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Del "hija de puta, ojalá te atropellen" al "enseña más pierna": el acoso callejero se traslada a las ciclistas

Los casos de hostigamiento a las mujeres se replican en las calzadas y las carreteras, donde sufren situaciones que con la nueva ley de libertad sexual son tipificadas como delito leve

Más de la mitad de las mujeres usuarias de bicicleta entre 20 y 65 años que han participado en un cuestionario abierto por EL PERIÓDICO DE ESPAÑA aseguran que han recibido comentarios sexistas o consejos paternalistas

Madrid Ciclista, una asociación mixta, organiza talleres de circulación urbana en los que las participantes "salen más empoderadas y sin necesitar pedir permiso"

Dos mujeres circulan en bicicleta por una ciudad.

Dos mujeres circulan en bicicleta por una ciudad. / PXHERE

A una le han llamado "gorda" y "subnormal". A otra, un día en el que vestía una falda larga, le invitaron a enseñar "más pierna". Una tercera ha recibido comentarios relacionados con el color de sus bragas.

Todas ellas son mujeres que utilizan la bicicleta para circular por Madrid, donde se repiten los casos de acoso callejero, un hostigamiento que se tipifica como delito leve según la nueva ley de libertad sexual que será ratificada por el Senado en los próximos días.

EL PERIÓDICO DE ESPAÑA

ha abierto un cuestionario sobre acoso a las ciclistas al que han respondido 35 mujeres de entre 20 y 65 años. Del total de las mujeres preguntadas, más de la mitad han reportado haber sufrido acoso verbal mientras montaban en bicicleta.

Sólo cuatro de las encuestadas llevan menos de un año utilizando la bici como medio de transporte. El resto tienen una importante experiencia. El grupo más numeroso de las encuestadas, de 10 personas, es el de las mujeres que van en bici desde hace de 5 a 10 años, y es, casualmente, la horquilla que en mayor medida ha sufrido acoso en esta situación: un 66,67% de ellas.

En su mayoría, se trata de mujeres que emplean la bicicleta para desplazarse por la ciudad, sin un fin concreto, aunque cuatro de ellas la usan exclusivamente para ir al trabajo o a su centro de estudios y, otras tres, para hacer rutas deportivas.

Todas ellas, excepto una, circulan solas. La que va acompañada lleva a un menor consigo.

Las 18 ciclistas que componen ese 51,4% de las afectadas trasladan que han sufrido tipo de vituperios.

Los ejemplos de acoso que enumeran se asemeja mucho al que sufren fuera de la calzada y de los carriles bici. "Es lo mismo que caminando. Desde 'rubia' a alusiones a polvos, 'lo que te haría', etc.". Pero la inquina, principalmente a través de las palabras, suele ser mucho mayor cuando las mujeres van encima de este medio de transporte.

Las más repetidas tienen que ver con aspectos físicos -"culo gordo, ve más rápido"-, comentarios sexistas o silbidos; consejos paternalistas -cuestionaron si mi ropa era adecuada para ir en bicicleta"- o insultos gratuitos, como "niñata", "imbécil" o "gilipollas".

"Que estaba circulando mal, cuando no era real. Que no puedo ir por ahí. Que vaya culo. Y más comentarios incomprensibles o que intento ni entender", señala una ciclista que apunta, además, que son "palabras que sabes que dirigen hacia tu persona por el simple hecho de ser tía, ir en bici y no achantarte de ningún vehículo".

Esta joven, que prefiere no dar el nombre, es consciente de que circula correctamente y que está en todo su "derecho de hacerlo". "Noto que los comentarios se incrementan a medida que voy cogiendo más seguridad; cuando iba más insegura los notaba menos", asegura.

Creo que recibo más quejas por el hecho de ser mujer, como si no tuviera derecho a ser tráfico"

En algunas ocasiones, los reproches suben de tono y confían en que el trayecto de estas mujeres finalice en desgracia. "Hija de puta, ojalá te atropellen", le dijeron a una de ellas.

Otra de estas mujeres considera que ha recibido más quejas del resto de conductores "por el hecho de ser mujer, como si no tuviera derecho a ser tráfico".

