VIOLENCIA MACHISTA

Silencio, infradenuncia y altas dosis de violencia: la preocupante realidad del maltrato machista en menores

Las víctimas menores son sólo el 2,66 % de las mujeres protegidas por los cuerpos policiales

La tecnología aumenta de forma exponencial el daño de la violencia de género.

La tecnología aumenta de forma exponencial el daño de la violencia de género. / Imagen de archivo / Pixabay

Violeta Molina Gallardo

Violeta Molina Gallardo

Las niñas y adolescentes víctimas del maltrato machista sufren en silencio altas dosis de violencia antes de ser conscientes de su condición de víctima. No detectan el riesgo al que están expuestas hasta que la situación es de extrema gravedad, lo que se traduce en un ínfimo nivel de denuncia.

La violencia de género que padecen las adolescentes presenta particularidades que hacen más difícil llegar a ellas y protegerlas. Los números hablan: sólo el 2,66 % del total de víctimas registradas por los cuerpos policiales tiene menos de 18 años, 836 chicas. Sin embargo, este fenómeno "tiene una gran dimensión social", como alerta la Fundación Anar, y son muchas las menores que "están viviendo la violencia en su día a día".

"Llevamos muchos años alertando de la preocupación que tenemos sobre la vulnerabilidad de niñas menores de edad de sufrir esta violencia tan cruel que en algunos casos empieza por una violencia sutil que no se identifica por la propia menor y va aumentando exponencialmente hasta llegar a delitos muy graves", indica a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA la presidenta del Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género del Poder Judicial, Ángeles Carmona.

Incluso llega al asesinato. En la última semana, una adolescente de 17 años, Claudia Abigaíl, fue asesinada presuntamente por su expareja en Totana (Murcia) y este martes un varón de 22 años acababa con la vida de una niña de 14 en Alcalá la Real (Jaén), en lo que podría ser un nuevo crimen machista.

Según las cifras de la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género, 12 menores han sido asesinadas por sus parejas o exparejas desde el año 2003 -la menor de ellas tenía 13 años-, el 1,06 % del total de 1.129 víctimas mortales de la violencia machista. El CGPJ contabiliza dos asesinatos más, 14 en total, delitos que, en palabras de Carmona, "sacuden la conciencia de nuestra sociedad".

La psicóloga experta en violencia machista Paula Roldán pide una reflexión profunda: "Hay alarmas que debemos atender porque nos apuntan a silencios que tenemos que abordar. ¿De qué no estamos hablando con la juventud, cómo los estamos acompañando para que se esté produciendo esta violencia, no se esté frenando y estemos llegando incluso a asesinatos? Tenemos que pararnos a escuchar a la adolescencia y ver cómo se están relacionando".

Desde el CGPJ destacan que se registra un nivel muy inferior de denuncia por maltrato en los feminicidios de niñas menores de edad y en los asesinatos de mujeres adultas: un 7,1% frente al un 20 %. "A la niña menor de edad le cuesta mucho más trabajo dar ese paso y contar lo que le está pasando, mucho más denunciar, por eso es mucho más difícil llegar a ellas y protegerlas, poner en marcha todo el mecanismo de protección que existe en nuestro país para evitar delitos tan graves", puntualiza la presidenta del Observatorio.

Un silencio atronador

La Fundación Anar se encarga de la atención telefónica de las víctimas menores de la violencia de género a través de su teléfono 900202010, un servicio complementario del 016. La directora de líneas de ayuda de esta fundación, Diana Díaz, expone en conversación con este diario que entre 2009 y 2020 han atendido más de 15.000 casos de menores víctimas y que los casos atendidos se han multiplicado por diez en una década.

"Las tendencias son de gravedad, de que pasan cosas muy serias en la vida de la adolescente que está en estas relaciones con componente de violencia de género. (...) No pide ayuda porque no identifica la violencia, no considera que se tenga que proteger, la justifica porque en esta etapa la adolescente tiene poca perspectiva de vida y cree en el amor romántico y lo justifica todo en su nombre. Cuando pide ayuda, la situación se ha agravado enormemente", asevera Díaz.

