‘MADRILEÑEANDO’
'Rondine', vencer a la guerra y el odio elevando al cénit la cultura del diálogo
No me resulta fácil expresar con palabras el ansia que sentía por unir, en esta nueva aventura periodística que lleva por título ‘Madrileñeando’, mis dos pasiones: la de la villa de Madrid y la de mi amada Italia. El azar, o el destino, han querido que esta semana haya podido lograrlo
La oportunidad me la dieron mis amigos de la embajada italiana en Madrid, en un evento que tuvo lugar el pasado martes 18 de junio y que tuve el honor de presentar. La cita no pudo resultarme más apetecible y emocionante.
Celebrábamos la Gala benéfica dedicada a ‘Rondine la Cittadella della Pace (Golondrina, Ciudadela de la Paz)’. Una organización comprometida con la reducción de los conflictos armados en todo el mundo y la difusión de su metodología para la transformación creativa de los conflictos en todos los contextos. Me acompañó en el estrado Elena Sofía Ricci, una de las actrices más queridas en Italia por haber consagrado toda su vida a la interpretación. La aterciopelada voz de Glenda Gaby acarició nuestros oídos durante toda la noche. Como exquisitos anfitriones, Giuseppe Buccino Grimaldi, embajador de Italia en Madrid, Paola Butali, vicepresidenta de la organización y las insuperables Emanuela Spinetta y Nicoletta Negrini, organizadoras del acto.
En un tiempo confuso, en el que el auge de los movimientos populistas de extrema derecha y la pseudocultura del enfrentamiento, de la crispación y del odio, amenazan gravemente con destrozar las libertades y la estabilidad democrática de nuestras sociedades, la paz y la cultura de la negociación, se erigen como las armas más poderosas para sacudirnos esta lacra. No hubiera existido mejor lugar para este homenaje al diálogo que ese pequeño pedazo de Italia que representa en Madrid su legación diplomática. ¡Siempre repito que los italianos nacemos con un manual de negociación entre nuestros pañales!
Todo comenzó en un pueblo medieval en la campiña Toscana, a pocos kilómetros de Arezzo. Allí, en 1977, nació Rondine en una pequeña aldea alrededor de un castillo del siglo XI completamente en ruina. Un pequeño grupo de jóvenes soñadores llegó a Rondine armados con pico y pala, para dar nueva vida al castillo y de paso crear los sólidos cimientos de un inmenso palacio lleno de solidaridad. El líder de esos jóvenes con sueños de libertad y paz, Franco Vaccari, tenía entonces 24 años. Nacido en Arezzo, psicólogo y gran defensor de la causa de la paz, del diálogo entre los pueblos y de la educación de los jóvenes, desde el principio soñó y trabajó para hacer de esa aldea un lugar abierto a todos los que querían luchar contra las guerras, el odio y los totalitarismos. Lo hico con valentía y con un pequeño ejercito de voluntarios que día tras día buscaron aliados en lo público y privado. Hoy Vaccari tiene 69 años y Rondine se ha convertido en una exitosa organización internacional, comprometida contra todo conflicto armado y en la difusión de su método de transformación “creativa” de cualquier conflicto, desde los interpersonales, los empresariales, hasta los enfrentamientos bélicos que han inundado de angustia, en algún momento de su historia, a casi todos los países del orbe. Guerras que han devastado naciones enteras, que las han inundado con ríos de sangre inocente. Enfrentamientos armados que han destrozado vidas y haciendas de millones de personas.
Ucrania o Gaza son los más recientes y los vivimos, durante estos últimos meses, en tiempo real. Las guerras de Irak, la guerrilla de las FARC en Colombia, o las sucesivas carnicerías de los Balcanes, han quedado grabados en nuestras retinas para siempre.
Rondine crea centros formativos en los que se conceden becas de dos años de formación a estudiantes que han podido escapar de esos infiernos. Cientos, miles de tragedias, de vidas rotas y de sueños truncados que, gracias a estas ayudas, tienen la oportunidad de revertirse.
