JUICIO DEL ALVIA
El primero de los peritos judiciales del Alvia declara que lo adecuado sería haber puesto un segundo nivel de protección
Para el ingeniero industrial José Manuel Lamela la causa del descarrilamiento fue el exceso de velocidad
R.S.
La sesión de este miércoles del juicio del
Alvia
de Santiago ha sido breve: apenas una hora ha durado la declaración de José Manuel Lamela, el primero de los tres peritos judiciales que declaran en el macrojuicio de la Cidade da Cultura. Lamela es ingeniero industrial y fue elegido por la Xunta para examinar y respaldar el material rodante del tren siniestrado en la curva de Angrois el 24 de julio de 2013, accidente que causó 80 muertos y 140 heridos.
"El tren descarriló por exceso de velocidad en la llegada a la curva. No había ninguna anomalía en el tren", ha respondido el perito, que no es especialista ferroviario, a preguntas del fiscal.
Durante la comparecencia, que ha finalizado pasadas las 10.30 horas, Lamela se ha limitado a ratificar el contenido de los dos informes que aportó en fase de instrucción y ha acabado su intervención asegurando que lo adecuado sería haber puesto un segundo nivel de protección, ya que con el tiempo, en todos los sistemas siempre se va a producir un despiste o un error humano.
Reanudación tras el parón navideño
El juicio del Alvia se reanudó este martes —tras el parón navideño— con la comparecencia del perito Manuel Conde García, actualmente jubilado pero que cuando ocurrió el accidente de Angrois era el jefe de área de investigación técnica de accidentes de Renfe. Él elaboró un informe sobre las causas del descarrilamiento, un documento técnico inicialmente de carácter interno que acabó en el procedimiento judicial tras ser requerido por el juzgado instructor.
La “causa directa” del siniestro, resumió, fue el “exceso de velocidad”, descartando fallo alguno tanto en el material rodante como en la infraestructura de la vía. La señalización tampoco incumplía la normativa reglamentaria, si bien este punto generó debate en el juicio ya que el técnico desveló que detectó hasta tres “discrepancias” en los puntos kilométricos de las señales físicas de la vía con respecto a los que constaban en la información que contenía el cuadro de velocidades máximas que tenía el maquinista a bordo. Entre estos carteles estaba el que marcaba el cambio de velocidad de 200 a 80 km/h. En todo caso, aunque lo “lógico” es que fuesen coincidentes, señaló que no hizo constar esta cuestión como “anomalía” en su informe al estimar que no incidió “para nada” en el accidente.
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