ANIMALES

Las cotorras argentinas invaden Madrid: estos son los peligros que ocasionan en la vía pública

La seguridad es la mayor preocupación palpable entre los vecinos, que temen por la integridad de los niños

Las cotorras argentinas tienen voz individual, como los humanos, según un estudio

Las cotorras argentinas tienen voz individual, como los humanos, según un estudio / Antonio Acero/SEO

Madrid

San Fernando de Henares ha sido escenario de un creciente descontento entre los vecinos debido a la presencia de cotorras argentinas. Las aves exóticas han encontrado en este espacio un nuevo hogar, provocando un ruido insoportable a su paso y problemas de higiene por aquellos que las alimentan.

Las cotorras han sido desplazadas de otras plazas cercanas y están empezando a anidar en el distrito. La problemática de estas aves se agrava con el peso de los nidos que construyen. Recientemente, uno de ellos cayó de un árbol, lo que obligó a los operarios del Ayuntamiento a intervenir para evitar futuros incidentes. Por desgracia, esta acción no es más que temporal: a los días, las cotorras vuelven a anidar el árbol.

¿Por qué son peligrosas las cotorras?

La seguridad es la mayor preocupación palpable entre los vecinos, que temen por la integridad de los niños que juegan cerca de parques plagados con cotorras. La presencia de sus numerosos nidos hacen que los pequeños tengan que jugar con cuidado, pues de caer encima de ellos, el problema sería grave. Los nidos pueden llegar a alcanzar los 200 kilos y normalmente se encuentran en árboles y postes de tensión.

¿De dónde vienen las cotorras?

Las cotorras argentinas proceden de América del Sur. Su capacidad para adaptarse y reproducirse rápidamente las ha convertido en una especie invasora en muchas áreas urbanas.

Su paso por los distritos de la capital ya ha causado problemas ecológicos y conflictos con los humanos debido a su comportamiento ruidoso y sus nidos voluminosos. En San Fernando de Henares, el dilema de las aves continúa sin una solución clara.

La situación resulta desafiante para el Ayuntamiento y, mientras tanto, los vecinos son las víctimas de un problema en el que ellos mismos han de encontrar un equilibrio entre su propio bienestar y el respeto por las aves.