Este increíble proyecto ha servido para evidenciar el poder de la mediación en la gestión de conflictos. Un arma poderosísima, tanto para jefes de Estado y responsables políticos, como para líderes empresariales. Uno de los momentos maravillosos, el más emocionante de la noche que tuvimos la oportunidad de vivir, fue el instante en el que tres jóvenes nos ofrecieron sus testimonios.
"Gabriela, colombiana, Sabina, rusa, y Kateryna, ucraniana, nos pusieron la carne de gallina"
Con su relato, roto en ocasiones por la emoción y el desgarro, pudimos sentir la fuerza destructiva del odio, de las bombas, del siniestro traqueteo de las metralletas y del poder abrasivo del fuego. A sus 23 años, Kateryna nos contaba cómo vivió el estallido de la guerra hace dos, y cómo ahora, en Rondine, trabaja para que la paz en su interior llegue a ser tan fuerte que ni el dolor ni la guerra en su país puedan destruirla.
Ellas escaparon de unas tragedias que segaron las vidas de miles de inocentes, que no tuvieron la misma suerte. En su mochila cargarán para siempre con el peso de la angustia de haber vivido cómo la tranquilidad de su existencia, la estabilidad de sus hogares y de sus familias, saltaban por los aires.
Os confieso que, mientras escuchaba sus desgarradores aunque serenos testimonios, llegué a cerrar los ojos y pude sentir cómo un escalofrío recorría mi médula, cómo un nudo oprimía mi garganta. Cuando el acto llegó a su fin y tras despedir a la legión de personalidades y amigos que nos acompañaron, de regreso en el taxi que me devolvía a casa, reflexioné acerca de la increíble indiferencia que, en muchas ocasiones, se apodera de nosotros y nos arrastra de manera fatal. Una indiferencia que nos mata.
"Frente a ella, frente al odio, contagiemos la paz, la solidaridad y la generosidad"
La noche nos dejó instantes para demostrar esa generosidad y, ¡por qué no!, para ‘rascarnos’ el bolsillo. Fue el momento de una lotería de la paz en la que tuvimos la oportunidad de donar vida, de regalar ilusión, y de contribuir con nuestro granito de arena a aliviar tanto sufrimiento.
Los asistentes aplaudimos a rabiar durante un buen rato a Giuseppe Vincelli, director del Hotel Intercontinental de Madrid, que donó la fantástica ‘Suite Ava Gardner’, en la que la diva se hospedó durante casi un año de forma continuada durante su estancia en la capital de España. También a Florentino Pérez, presidente del Real Madrid, que entregó una camiseta firmada por toda su plantilla, flamantes héroes de la última ‘Champions’, y a Enrique Cerezo, que donó otra camiseta con las firmas de los jugadores del Atlético de Madrid. Mi admirado Scariolo hizo lo propio con otra camiseta de la selección nacional de basket.
Siendo importantes todas estas individualidades, me importa cerrar esta segunda entrega de ‘Madrileñeando’ con un doble recuerdo: el de los testimonios de Gabriela, Sabina y Kateryna, y el de un mensaje: que el acuerdo, el diálogo, la negociación con el otro, son el mejor antídoto para vencer a tantos extremistas que ansían envenenarnos con su odio.
- Los tesoros que guarda la iglesia más antigua de España: una pila bautismal visigoda y la 'corona' de Recesvinto
- Estas son las medallas que ha ganado España en los Juegos Olímpicos de París 2024
- Enrique Bunbury cumple 57 años y lo celebra despertando las expectativas en redes entorno a 'Héroes del Silencio
- Análisis del fiasco en los Juegos Olímpicos de París: por qué España sigue sin superar las 22 medallas
- Georgina Rodríguez se queda con la casa y pensión vitalicia: el acuerdo con Cristiano Ronaldo
- Helena o el mar del verano', la joya de la literatura española para la que su época no estaba preparada
- El chalet por el que todos suspiran en Pozuelo de Alarcón ya está a la venta
- ¿Y si el rey Felipe fuera republicano? Un antiguo asesor de la Corona desvela su teoría