COMUNIDAD DE MADRID
El PP de Madrid afila el papel de su portavoz para dosificar la exposición de Ayuso
Díaz Pache se ve obligado a disculparse en el hemiciclo por las palabras dirigidas durante el pleno a un diputado del PSOE tras un caso de abuso sexual archivado
Díaz-Pache, el hombre de Ayuso para mantener la unidad interna y ser azote de la oposición

Isabel Díaz Ayuso en el pleno de la Asamblea de Madrid, delante del portavoz del grupo popular, Carlos Díaz Pache.
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, acostumbra a medir muy bien sus palabras, las que suenan muy alto y hacen mucho ruido con toda intención, pero también las que hacen que apenas se le sienta. La dirigente madrileña y su equipo son plenamente conscientes de que los focos apuntan permanentemente hacia ella, ahí está el último "me gusta la fruta" en el Congreso de los diputados que todavía hoy resuena, pero "estar siempre en primera línea" puede ser "además de agotador", una mala estrategia. "Si estás siempre en el foco, te quemas", explican fuentes populares que reconocen que la presidenta sigue una estrategia que dibuja el perfil de los "dientes de sierra".
Este jueves en la Asamblea de Madrid tocaba estar en la parte baja de esa silueta. También el anterior, en pleno puente de la Constitución. En los dos últimos plenos la presidenta ha mantenido un tono menos combativo y cuando se pregunta por la causa a distintos miembros del grupo parlamentario, la respuesta se repite: "Igual es que la crispación la provocaba quien ya no está". Se refieren a Mónica García, ahora ministra de Sanidad y hasta hace tres semanas azote de Ayuso. Ambas protagonizaban cada semana un rifirrafe bronco, demostrando que su animadversión era mutua y que se sacaban de quicio una a la otra.
Regular la crispación
En cambio, cuando Ayuso baja, quien sube es su portavoz parlamentario, Carlos Díaz Pache. Tanto que este jueves su intervención de la mañana terminó con una disculpa por la tarde. Díaz Pache fue el protagonista de la sesión de control, pretendió serlo por sus ataques al portavoz socialista Juan Lobato ("con un par" le soltó en mitad del pleno por "atreverse" a hablar del transporte en plena polémica por las Cercanías) y su arremetida contra el ministro de Transportes, Óscar Puente, tras una semana en la que la confrontación con el último ha sido constante, pero terminó siéndolo por una frase que provocó la intervención del presidente de la cámara: "Quieren que hablemos del señor Guardiola (diputado socialista), que estaba ahí en su escaño mientras estaba acusado de una agresión sexual? Nosotros no dijimos nada, cosa que no hubieran hecho si hubiera estado en nuestra bancada el acusado".
Tras el el ruido que han provocado estas palabras en la bancada socialista, peticiones de palabras por alusiones, exigencias para que el portavoz popular retire sus palabras e incluso encontronazos en los pasillos entre el popular y el afectado, Javier Guardiola, Díaz Pache, finalmente, pide disculpas a su manera al final del día. Lamenta que alguien "se haya sentido ofendido" por sus palabras y pide a "todos" en la cámara "desterrar las cuestiones personales" para que el parlamento sea un lugar de "debate político". El PP busca, como dicen en conversaciones informales, no ser protagonista de la bronca en la Asamblea. Pero su portavoz va poco a poco elevando el tono en cada sesión de control que pasa, muchas veces tirando de ironía como arma dialéctica, y eso permite a Ayuso, que no cree tener a su rival en la Asamblea sino en Moncloa, rebajar el suyo y, al mismo tiempo dar protagonismo al parlamento autonómico cuando al PP le interesa.
Control de los tiempos
No lo hacen solo para apuntar como responsable de la crispación de semanas atrás a Mónica García, sino porque la estrategia del PP de Madrid pasa por elegir las batallas y subir el tono en debates y fechas clave. Desde que ganó con mayoría absoluta las elecciones de mayo, tras varios meses repitiendo cada día "que te vote Txapote", Ayuso ha dejado espacio "de forma intencionada" a Alberto Núñez Feijóo, señalan en el partido.
La dirigente madrileña tiene su propio discurso y no deja de decir lo que piensa en cada momento, advirtiendo, por ejemplo, que con el nuevo gobierno de Pedro Sánchez España está a las puertas de una dictadura, hablando directamente de su "tiranía" y su "autocracia" o acusándole abiertamente de "ponerse de rodillas" ante Carles Puigdemont. Pero en los últimos meses, la líder madrileña ha seguido una estrategia en la que sus declaraciones suben y bajan de tono.
"No es el momento", decían hace unas semanas en su entorno y lo vuelven a repetir ahora. Feijóo tiene que hacer su camino y la "sintonía total" entre ambos, recalcan fuentes populares, se traduce en que ella hace su guerra con Sánchez, cultural y sobre competencias autonómicas (como el agua, la financiación o la autonomía fiscal), pero sin que eso le lleve a estar las 24 horas del día en el foco mediático. Sobre todo, porque los populares entienden que la presidenta ha superado ya un umbral en el que estar en el foco mediático de forma permanente puede quemarle y no estar en él no le impide llenar los actos, como la clausura del Congreso Lo que de verdad importa que congregó a cerca de 6.000 jóvenes en Vistalegre.
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