LIMÓN & VINAGRE

'El Yoyas', ¿brazo o costilla?

Más pronto o más tarde, El Yoyas entrará en prisión. Él es el responsable de sus actos, pero son muchos los que le han jaleado por el camino. Quienes le pusieron en el foco de sus programas y la audiencia que lo celebró.

Selfi del personaje televisivo Carlos Navarro, más conocido como ‘El Yoyas’, en el interior de una furgoneta en 2018.

Selfi del personaje televisivo Carlos Navarro, más conocido como ‘El Yoyas’, en el interior de una furgoneta en 2018. / EPE

Emma Riverola

Emma Riverola

Amigos televidentes, este es su momento. Solo tienen que enviar un mensaje al programa y decidir cuál de estas dos opciones eligen: brazo, si prefieren que El Yoyas le rompa una extremidad superior a su pareja, o costilla, en el caso de que opten por esta otra parte de la anatomía. Como en cada programa, sorteamos un fantástico botiquín de primeros auxilios. Porque nunca se sabe lo que puede ocurrir.

Aunque, a veces, sí se sabe. Si se quiere ser consciente de ello, claro. Si, además de pensar en la audiencia y en el rédito económico, hay una reflexión sobre la responsabilidad del mensaje público, sobre las consecuencias de la exhibición de determinadas actuaciones, sobre qué conductas son premiadas o denigradas, sobre qué aplaudimos y qué olvidamos. Más pronto o más tarde, El Yoyas entrará en prisión. Él es el responsable de sus actos, pero son muchos los que le han jaleado por el camino. Quienes le pusieron en el foco de sus programas y la audiencia que lo celebró.

Carlos Navarro nació en Barcelona en 1976, pero El Yoyas se alumbró 25 años más tarde, en la casa del Gran Hermano 2. Entró como pastelero en paro y salió expulsado a las tres semanas por su comportamiento violento con Fayna Bethencourt, su pareja en el programa y compañera durante los siguientes 16 años. Arrogante, violento, grosero, chulesco hasta la médula: había nacido una estrella.

Salió de Gran Hermano en 2001 y, durante una década larga, encadenó programas de gran de audiencia. Sus intervenciones transcurrían entre la ocurrencia y la violencia, entre la simpleza y la demagogia. Siempre dispuesto a humillar al discrepante. Putas y maricones eran/son dos de sus palabras preferidas para blandir como insultos. "¡Ponte el pañuelo en la boca!", le espetó a una compañera de tertulia cubierta por el hiyab. Algunos creían ver en él una suerte de Pijoaparte, lo que no dejaba de ser una miopía clasista.

Del Gran Hermano de Telecinco salió trasquilado, pero pasó directamente al Crónicas Marcianas de… Telecinco. Allí pudo seguir provocando al personal desde 2001 hasta 2004. Esos días, también asaltó el plató del programa La vida és una prova de Canal 9 y atacó a un invitado que había discutido con su novia. En La isla de los famosos (Antena 3) arrojó un vaso de agua a una compañera de debate y tuvo que ser agarrado para que la cosa no fuera a más. La Sexta también quiso tener su ración de El Yoyas. Jordi Évole le fichó para su Salvados. Colaboró en la primera temporada del programa (2008) y tuvo sección propia el año siguiente.

¿En qué momento se consideró que la opinión de un personaje zafio, machista y agresivo tenía algún interés público? No se puede alegar desconocimiento de su talante y no cabe apelar a la escasa conciencia social. En 2004 ya se había aprobado la Ley Integral contra la Violencia de Género. Y la propia expulsión de Gran Hermano fue reclamada por IU, el PSOE, el PP, el Instituto de la Mujer y varias organizaciones feministas. No, no era interés público, mucho menos informativo. Era, por supuesto, el dinero. "Si vas a contar algo bonito, te pagan una mierda. Si vas a vomitar, te pagan una pasta. Solo quieren eso", confesó El Yoyas a Évole. Y llenó de vómito las pantallas.

"Maltrato habitual"

Mientras su rostro público también le mostraba como poeta, simpatizante de Ciudadanos en 2012 y aspirante a la alcaldía de Vilanova del Camí en 2015, su semblante más íntimo acumulaba sombras. Bethencourt lo denunció por maltrato en 2017. Luego se arrepintió y pidió el archivo de las diligencias, pero en 2018 volvió a denunciarlo. En 2020, lo condenaron a seis años de prisión por "maltrato habitual en el ámbito familiar". "¿Qué quieres que te rompa, el brazo o una costilla?", preguntó a su mujer en medio de una paliza delante de su hijo de 3 años.

El pasado 14 de noviembre debía haberse presentado en el juzgado para su ingreso en prisión. Desde entonces, está en busca y captura.

El Yoyas anda desaparecido, pero no callado. El diario El Mundo atendió su petición de ser entrevistado. Su huida puede tener interés periodístico, su alegato de inocencia sobra. Un golpe más a la víctima. En respuesta, Bethencourt ha difundido algunos de los audios que El Yoyas envía a su hija mayor. Y, de nuevo, regresamos a la casa de Gran Hermano. Insultos, amenazas y chulerías. En medio, 21 años de focos mediáticos. Alimentando al monstruo. Aleccionando al público. ¿Brazo o costilla? Voten, queridos televidentes.