SALUD MENTAL

Violencia machista, estigma, pobreza: la vulnerabilidad se ceba con mujeres que sufren enfermedad mental y adicción

Un juez declara abusivo un seguro médico que excluía la salud mental.

Un juez declara abusivo un seguro médico que excluía la salud mental.

La salud mental está atravesada por el género y por el sexo. Hombres y mujeres muestran diferencias en la prevalencia y sintomatología, los factores de riesgo e influencia y su curso clínico. Sin embargo, son pocas las respuestas que la psiquiatría tiene a este respecto, aunque "es un foco de investigación". Así lo explica a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA la doctora Marta Torrens, vicepresidenta de la Sociedad Española de Patología Dual (SEPD), que se ocupa de un cuadro clínico que supone la existencia, simultánea o secuencial, a lo largo de la vida, de un trastorno adictivo y otro trastorno mental. La violencia machista, el estigma y la pobreza se ceban especialmente con las mujeres que padecen esta enfermedad.

Torrens, directora del Proceso de Adicciones del Instituto de Neuropsiquiatría y Adicciones del Hospital del Mar (INAD), en

Barcelona

, explica a este diario que, como ha ocurrido con el resto de la medicina, "la salud mental ha sufrido, y sigue sufriendo, los sesgos de género". Debatir sobre este tema, desde la visión de la patología dual -una condición clínica que supone una existencia simultánea o secuencial, a lo largo de la vida, de un trastorno adictivo y otro trastorno mental- ha sido el eje central de una jornada convocada por la SEPD en Vitoria, organizada por el doctor Juan Manuel Jiménez, con la Red de Salud Mental Araba (Osakidetza).

Si se habla de salud mental, explica la doctora Torrens, las diferencias de sexo y género "son los hallazgos más intrigantes de la psiquiatría".

En líneas generales, si se habla de salud mental, explica la doctora Marta Torrens, las diferencias de sexo y género "son los hallazgos más intrigantes y estables de la psiquiatría". Hay diferencias, enumera, en la prevalencia, sintomatología, factores de riesgo y factores de influencia y, también, en el curso clínico. "Sabemos poco las causas de estas diferencias y actualmente es un foco de investigación", advierte.

Más depresión o ansiedad

En las mujeres, relata la especialista, predominan los trastornos depresivos, de ansiedad, de la conducta alimentaria o somatoformes, en otras palabras, los que, teniendo su origen en algún tipo de sufrimiento psíquico, se expresan fundamentalmente a través de síntomas físicos. En los hombres, si se habla de salud mental, destacan adicciones a sustancias, trastornos del control de impulsos o trastorno de la personalidad antisocial.

Si se habla de adicciones, las mujeres son menos policonsumidoras que los hombres.

Si se habla de adicciones, en el caso de las mujeres, se da menos consumo de sustancias ilegales que en los hombres, aunque la doctora Torrens detalla que, en el caso de población adolescente y joven, las diferencias en el consumo de cannabis van disminuyendo. En el mismo apartado, el de las adicciones, las mujeres, continúa, presentan el "efecto telescoping" o, lo que es lo mismo, una progresión acelerada desde el inicio del consumo de sustancias hasta el inicio de la adicción respecto de los hombres. Además, entre otros aspectos, son menos policonsumidoras que los hombres.

La patología dual

Pero, las diferencias, son más "relevantes" cuando se aborda la patología dual: trastorno mental y adicciones. En Vitoria, los expertos han echado una mirada concreta: una visión antropológica sobre las adicciones, los estereotipos y el género, pasando por la caracterización de la patología dual desde esa perspectiva, y cómo esa perspectiva puede ayudar a mejora el diagnóstico y tratamiento de las pacientes con esta enfermedad avanzando hacia la psiquiatría de precisión.

Las mujeres con enfermedad adictiva, respecto a las que no la tienen, tienen más depresión (casi el triple), más trastorno de estrés postraumático (el doble) o el doble de ansiedad.

La vicepresidenta de la Sociedad Española de Patología Dual explica que las mujeres con enfermedad adictiva, respecto a las que no la tienen, tienen más depresión (casi el triple), más trastorno de estrés postraumático (el doble) o, también, el doble de ansiedad. Además, sus parejas son consumidoras y sus familias, más desestructuradas. El retrato que hace la médico de esas mujeres las convierte en especialmente vulnerables.

Las mujeres con adicción sufren "más problemas médicos específicos de género" como más riesgo de infertilidad, infecciones vaginales o abortos.

