "escandaloso" que ha padecido la política en los últimos meses por parte de "matones, misóginos y ofendidos": "Merecía algo mucho mejor".

Jacinda Ardern.

Jacinda Ardern. / EFE

La politóloga Verónica Fumanal resalta, en declaraciones a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA, cómo Ardern se convirtió en el blanco de las críticas del "machismo internacional". "Tenía índices de aprobación tremendos y gracias a hacerlo bien, a ser innovadora, se convirtió en un icono para las mujeres de que se puede ser mujer, joven, gobernar bien y tener estilos de liderazgo no masculinizados. Pero eso la puso en el ojo del huracán".

"¿Merece la pena ser el objeto de todas las críticas? A las mujeres siempre nos polarizan, nos llevan a los extremos y nos juzgan por ello. En cambio, a los hombres, no. Liderar en femenino es tremendamente complicado porque los atributos que en un hombre pueden ser bien vistos, en una mujer, no, y son estereotipados desde el punto de vista negativo. Hay muchas mujeres que, de forma honesta y totalmente respetable, concluyen que no les vale la pena", reflexiona Fumanal.

Pero si son pocas las mujeres que llegan a los puestos de la más alta responsabilidad política, debido a los techos de cristal, y las que lo hacen termina por dejarlo, algo no funciona.

LA POLÍTICA Y LAS MUJERES

La salida de Ardern del poder anima a ahondar en la compatibilidad de la política con la vida de las mujeres y también con formas de liderazgo diferentes. De la primera ministra se ha destacado su amabilidad, su empatía y su humanidad.

¿Expulsa el poder a las mujeres? ¿Es la política compatible con la vida? ¿Mujeres y hombres pueden ejercer una responsabilidad política en igualdad de condiciones si ellas padecen más violencias y acosos? ¿Por qué pocas llegan a lo más alto y muchas de las que lo hacen terminan tirando la toalla?

La filósofa Celia Amorós dijo que "el feminismo no cuestiona las decisiones individuales de las mujeres, sino las razones que las obligan a tomarlas”. Así pues, la renuncia de la política neozelandesa debe servir de invitación a la reflexión.

La politóloga Cristina Monge indica a este periódico que "la política es incompatible con la vida", tanto para mujeres como para hombres, si bien "este tipo de gestos -de renuncia y reconocimiento del agotamiento- sólo los tienen las mujeres, no se los permiten los hombres o el sistema no se lo permite a los hombres".

"¿Qué tipo de exigencias marca la política que implica tener que renunciar a todo y tener que estar siempre al 200 %?", se pregunta esta experta. "Eso es para mí lo insostenible", precisa. La presión, la exigencia, el escrutinio imperan.

La renuncia a la maternidad, al autocuidado, a la salud, al tiempo libre, a una vida en pareja. ¿Se puede alcanzar la satisfacción o la felicidad con estos costes?

Fumanal recuerda que la política fue creada por y para los hombres. "No sólo en la política, en todos los puestos de responsabilidad se expulsa a las mujeres porque están, como decía Mary Beard, diseñados por y para los hombres. Como no están pensados por y para las mujeres, el sistema te expulsa porque ahí siempre eres una rara avis. Es difícil que una mujer llegue, pero es tremendamente difícil que se quede, que ellas no dejen de ser una anécdota porque el poder estructural es de los hombres y eso no ha cambiado".

A juicio de Fumanal, el poder es "absolutamente reactivo al ciclo vital de la mujer". Además, ellas son más severamente juzgadas y hostigadas que los hombres y no por razones exclusivamente profesionales.

Monge considera que tanto ellos como ellas sufren acoso al ocupar espacios de responsabilidad política, si bien éste es particularmente duro para las jóvenes.

El acoso y la exigencia de una disponibilidad total son circunstancias que hacen de la política un lugar inhóspito. "No es sano ni llevadero", lamenta Monge.