Un libro recorre décadas de relación de Madrid con el cine

Solo el año pasado se rodaron en Madrid 41 películas. Desde los inicios del cine, hace más de un siglo, varios miles. Más que suficientes para establecer un vínculo entre este arte y la ciudad que ahora explora el libro Madrid desde el cine, presentado este mediodía en la Casa de la Panadería, en la Plaza Mayor. El mismo escenario, como se han encargado de recordar algunos de los presentes, donde Pepe Isbert perdió a Chencho en La gran familia (Fernando Palacios, 1962) o donde Juan Echanove y Marisa Paredes dirimían cuitas sentimentales en La flor de mi secreto, de Pedro Almodóvar (1995). Tampoco muy lejos de esa Gran Vía desierta que, también en los noventa, recorría Eduardo Noriega en Abre los ojos, de Alejando Amenábar o de ese neón de Callao de que colgaba Santiago Segura en El día de la bestia, de Álex de la Iglesia.

Son solo algunas de las más de 260 películas de 160 directores y directoras que recorre el libro, si bien, como ha comentado hoy uno de sus tres autores, el profesor de la Universidad Carlos III de Madrid Carlos Manuel Valdés (los otros dos son Agustín Gámir Orueta, también de la Carlos III, y Luis Deltell Escolar, de la Universidad Complutense), ese es el número de las que se han incorporado, pero ha habido que descartar varios cientos más. "Cuando pensamos en ciudades vinculadas al cine se cita Nueva York, París, Roma... Madrid no suele entrar. Y es algo injusto", ha subrayado Manuel.

El libro es resultado de un largo periodo de investigación que ha terminado encerrado en 276 páginas de carácter divulgativo y en el que abundan fotogramas de películas rodadas en la capital, en no pocas páginas enfrentadas a fotografías actuales del mismo lugar. Estructurado en parte en fichas, "no es un libro para leer de corrido", ha explicado el profesor de la Carlos III, "sería masoquista. Pero se puede encontrar muchísima información. Y en cierto sentido, el paseo por sus páginas es una suerte de paseo por la ciudad de Madrid, cómo la ha retratado el cine creando cientos de personajes diferentes".

Es una idea en la que ha insistido Manu García, responsable de Ediciones La Librería, el sello que publica el volumen en colaboración con Madrid Film Office, la oficina de promoción del audiovisual en la ciudad. "No es solo el vínculo con la ciudad presente sino que también sirve para ver la evolución de la ciudad, lo dinámica que es y lo rápido que cambia", ha apuntado García. En cierto modo, como ha recordado el autor, "también es función del cine recuperar lo desaparecido. Recuperamos una ciudad que ya no existe".

Lejos de quedarse en los rodajes en el centro de Madrid, los autores han hecho un esfuerzo intencionado por incluir largometrajes filmados en todos y cada uno de los 21 distritos de la ciudad. Una circunstancia que, como ha indicado Manuel, permite reforzar el vínculo entre la cultura, entre las películas, y la ciudadanía. Los vecinos disfrutan se enorgullecen, se interesan , cuando saben que una película se ha rodado en su barrio, "y eso es algo a lo que hay que dar valor". Se mencionan también casos de suplantación, en los que a Madrid se ha hecho pasar por otro lugar. O incluso entre barrios, como sucedió con La estanquera de Vallecas, de Eloy de la Iglesia, en la que el estanco del rodaje se encontraba en realidad en la Plaza de San Ildefonso, en Malasaña.

"Lo mejor y lo peor de la ciudad"

Además del repaso de películas, Madrid desde el cine se fija en algunos elementos llamativos en la filmografía sobre Madrid como la M-30 y la frontera que parece trazar entre dos ciudades; los cementerios; las corralas, las estaciones de ferrocarril o los descampados. También en esa realidad incómoda que es la existencia de una sociedad marcada por desigualdades, con problemas como la infravivienda. "Las imágenes que deja el cine son un testimonio de lo mejor y lo peor de la ciudad", ha puntualizado Manuel, "el recuerdo de que, a su modo, las cámaras del cine también nos vigilan".

En la presentación también ha participado el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, quien ha aceptado que, efectivamente, el cine proyecta una imagen "de todas nuestras virtudes y bondades, pero también de algunas de nuestras miserias" pero ha señalado que en el libro nos encontramos "con lo mejor que tenemos en Madrid, los madrileños". "No tenemos monumentos como el Coliseo o un paisaje urbano como el de Nueva York, pero los principales protagonistas de estas películas son los madrileños", ha añadido.

Cualquier madrileño, ha concluido, se sentirá identificado con muchas de las películas recogidas en las páginas de Madrid desde el cine. En su caso, ha confesado, con dos, Mi tío Jacinto y Tarde de toros, ambas producidas por su abuelo materno, José Luis de Navasqüés, responsable de los Estudios Chamartín. Guarda con celo, ha dicho, el oso de bronce del Festival de Berlín a la primera. La cinta fue candidata a mejor película en el certamen alemán en 1956.