VIOLENCIA MACHISTA

Un plato de comida y una vida: el empleo como salvavidas frente a la violencia machista

Ingresar en el mercado laboral es clave para salir de la espiral del maltrato

El empleo es clave para que las víctimas de violencia de género puedan recuperar su autonomía e independencia.

El empleo es clave para que las víctimas de violencia de género puedan recuperar su autonomía e independencia. / Imagen de archivo / Pixabay

Violeta Molina Gallardo

Violeta Molina Gallardo

La violencia de género destruye. Destruye la autoestima, las relaciones sociales, las trayectorias profesionales y las vidas de las mujeres. La devastación y anulación adquieren tal magnitud que las víctimas llegan a sentirse atrapadas, impotentes e incapaces de buscar un empleo que las pueda ayudar a salir del ciclo de la violencia.

"Piensan que ya no sirven para nada porque durante mucho tiempo les han dicho que no son nadie", explica a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA la responsable del área de violencia contra la mujer de la Fundación Integra, Lola Sato.

Para las víctimas, tener un empleo significa disponer de la autonomía y la independencia de gobernar una vida que ha estado sometida y anulada por el maltratador. Para algunas, las que se encuentran en una situación más desesperada, también implica "recuperar un techo y un plato de comida". Son varias las entidades sociales que acompañan a estas mujeres en el proceso que va desde que salen de la situación de maltrato hasta que consiguen la independencia económica gracias a un empleo.

"Han asimilado que no sirven para nada"

"Las víctimas presentan falta de autoestima, han asimilado que no sirven para nada, que es el mensaje que han recibido durante mucho tiempo, se sienten aisladas y muy solas. No tienen recursos económicos ni sociales porque una de las secuelas que tiene la violencia de género es que las han estado aislando. (...) Acceder a un empleo no solamente les supone tener una tranquilidad económica para poder salir adelante, fundamentalmente les hace recuperar el sentido de la utilidad", sostiene Sato.

Las víctimas de la violencia de género tardan una media de ocho años y ocho meses en dar el paso de denunciar, un tiempo cinco años mayor en el caso de que las mujeres no tengan empleo, según un estudio de la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género.

La Fundación Adecco destaca en su "Informe Violencia de Género y Empleo 2021", recién publicado, que el maltrato machista expone a situaciones extremas de aislamiento, exclusión social o privación material y/o pobreza y que el empleo es uno de los principales activos para que las víctimas puedan normalizar y recuperar el control de sus vidas.

Tras entrevistar a 350 mujeres víctimas, el informe desvela que el 98 % considera que un empleo le ayudaría a recuperar las riendas de su vida. Sin embargo, siete de cada diez prefieren no revelar su condición de víctima en las entrevistas de trabajo por miedo a ser descartadas por prejuicios y creencias estereotipadas que se trasladan al ámbito laboral y dificultan su acceso al mercado laboral.

En esa encuesta también se descubre que el 93 % de las víctimas tiene dificultades para llegar a fin de mes y el 59 % se plantea trabajar de forma irregular por la urgencia de obtener ingresos.

Exclusión social severa

La Fundación Integra trabaja para la inserción laboral de personas que se encuentran en una situación de exclusión social severa: víctimas de violencia machista, personas sin hogar, drogodependientes, con discapacidad o mujeres que hayan sido explotadas sexualmente. "Es importante la inclusión laboral para tener una segunda oportunidad, retomar las riendas de su vida. Son personas que han vivido situaciones muy complicadas y necesitan un empleo digno no sólo para su economía, sino para retomar la autoestima que han perdido en ese proceso de exclusión", indica Sato.

Desde 2001, esta organización ha contribuido a la inserción sociolaboral de 17.700 personas, la tercera parte de ellas víctimas de violencia machista. "Es el primer paso, al menos uno fundamental, para recuperar la normalidad y afrontar el futuro con esperanza", matiza Sato.

Las mujeres que son víctimas de la violencia de género se ven privadas de recursos económicos porque el maltratador maneja la economía familiar. Esta situación es un condicionante más a la hora de que puedan dar el paso de alejarse de la violencia.

Una ardua búsqueda

La responsable del área de violencia contra la mujer de esta fundación indica que las mujeres llegan a sus programas derivadas de entidades sociales como casas de acogida, puntos municipales o atención psicológica: "Cuando estas entidades entienden que están preparadas para dar el paso al empleo es cuando nos las derivan porque la búsqueda de empleo es una tarea bastante ardua y hay que estar preparada psicológicamente", asevera.

El proyecto Senda de Gijón, vinculado a la Fundación Mujeres, se dedica precisamente a ese paso previo a la búsqueda de trabajo. Sus profesionales elaboran itinerarios de empoderamiento, autonomía, competencias en la toma de decisiones y digitales para mujeres en situación de vulnerabilidad.

Son itinerarios de activación personal y social para que pueden afrontar el proceso de búsqueda de empleo con autoestima y autoconfianza que duran meses.

El proyecto Senda ayuda a las mujeres a adquirir competencias digitales antes de integrarse en el mercado laboral.