La edad media de la adolescente atendida es de 15,8 años, pero muestra especial preocupación por la aparición en edades cada vez más tempranas de la violencia: el 16,1 % de los casos es en niñas de 12 a 14 años.

"Nos preocupa enormemente esta especial vulnerabilidad de niñas menores de edad en los casos de violencia machista. Estamos detectando en los órganos judiciales cómo existen denuncias de niñas muy jóvenes de 14, 15 y 16 años por violencia de género y se está adelantando la edad en la que las menores empiezan a tener relaciones de afectividad", coincide Carmona.

Una violencia diaria

Según los casos abordados por la Fundación Anar, el 55,7 % de las víctimas menores sufren la violencia a diario (todas ellas, violencia psicológica; el 67 %, social -aislamiento, actos públicos de violencia-; el 44 %, física y el 28,2 %, sexual).

La violencia de control es la más intensa, la más frecuente y la más soterrada, sentencia la psicóloga Paula Roldán. "Ellas dicen 'está pendiente de mí porque me quiere mucho, me pregunta con quién estoy porque se preocupa por mí'. Por un lado, hay que ayudarlas a ver que eso no es amor, sino control, y que lo que parece que te hace sentir bien te está coartando, cohibiendo, haciéndote que estés pendiente del móvil y justificándote por cosas sin tener por qué. El control es el vestíbulo al resto de violencias y desde ahí se recorta más cómo vestirte, adónde ir o con quién estar".

La sexual es otra de ellas. "Cuando me siento a hablar con chicas jóvenes, no identifican la violencia sexual más allá de la violación por un desconocido en la calle. (...) Las modas, la religión y lo politizado frenan a la hora de hablar de sexualidad y hay que apuntar ahí para que puedan preguntarse qué les gusta o no y cómo pueden trasladar esos límites", sostiene.

La terapeuta remarca que las chicas aún son educadas en el miedo y en el repliegue, mientras los chicos son animados a conquistar territorios y dominar.

"Las adolescentes viven muchas situaciones de violencia sin la toma de conciencia suficiente porque no perciben que están en una relación de control y acoso, no son capaces de identificarlo. (...) Todavía soportan mucha más violencia a través de la tecnología, donde no perciben para nada el riesgo y la amenaza, pero la tecnología tiene un poder grandísimo para ejercer violencia porque fomenta el control sobre todo y la violencia de género consiste en controlar a la pareja o la expareja, el control es el fin y la violencia el medio. Con la tecnología, ellas se sienten permanentemente vigiladas, controladas y acosadas", incide Díaz desde la Fundación Anar.

Atentos a las señales

Algunas señales de alarma son el aislamiento de la menor, el cambio en su estado de ánimo, encontrarla melancólica cuando habla con su novio, detectar que ha cambiado su forma de vestir y de relacionarse con sus amigas, que está siempre preocupada... "La adolescente necesita apoyo familiar, va a necesitar dar pasos acompañada de sus padres", dice.

En terapia, Roldán plantea a las menores seguir "el termómetro del estomaguillo": "Cuando algo no nos cuadra y nos remueve, cuando algo no nos hace sentir bien, tengo que ponerlo en común con quien tenga confianza. Pero ni estoy loca ni soy una histérica. Por ejemplo, en el terreno sexual, prácticas que no me apetecen, en lugares y momentos que no me apetecen. Si me obliga a mandarle fotos en posturas que no me apetecen, si difunde ese contenido, si me compara con otras chicas, si me siento presionada a responder a modelos del porno para que se satisfaga, si me exige no usar preservativo como una prueba de amor... Todo eso es violencia sexual".

Las primeras personas con las que pueden hablar estas chicas es con sus amigas, pero "están todas en el mismo juego", por eso resulta tan relevante darles herramientas para que puedan decirle a su amiga que no está loca, sino que no la están tratando bien, para que puedan ir identificando la violencia, hablar de ella y hacer de enlace con su madre o su tutora.