Casi todas, 33 de 35, reconocen haber sido víctimas en alguna ocasión de acciones que han hecho peligrar su integridad física, especialmente adelantamientos comprometidos y pitidos del claxon ilegales. "En una ocasión un conductor llegó a bajarse del coche para darme gritos", dice una.

Por suerte, suele quedarse en un susto y salen ilesas, pero hay algunas que reconocen que estas maniobras les han hecho precipitarse de la bici.

"Un taxista me tiró al meterse en el carril bici", recuerda una. "Una furgoneta parada detrás de mí en un semáforo me empujo ligeramente a propósito", cuenta otra.

Este tipo de situaciones no cesan ni siquiera cuando la persona que va al volante trabaja para un servicio público. "En una ocasión un autobús de la Empresa Municipal de Transportes de Madrid (EMT) me pitó insistentemente, me adelantó a velocidad baja y su conductor me dijo: 'Te puedo tirar'. Lo denuncié en su web y jamás obtuve respuesta".

Estas prácticas desatan en ellas "nerviosismo e inseguridad para seguir circulando", confiesa una mujer que en alguna ocasión se ha visto obligada a "parar un momento para recomponerme".

Por lo general, las mujeres que han sufrido algún tipo de acoso sobre el sillín y que han contestado al cuestionario no denuncian lo sucedido ante las autoridades. Sólo cinco de ellas han compartido sus experiencias en las redes sociales y una de ellas lo trasladó a Madrid Ciclista, una asociación mixta que nació en otoño del 2015 con el fin de poner "a la bicicleta en el centro del tráfico de la ciudad".

No obstante, este tipo de episodios durante los trayectos no se reservan exclusivamente a las ciclistas. Ellos también los sufren. "En general, la bici recibe un cierto acoso", sostiene Elena García, miembro de Madrid Ciclista.

Esta pequeña encuesta no tiene por qué tomarse necesariamente como una representación de la realidad. Sin embargo, desde Madrid Ciclista, que lanzó hace unos años el taller en ciclismo urbano Mujeres en bici, mujeres sin límite, certifican para este periódico que las participantes les trasladan malas experiencias previas y miedos a montar en bici por la ciudad antes de la formación.

La mayoría de aspectos que enseñan, cómo las normas, hacer una rotonda o señalizar, "serían útiles de la misma manera para un hombre que para una mujer". Pero en esta formación, la principal lección es de confianza.

Desde la asociación, tal y como explican en la presentación del curso en su página web, denuncian que se trata a las mujeres "con paternalismo frecuentemente y lo que para un hombre es una actividad con la que mantenerse en forma mientras salva el planeta, para nosotras es poco menos que una irresponsabilidad". "La brecha de género es un hecho y queríamos aportar nuestro granito de arena de forma local", precisan.

"Salimos muy contentas porque muchas de ellas vienen un poco tímidas y nos cuentan los miedos que han pasado y casi siempre salen más empoderadas, sintiéndose con más derechos y sin necesitar pedir permiso. Nos da mucho subidón cuando terminamos cada taller", afirma Elena García. 

Señala que en muchas ocasiones "la bici también te salva de acosos" callejeros. "A veces vas en bici de noche y alguien te dice algo desde la acera, pero tú vas rápido y pasas, cosa que andando es más complicado. En ciertos momentos, ir en bici es más seguro que andando", añade.

Porque, como dice la canción Esta noche, de Tremenda Jauría, "no vuelvo a casa sola, mi bici me guía. Madrid sobre ruedas mucho menos fría".

Miedos adquiridos

Desde la asociación tratan de informar sobre el hecho de que sólo un tercio de los ciclistas son mujeres. No sólo en Madrid. En otras ciudades, los resultados de la estadística se repiten.

Elena García sugiere que ese menor uso por parte de las mujeres tiene que ver, al menos en parte, con que ellas tienen "miedos más acentuados que los hombres". "Desde pequeñas nos dicen que tenemos que tener mucho cuidado, que no salgamos a determinadas horas, que llamemos cuando lleguemos... y eso nos mete una serie de miedos en el cuerpo que luego, sin darte cuenta, te afectan a todas las decisiones que tomas", expresa.

A estos temores, se suman, asegura, las obligaciones familiares y de cuidados o aspectos de imagen, como "la exigencia de llegar impoluta al trabajo".