ESTRENOS

Pablo Chiapella: "Me consideran un actor encasillado, pero yo no creo que lo sea, sé hasta dónde puedo llegar"

El célebre Amador Rivas de 'La que se avecina', un intérprete curtido en el universo de Muchachada Nui y hoy ya un nombre importante de nuestra comedia, estrena este miércoles la cinta familiar 'El Casoplón'

El actor Pablo Chiapella protagoniza la comedia 'El casoplón'.

El actor Pablo Chiapella protagoniza la comedia 'El casoplón'. / Cedida

Madrid

Pablo Chiapella no iba para actor, sino para profesor de deportes. No en vano, estudió Magisterio de Educación Física y ejerció el oficio hasta que con 23 años decidió irse a Madrid. “Tres días antes de presentarme a una oposición, mi amigo Ernesto Sevilla me propuso hacer un papel para un sketch suyo, ya que le habían cogido en Paramount”, contó al respecto el albaceteño. “A los dos días me fui a Madrid, lo hice y me matriculé en una escuela de interpretación. Aquel día cambió mi vida. Siempre me gustó esta profesión, pero nunca la valoré como un trabajo”. Desde principios de la década de 2000, gracias a su indiscutible vis cómica, Chiapella fue apareciendo en programas y series de éxito como La hora chanante, Aquí no hay quien viva o Muchachada Nui. Pero fue su papel de Amador Rivas, el Cuqui, en La que se avecina, el que disparó su popularidad. Con motivo del estreno en cines de El casoplón, comedia familiar dirigida por Joaquín Mazón, hemos charlado con el actor sobre cómo sobrevivir al éxito y al temido encasillamiento.

P. En 'El casoplón' vuelve a dar vida a un pobre desgraciado. ¿Los interpreta ya con la gorra?

R. [Risas]. Bueno, cada desgraciado es un mundo. Es verdad que en algunas ocasiones se pisan un poco los caracteres. El personaje estrella vuelve a ser un padre de familia, aunque este es un padre atento con los suyos. Al final, de alguna manera, siempre se le saca una arista diferente a cualquier personaje de hombre desgraciado. A diferencia de Amador Rivas, por ejemplo, este quiere a sus hijos, trabaja, lucha por sacar adelante a su familia y termina convirtiéndose en el padre que se espera de él. Visto al detalle, tiene poco que ver con el otro. Pero volviendo a tu pregunta, no, no los hago con la gorra. Cada trabajo es un melón por abrir, por descubrir, y gran parte del reto consiste en intentar aportar a cada uno de ellos ese toque de distinción.

P. Me pregunto si alguna vez, desde que cambió Albacete por Madrid, ha vivido en un piso tan humilde como el de los protagonistas del filme.

R. Llegué a Madrid con una mano delante y otra detrás. Te aseguró que he estado en casas y habitaciones peores que las de los protagonistas. Ellos viven en un piso que no comparten con nadie más, pero yo he llegado a compartir piso con ocho personas a las que no conocía. Pisos donde no había un cuarto común, puesto que el salón funcionaba como una habitación más. O sea que sí, que he pasado por ello.

P. ¿Tuvo algún trabajo inusual antes de triunfar como actor?

R. Bueno… estando allí en Albacete, cuando quería un dinero extra, mi padre me animaba a ir a la vendimia o a recoger olivas, algo accesible en esa zona. Trabajé como jornalero en ciertas épocas, siempre que el horario no se solapara con mis estudios. Ya una vez en Madrid trabajé en una empresa de animación, interpretando distintos personajes. A lo mejor había una despedida de soltera o soltero y me ponía a hacer del amigo invitado al que se le va la olla porque resulta que está enganchado a algún tipo de droga. O bien hacía del stripper que de pronto no podía seguir con lo suyo porque resulta que la novia le recordaba a la madre. O del camarero torpe al que todo se le cae. He hecho todo tipo de personajes. Menos mal que entonces no había móviles, porque hubo un gran repertorio…

P. Tengo entendido que se compró una casa hace cinco años, pero que todavía no ha ido a ninguna reunión de vecinos. ¿Tan mal le caen?

