RINCONEANDO
De verso en verso por el Barrio de las Letras de Madrid
De Cervantes a Valle-Inclán, algunos de los mejores escritores de la historia de la literatura española han dejado su huella en los poco más de 800 metros que separan la plaza de Jacinto Benavente del paseo del Prado

Entrada de la iglesia de San Sebastián, en la calle Atocha, en cuyos archivos figuran las partidas de bautismo, matrimonio o defunción de numerosos escritores. / AYUNTAMIENTO DE MADRID

No por nada a las estrechas callejas del entorno de la plaza de Santa Ana y la calle Huertas se las conoce como el Barrio de las Letras. En ese Madrid de poco más de 800 metros, entre la plaza de Jacinto Benavente y el paseo del Prado, confluyeron los grandes autores del Siglo de Oro, de la Ilustración y, después, nombres importantes de la literatura española del Romanticismo y de los siglos XIX y XX. "No existe en Europa un barrio comparable a este", escribe en ese sentido José Luis Rodríguez-Checa en su Guía del Barrio de las Letras (ediciones La Librería, 2002). En sus páginas propone distintas maneras de recorrerlo, una de ellas siguiendo los pasos de todos esos literatos que lo habitaron y escribieron sobre él.
Las primeras edificaciones en la zona surgieron durante el reinado de los Reyes Católicos, pero fue a partir de 1561, cuando Felipe II traslada la corte a Madrid, cuando empieza consolidarse. No mucho tiempo después, poco más de cuatro décadas, allí se imprimió, en 1605, la primera edición del Quijote, en la imprenta de Juan de la Cuesta, en lo que hoy es el número 87 de la calle de Atocha. Diez años después, en 1615, del barrio salieron también los primeros ejemplares de la segunda parte de las andanzas del ingenioso hidalgo. En concreto, del número 7 de la calle de San Eugenio, adonde Juan de la Cuesta había trasladado su taller.
No es el único vínculo de Miguel de Cervantes con el Barrio de las Letras, ni mucho menos. El manco de Lepanto vivió en varias direcciones dentro de sus contornos, la más conocida la última, en el número 2 de la calle que hoy lleva su nombre, esquina con la calle León. Una placa con el relieve de su perfil lo recuerda en la fachada, aunque no es la construcción original. Pese a la campaña de Mesonero Romanos para evitarlo, se derribó en 1833 para ser después reconstruida.

Fachada del Convento de las Trinitarias, donde está enterrado Miguel de Cervantes. / AYUNTAMIENTO DE MADRID
Un poco más abajo en la misma calle Cervantes, concretamente en el número 11, se encuentra la que también fue última morada de su gran rival literario, Lope de Vega. El edificio, completamente restaurado, alberga hoy su casa museo, gestionada por la Comunidad de Madrid y con un pequeño jardín abierto al público que ofrece un delicioso espacio de respiro. "Mi casilla, mi quietud, mi huertecillo y estudio...", dejó escrito sobre este lugar el Fénix de los Ingenios.
La casa de Góngora y Quevedo
Aunque si de rivalidad entre plumas se habla en el siglo XVII ninguna como la que mantuvieron Luis de Góngora y Francisco de Quevedo, unidos por una casa también en el Barrio de las Letras, la que se alza en la calle Quevedo, 7. Explica en su librito Rodríguez-Checa que inicialmente perteneció al "hombre a una nariz pegado" pero, acuciado por las deudas, tuvo que venderla y quedarse de alquiler. La compró su archienemigo, quien al primer impago desahució al poeta de Soledades. "Góngora, que entonces estaba bastante enfermo, tuvo que regresar a su Córdoba natal, donde murió dos años después", añade el autor de Guía del Barrio de las Letras.
No lejos de esa casa, en Atocha, 39, se encuentra la iglesia de San Sebastián, erigida hacia 1575, destruida durante la Guerra Civil y reconstruida en 1959. En sus archivos parroquiales quedaron registrados los bautismos, matrimonios o defunciones de más de 2.000 personajes de cierta relevancia histórica. Algunos de ellos aparecen en unos paneles en la pared izquierda de la entrada y constituyen un auténtico parnaso: Tirso de Molina, Leandro Fernández de Moratín, José Echegaray o Jacinto Benavente entre los bautismos; Mariano José de Larra (con Josefa Wetoret), José Zorrilla (con Florentina O'Reilly) o Gustavo Adolfo Bécquer (con Casta Esteban) entre los matrimonios, y los propios Miguel de Cervantes y Lope de Vega, entre las partidas de defunción, si bien los restos del primero se encuentran en la vecina iglesia de San Ildefonso, del convento de las Trinitarias, en la calle Lope de Vega, 18, y los del segundo, desaparecidos. En las inmediaciones de la iglesia de san Sebastián, por cierto, Benito Pérez Galdós ponía a pedir limosna a la protagonista de Misericordia.

Un fragmento de 'Misericordia', de Benito Pérez Galdós, en una calle del Barrio de las Letras de Madrid. 21/03/2009 Barrio de las LetrasCULTURA MADRID ESPAÑA EUROPACARLOS ALVAREZ / CARLOS ÁLVAREZ
Corriendo el siglo XVIII aún no se conocía como Barrio de las Letras pero de facto continuaba siéndolo. En la calle de San Sebastián, 2, en el espacio que hoy ocupa un hotel, estuvo el posiblemente primer café literario de la historia de Madrid, la Fonda y Café de San Sebastián, hasta 1776.
José de Cadalso, su amante y un sepulturero
Allí se reunían, entre otros, Jovellanos, los fabulistas Iriarte y Samaniego o Leandro Fernández de Moratín y José de Cadalso, estos dos últimos estrechamente unidos al barrio. El primero porque nació allí, en la plazuela de San Juan, como indica una inscripción en la fachada de un edificio reconstruido en 1892.
El segundo por una leyenda que Rodríguez-Checa recoge. En la esquina de la misma calle San Sebastián con la calle Huertas se encuentra la considerada floristería más antigua de Madrid, sobre lo que en el pasado fue el cementerio de la iglesia de San Sebastián. Allí fue enterrada la actriz María Ignacia Ibáñez, muerta a la edad de 25 años y de quien Cadalso estaba tan perdidamente enamorado que, se cuenta, acudió al cementerio con un sepulturero para desenterrarla y darle su último adiós, episodio luego recreado en sus Noches lúgubres.
Más ejemplos de años y siglos posteriores: en Huertas, 41, vivió Elena Fortún, la autora de Celia, y en Lope de Vega, 31, Luisa Carnés, escritora y periodista de la Generación del 27. Tanto resuenan los ecos literarios en el Barrio de las Letras, de hecho, que aún hoy se escuchan. En la plaza de Santa Ana, uno de los pocos espacios abiertos en este entramado de estrechas calles, junto a sendas estatuas de Calderón de la Barca y de Federico García Lorca, se levanta el Teatro Español, donde hasta el próximo 15 de diciembre se representa Luces de bohemia, de Ramón María del Valle Inclán, obra en que el autor gallego esculpe la definición del género del esperpento en boca de su protagonista, Max Estrella: "Los héroes clásicos reflejados en los espejos cóncavos dan el esperpento. El sentido trágico de la vida española sólo puede darse con una estética sistemáticamente deformada. [...] España es una deformación grotesca de la civilización europea".
Esos espejos cóncavos y deformantes, en realidad uno cóncavo y uno convexo, existen y están muy cerca de la plaza de Santa Ana, en la calle Álvarez Gato, 3, en la fachada de una taberna donde, en tiempos, se comían unas de las patatas bravas más populares de Madrid.
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