Especifica Marta Torrens que también sufren "más problemas médicos específicos de género". Por ejemplo, mayor riesgo de infertilidad, de infecciones vaginales, abortos repetitivos o parto prematuro. Diferencias que también se marcan en los tratamientos. Las mujeres con adicciones, además, tienen más barreras de acceso a tratamiento respecto a los hombres. La existencia de los hijos, en ocasiones, puede dificultar su acceso a un tratamiento si no se dispone de alternativas para su cuidado mientras la madre acude al centro de recuperación. En el caso de que estén embarazadas, esa dificultad se incrementa por el miedo a perder la custodia cuando nazca el bebé.

Hay estudios que cifran entre un 70 y un 90 % las mujeres que tienen patología dual y sufren violencia física y sexual. por parte de una pareja

La vulnerabilidad acrecienta siempre el riesgo de sufrir violencia de género por parte de una pareja. La doctora Torrens subraya que hay estudios europeos que cifran entre un 70 y un 90 % las mujeres que tienen patología dual y sufren violencia física y sexual por parte de una pareja. En concreto, Torrens afirma que el riesgo de ser víctima de violencia de género entre estas mujeres es del doble entre quienes tienen trastorno depresivo y el triple entre las que han tenido una tentativa de suicidio, personalidad límite, han sufrido abusos en la infancia o conviven con una pareja consumidora.

La pobreza y las familias desestructuradas suelen formar parte del relato de estas mujeres.

Esa realidad es aún más difícil de sobrellevar, pues estas mujeres también están expuestas a una mayor hostilidad de los miembros de la familia que los hombres que tienen enfermedad adictiva, recuerda la experta. Su contexto social es de profunda vulnerabilidad. La pobreza y las familias desestructuradas suelen formar parte del relato de estas mujeres, que en muchos casos se ven abocadas a prostituirse para mantener su consumo de sustancias.

Consumo de opiáceos

¿Cómo se aborda la perspectiva de género y el tratamiento de la patología dual en el consumo como el de opiáceos?. El psiquiatra Juan Manuel Jiménez Lerma, jefe de Sección CSM Salburua, de la Red Salud Mental Álava y vocal autonómico de la SEPD, desgrana una serie de factores a tener en cuenta: la mujer presenta también "más obstáculos en la reinserción" y, por eso, lo mas importante es realizar una intervención social con perspectiva de género. "Las mujeres se inician en el consumo para evadirse de la realidad mientras que los hombres lo hacen por curiosidad", fundamenta.

Los hombres, añade, consumen más en el ámbito público "para establecer relaciones sociales y la mujer realiza los consumos en el ámbito privado para establecer relaciones afectivas". Además, las mujeres presentan mayor estigma ya que se les atribuye el consumo como un abandono del cuidado de los hijos".

Trastorno del juego

Si se habla del género en las adicciones sin sustancias, Natalia Landa González, doctora en Psicología de la Red Salud Mental de Álava (Osakidetza) indica a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA que los estudios de prevalencia indican que, aproximadamente una de cada tres jugadores son mujeres, sin embargo, sólo el 10% de ellas acuden a tratamiento. De hecho, en su centro, detalla, el porcentaje de mujeres que van a terapia es, incluso, menor.

"Esto apunta a que a las mujeres les cuesta más acceder a un tratamiento para la adicción al juego. Especulando respecto a los motivos, podría decirse que es probable que les afecte más la vergüenza, y que tiendan a considerarlo en mayor medida que los varones, como un 'vicio' o un defecto, más que como un trastorno. En esta línea, también puede influir una menor tolerancia social hacia el juego en las mujeres, lo que genera más negación (de pacientes y familias)", añade la psicóloga.

Las mujeres juegan más al bingo y las tragaperras y, por el contrario, es muy poco frecuente que hagan apuestas deportivas.

En general, los problemas de juego en las mujeres, precisa la psicóloga, se caracterizan por tener un inicio más tardío -suelen empezar siendo ya adultas-, y un desarrollo más rápido de la adicción". Los especialistas observan también "muchas diferencias" entre ambos sexos en función del tipo de juego. Las mujeres están más representadas en el bingo (donde son clara mayoría) y en las tragaperras. Por el contrario, es muy poco frecuente que hagan apuestas deportivas.

Hay también cierto consenso, añade Landa González, en una serie de características, aunque en este caso los planteamientos están basados "más en estereotipos y en observaciones que en investigaciones serias". En cuanto al motivo para jugar, "se suele aceptar que en los hombres juegan más por la búsqueda de emoción y las mujeres utilizan más el juego como una forma de regular estados emocionales negativos y para escapar de la realidad".