Interponer una denuncia, continúa la experta, supone para las chicas una "ruptura a muchos niveles". Para empezar, tienen que elaborarla en presencia de sus padres: "A lo mejor, he podido contarles que estoy en una relación de violencia de género, pero no he detallado más y cuando llegamos a la denuncia tengo que contarle a una persona desconocida, con mis padres delante, que me ha violado mi novio".

Además, hay factores sociales que influyen: si el agresor va a su instituto, forma parte de su grupo de amigos o trata de reconquistarla o acosarla a través de las redes.

El daño exponencial de la tecnología

La tecnología es un elemento de dominación adicional, continúa, que amplifica el fenómeno y lo hace exponencial pues da al agresor un mayor poder de hacer daño a la víctima.

Roldán enfatiza que las tecnologías se han convertido un espacio de relación en sí mismo y han brindado un acceso a contenidos que los chicos y las chicas no son capaces de digerir a edades tempranas, ni por su nivel de desarrollo cerebral, ni por sus herramientas de experiencia de vida.

Por ello, resulta imprescindible acompañar a los niños y niñas para que sepan filtrar y poner límites, igual que antes se les decía que no cogieran caramelos de desconocidos a la puerta del colegio.

La velocidad de los tiempos tiene impacto en la violencia machista ejercida y sufrida por los más jóvenes, apunta la psicóloga, pues por un lado el ritmo vertiginoso y de múltiples estímulos que ofrece la tecnología impide pararse a pensar y a preguntarse quién soy y qué me gusta, aprender a respetarse a uno mismo y a partir de ahí respetar a los demás. Y al mismo tiempo existe una sexualización intensa desde la infancia: muchos niños tienen su primer móvil a los ocho años y, en ausencia de espacios donde poder hablar de sexualidad, aprenden del porno.

"Es un cóctel molotov que empieza a tomar forma, a edades tempranas los chicos empiezan a reproducir lo que ahí encuentran. Las redes y el porno saturan y esa saturación no me deja pensar y así no me puedo conectar con mi cuerpo ni con mis emociones. Con el porno, acaban normalizando la violencia, acaban anestesiados y lo terminan trasladando a sus relaciones íntimas", apunta la psicóloga, quien añade que los chicos experimentan mucha confusión y requieren espacios de reflexión donde poder hablar.

"Tienen muchísimas preguntas y necesitan acompañamiento desde el respeto, no que les digan qué tienen o no que hacer, sino ayuda para integrar el respeto de forma que así puedan reproducirlo", añade Roldán.

Más de 800 menores víctimas en VioGén

Desde el Ministerio del Interior explican a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA que a fecha 31 de enero había 836 menores víctimas en VioGén, el sistema policial de seguimiento de víctimas de violencia de género que trata de evaluar el riesgo al que está expuesta una mujer cuando denuncia el maltrato para tratar de asegurarle una protección adecuada. De ellas, 15 están expuestas a un riesgo alto y 173 a un riesgo medio de sufrir una nueva agresión del maltratador.

Esas 836 menores suponen un 2,66 % del total de víctimas que tiene registradas Viogén, más de 31.000.

El departamento dirigido por Fernando Grande-Marlaska indica que no se aprecian grandes cambios en la evolución temporal del número de menores protegidas: aunque en 2020 la cifra fue menor (748 víctimas) a la de 2021 (852), los datos inferiores responden a la situación de confinamiento domiciliario, mientras que en 2019 el número de chicas protegidas era de 854.

Pide ayuda

El 016 atiende a las víctimas de todas las violencias contra las mujeres. Es un teléfono gratuito y confidencial que presta servicio en 53 idiomas y no deja rastro en la factura. También se ofrece información a través del correo electrónico 016-online@igualdad.gob.es y asesoramiento y atención psicosocial mediante el número de Whatsapp 600 000 016. Además, los menores pueden dirigirse al teléfono de ANAR 900202010Todos los recursos contra la violencia de género.