R. No, no me caen mal [risas]. Quizás es una cosa que se me ha generado a raíz de haber vivido tantas reuniones de vecinos ficticias. Me cuesta ir. No sé, me dejo llevar un poquito en ese aspecto. Pero ahora que lo dices, quizás sí que debería ir a alguna. Aunque si voy, seguramente, se van a esperar algo que no van a encontrar. Van a ver que igual no soy tan gracioso como Amador.

P. Ahora que lo menciona, ¿qué ha ganado y qué ha perdido interpretando a un personaje como Amador Rivas?

R. Pues he ganado muchísima confianza y la posibilidad de interpretar un personaje de largo recorrido. A nivel profesional he ganado muchísimo. Y también a nivel personal, pues darle vida me ha hecho y me sigue haciendo muy feliz. ¿Qué he perdido? Igual que en algún momento he deseado un poquito de anonimato. Eso y que, al tratarse de un personaje cómico con un carácter tan marcado, a lo mejor me está costando abrir otro tipo de puertas.

Un fotograma de 'El casoplón'.

Un fotograma de 'El casoplón'. / Cedida

P. ¿Se considera entonces un actor encasillado?

R. Más bien me consideran así. Yo realmente no considero que lo sea, porque me conozco, sé hasta dónde puedo llegar y también sé lo que me gusta. En cualquier caso, sería absurdo referirse a mí de otra manera, puesto que lo estoy. De hecho, aquí en España existe esa tendencia a encasillar a los actores. La gente se tira a por aquello que cree que es lo único en lo que darás resultado, o porque tiene miedo a arriesgar y descubrir otro tipo de lugares que considero que también pueden ser muy atractivos. Igual que considero atractivo incorporar gente nueva a los elencos de las series, obras de teatro, etc. Pero bueno, yo estoy en mi propia lucha para conseguirlo. Si no aparece, yo mismo me lo guisaré. He pasado por momentos en los que pensaba "vaya tela" o "qué mal", en los que me frustraba un poco, pero ahora que tengo 48 años sé que, al ser una cosa que quiero hacer, me lo generaré yo mismo. Por eso, sinceramente, es algo que ya no me preocupa.

P. ¿Le gustaría ser la estrella de una película de Almodóvar o de Bayona?

R. Hombre, ¡por supuesto! ¿A quién no? Al final, a uno le atrae la posibilidad de contar historias bonitas, con gente que sabe contarlas, y, si puede ser, donde puedas alejarte de aquello que se espera de ti. Uno busca que todo esto que te digo se aúne y dé como resultado una gran peli, con cualquiera de esos directores que has nombrado o con cualquier otro, sea o no conocido, porque también existen muchos directores extraordinarios esperando su gran oportunidad. Siempre estaré encantado de participar en cualquier historia contada con gusto y desde la verdad.

P. Este año le hemos visto también en Machos Alfa. ¿Es usted más macho o más alfa?

R. Macho soy, porque pertenezco al sexo masculino, pero alfa no me considero en ningún caso. Es imposible considerarse macho alfa cuando, además, compartes vivienda con un chaval de veinte años. ¿Para qué pelear por ese puesto? Es broma. Tampoco lucho por ser alfa. Me parece una pelea absurda.

P. ¿No ha necesitado hacer ningún curso de deconstrucción de la masculinidad?

R. Creo que no, más que nada porque tengo hermana, he vivido siempre en un entorno femenino, entiendo a las mujeres, siempre he sabido tratarlas y me educaron de una manera bastante equilibrada. Siempre se repartieron las tareas de casa por igual y nos trataron de la misma forma. Ni yo he tenido nada distinto a lo que pudiera tener mi hermana, ni ella ha tenido nada distinto a lo que pudiera tener yo.

P. ¿A su hija Valentina le permite ver las series en las que participa?

R. Ahora estoy muy contento porque esta de El casoplón es una película familiar y, por fin, la he podido ver con ella sin tener que taparle los oídos. Es una peli muy chula y que tiene unos valores muy interesantes. Habla de la colaboración en familia, de la importancia de quererse y ayudarse, de compartir tareas,... y me ha dado mucho gusto poder verla con ella sin ningún temor. Otra cosa distinta es La que se avecina. En esta sí hay imágenes de su padre que de momento, con nueve años que tiene, prefiero que se prive de ver [risas].