El proyecto Senda ayuda a las mujeres a adquirir competencias digitales antes de integrarse en el mercado laboral. / Imagen de archivo / Pixabay

A continuación, servicios de acompañamiento en la búsqueda del empleo como el que presta la Fundación Integra las ayuda a completar la inserción sociolaboral.

Durante una semana, las mujeres sobrevivientes pasan por una escuela de fortalecimiento que las forma en las herramientas para la búsqueda de empleo, elaborar el currículum y afrontar con seguridad una entrevista laboral.

Es un mito pensar que las mujeres maltratadas no tienen formación: "Abarca cualquier perfil de cualificación, desde mujeres que no han tenido acceso a formación hasta licenciadas con trayectorias profesionales de éxito a las que la situación de violencia las ha dejado descolgadas del empleo y les está costando volver a insertarse laboralmente". Una vez superado, se las pone en contacto con empresas colaboradoras para un proceso de selección.

Algunas compañías colaboradoras participan directamente en los procesos de formación, por ejemplo hay directivas dan cursos a las víctimas o que se convierten en sus mentoras.

La Fundación Adecco hace hincapié en su informe en que el empleo puede ayudar a estas mujeres a salir adelante, proporcionándoles independencia económica, autoestima y aumentando su red de contactos: "Por ello, su fidelidad y compromiso con el proyecto empresarial son dobles. Además, son personas que han desarrollado una serie de habilidades emocionales y extraordinarias capacidades para sortear obstáculos, que se convierten en grandes fortalezas cuando se trasladan al ámbito empresarial", se lee en el documento. 

Discapacidad y violencia machista

El proceso de encontrar un empleo es complejo para las mujeres víctimas, pero lo es aún más para aquellas que además de víctimas tienen alguna discapacidad.

Inserta Empleo, entidad que se dedica a la inserción laboral de personas con discapacidad desde hace dos décadas, comenzó a detectar en 2017 en las entrevistas de candidatos un crecimiento de los casos de violencia de género y a partir de entonces sus profesionales se dieron cuenta de que hacía falta desarrollar una intervención y un modelo específico para estas víctimas.

Fruto de esta reflexión nacía el año pasado el programa Mujeres en modo ON Violencia de Género, desarrollado junto a la Fundación ONCE. "La metodología se basa en un ciclo de recuperación de la mujer, tanto de su desarrollo personal como profesional y está focalizado siempre al empoderamiento y al empleo porque somos una entidad que trabaja la empleabilidad", destaca la responsable del proyecto, Ana Pilar Cruz.

Las mujeres que participan son evaluadas para conocer sus necesidades psicológicas, médicas y legales -el programa trabaja con otras instituciones que complementen las ayudas a las supervivientes- y acceden a talleres de empoderamiento y grupos de ayuda mutua.

El trabajo abarca desde conseguir la estabilidad y el control que necesitan para afrontar su vida hasta abordar el reto de su incorporación al mercado laboral. El acompañamiento persigue potenciar el desarrollo de competencias, la cualificación y las habilidades laborales y también, en el lado de las empresas, el asesoramiento del tejido productivo para que incorporen a estas mujeres a sus plantillas. Desde su puesta en marcha, 915 mujeres con discapacidad y víctimas de la violencia de género han participado y 200 tienen ya un empleo.

Un "entorno seguro" para el desarrollo de videojuegos

Las violencias machistas y las discriminaciones que padecen las mujeres adquieren formas muy diversas e impiden el desarrollo pleno de la mitad de la población.

Con el objetivo de fomentar la participación de las mujeres en la industria del videojuego -que está muy masculinizada y en la que ha habido sonados casos de acoso sexual-, ha nacido en España FemPowerUp, una incubadora femenina con perspectiva de género que pretende ser "un lugar seguro" para desarrolladoras mujeres.

"Es una incubadora de videojuegos al uso, es decir, los equipos de trabajo saldrán con una demo jugable y un pitch para presentar un videojuego a un posible gestor, pero tiene la particularidad que tanto el equipo de mentoras como de mentorizadas está integrado por componentes femeninos. La industria del videojuego ha estado tradicionalmente dominada por el género masculino", explica la responsable del proyecto, Sandra Samper.

FemPowerUp aspira a favorecer la inserción profesional y laboral de mujeres en la industria del ocio interactivo: "El hecho de que todas las integrantes sean mujeres reduce el miedo al error, permite que se hable de temas que son tabúes si existe en el equipo algún perfil que se pueda ver ofendido", sostiene Samper.

En el equipo se contará con especialistas asociadas al ámbito de psicología que introducirán actividades de autocuidado, apoyo psicoemocional y psicoterapéutico.

El 016 atiende a las víctimas de todas las violencias contra las mujeres. Es un teléfono gratuito y confidencial que presta servicio en 53 idiomas y no deja rastro en la factura. También se ofrece información a través del correo electrónico 016-online@igualdad.gob.es y asesoramiento y atención psicosocial mediante el número de Whatsapp 600 000 016. Además, los menores pueden dirigirse al teléfono de ANAR 900202010.