MEMORIAS SOBRE LA ADICCIÓN

Matthew Perry y su infierno de metadona, Xanax, cocaína y un litro de vodka al día

Las memorias de adicción del actor de 'Friends' llegan este jueves a España a través de la editorial Contraluz

El actor confiesa que sólo estuvo sobrio en la novena temporada de la serie

Perry rememora una bronca con Jennifer Aniston: "Sé que has vuelto a beber"

Matthew Perry, en una imagen actual.

Matthew Perry, en una imagen actual. / INSTAGRAM

Juan Manuel Freire

Juan Manuel Freire

Conocemos a Matthew Perry, sobre todo, como el atribulado Chandler Bing de Friends, la telecomedia que le lanzó a la fama en los noventa y que, después de ser incorporada al catálogo de Netflix, consiguió hacerle popular entre millennials o zoomers. Pero también como el superviviente de adicciones varias que nunca se ha preocupado en exceso por ocultar ante la prensa. Su nivel de franqueza, sea como sea, alcanza su grado más alto en Amigos, amantes y aquello tan terriblememorias de adicción cuyos primeros avances llevan unas semanas sacudiendo el mundo y que por fin el jueves llegan a España a través de la editorial Contraluz.

En parte por rebajar el tedio de otra estancia hospitalaria, Perry se decidió un día a empezar a escribir su lucha en las Notas del iPhone. Su mánager, en lugar de intentar disuadirle, le animó a seguir. Lento pero seguro (el exorcismo le dejaba tan exhausto que solo podía escribir un par de horas al día), el actor acabó completando, incluso antes del plazo tope, una autobiografía sin aparente autocensura, franca, cruda y sin rodeos. Cuanto antes acabara y cuanto más claro fuera, más vidas podría salvar. La dedicatoria del libro aclara la misión humanitaria: "A todos los que están sufriendo ahí fuera. Ya sabéis quiénes sois". 

Del vino blanco al cóctel letal

En el principio, recuerda Perry, fueron un pack de Budweisers y una botella de vino blanco Andrès Baby Duck. Por entonces tenía 14 años y él y sus amigos exploraban formas de evasión. Poco podía imaginar que aquello acabaría siendo su cárcel. Esa exploración casi inocente acabó, según recuerda en diversos momentos, en el consumo simultáneo de metadona, Xanax, cocaína y casi un litro entero de vodka al día. Marcó una línea de separación respecto a la heroína: ya solo la palabra en sí misma le aterraba.

En 2019, cayó en coma durante varias semanas después que el colon le explotara por el abuso de opioides. Los doctores dijeron a sus seres queridos que tenía un dos por ciento de probabilidades de salir vivo de una cirugía de siete horas. Lo logró, pero tuvo que ser conectado a una máquina ECMO (cuyas siglas en inglés vienen de oxigenación por membrana extracorpórea) y, después, pasar seis semanas en la UCI respiratoria y de cardiología de la UCLA.

La sobriedad, en la que lleva año y medio, le ha salido por un ojo de la cara: en el libro habla de siete millones de dólares, que ha subido a nueve en alguna entrevista reciente. La cuenta incluye quince temporadas en centros de rehabilitación y una en un hospital psiquiátrico. Por el camino, además de dinero, ha perdido la capacidad para disfrutar en todas o casi todas las actividades de la vida: es uno de los efectos secundarios del placebo que toma para tratar su adicción a los opioides, el Suboxone. 

De su boda ficcional a la clínica

Por suerte para seriéfilos, Perry habla también en su libro de Friends, de sus grandes colaboradores en la serie y de lo que supuso formar parte de un fenómeno pop de semejante nivel. Pero incluso muchas anécdotas de rodaje están ligadas a sus problemas de intoxicación. Aunque asegura que nunca fue a trabajar bajo los efectos de ninguna droga, solo estuvo realmente sobrio en la novena temporada. Perry recuerda una visita de Aniston a su caravana para cantarle las cuarenta ("Sé que has vuelto a beber") o que cuando se celebró la boda de Monica (Courteney Cox) y Chandler, el 17 de mayo de 2001, estaba internado en una clínica de rehabilitación. 

Después de leer el libro, revisar Friends no será igual de divertido. Según señala Perry, sus cambios de peso entre una temporada y otra indican la trayectoria de sus excesos: si había ganado quilos, era por el alcohol; si estaba delgado, era por las pastillas, y si llevaba perilla, era por estar "tomando muchísimas". 

Durante su camino de confesión, el actor aprovecha para pedir disculpas a las víctimas colaterales de su comportamiento, sobre todo a las mujeres de su vida. Chandler y Matthew eran iguales en el miedo y, sobre todo, la capacidad para el autosabotaje. Por eso dejó a Julia Roberts ("en lugar de encarar aquel miedo constante a perderla"), la ejecutiva televisiva Jamie Tarses o la actriz Lizzy Caplan. "Les estoy agradecido a todas las mujeres a las que dejé por el simple hecho de estar asustado; os doy las gracias y a la vez os pido perdón", escribe. 

Ahora considera "el amor y el valor" las cosas más importantes de esta vida. Tiene valor para plantar cara al infierno, que, según ha comprobado, existe: "No consientas que nadie te diga lo contrario. Yo he estado allí: existe. Fin de la discusión".