FARO DE VIGO

Abandonar el ruido de la ciudad para crear música desde un hórreo de una aldea gallega

Una madre y una hija trasladan su hogar al corazón del rural lucense, Souto de Mogos, donde ahora buscan fondos para impulsar un proyecto musical cuyo objetivo radica en dinamizar la convivencia y captar nuevos vecinos.

A la izquierda, Patricia Saco con su hija. A la derecha, el hórreo -de más de 200 años- en plena reforma y ya ataviado con algunos instrumentos.

A la izquierda, Patricia Saco con su hija. A la derecha, el hórreo -de más de 200 años- en plena reforma y ya ataviado con algunos instrumentos. / / PATRICIA SACO

Edgar Melchor

Patricia Saco Atanes es una artista plástica ourensana y madre soltera por partida doble. Cansada de la vida de ciudad y los alquileres desbocados, en junio del pasado año decidió cumplir uno de sus sueños: abandonar su piso en Culleredo (A Coruña) para reconectar en medio de la naturaleza. Escogió Souto de Mogos, una pequeña aldea en Lugo, donde adquirió varias propiedades, entre ellas, un hórreo de más de 200 años para reacondicionarlo como estudio de música y que supone una de las iniciativas que conforman un proyecto comunitario más amplio. "Nuestra vena musical nos animó a venirnos para el rural y a decir ‘oye, aquí también tenemos vida social, no solo estamos en el medio del monte’", relata a FARO.

Sobrina del reconocido maestro pianista Suso Atanes, esta ourensana -criada en Santiago- y sus dos hijos, un niño de 11 años y una niña de 9, llevan la melodía en la sangre. Los tres miembros de la familia son neurodivergentes con altas capacidades -tocan varios instrumentos como el piano, la batería, la percusión, etc.-. "Yo sí me atreví a dar este paso porque veo la vida como una única oportunidad", cuenta orgullosa.

Tras varios años "de aquí para allá", Saco tomó la determinación de instalarse en pleno corazón del rural lucense, en un pueblo de A Pontenova, concello que apenas supera los 2.000 habitantes. Durante su juventud, llegó incluso a exponer sus pinturas en la cuna del arte, en Italia; y, en otra etapa, convivió con los oriundos de una granja al otro extremo de Europa, en Noruega. "Hemos tenido que venirnos para Souto de Mogos antes de lo que pensábamos porque han empezado a subir los alquileres y se ha hecho imposible", confiesa.

Iniciativa musical e integradora

"Nos reunimos con otros músicos de la zona para tocar, en ‘jam session’ -encuentro informal- generalmente, y nos gustaría grabar nuestras propias canciones", abunda. Por este motivo, Patricia pensó en "actualizar la función" de un hórreo con más de dos siglos y 15 metros cuadrados: "Me parece algo triste que todas estas construcciones se encuentren abandonadas a su suerte». "Antiguamente, se usaba para almacenar trigo porque es un espacio muy seco y compacto, por lo que es idóneo para una buena cabina de sonido para grabaciones de voz, guitarra, saxo, flauta travesera…", añade.

"Antiguamente, el hórreo se usaba para almacenar trigo porque es un espacio muy seco y compacto, por lo que es idóneo para una buena cabina de sonido"

La idea procura mantener intacto el exterior del hórreo, para conservar "su esencia", y acomodar el interior, al cual "no entra ni gota de agua": "Por ahora, hemos pintado la madera y colocado tablas en el suelo, pero queremos instalar placas solares y equiparlo con algunos instrumentos más», explica la ourensana.

Con todo, esta iniciativa sin ánimo de lucro requiere de una gran inversión monetaria -unos "3.000 euros" solo para comenzar-, motivo por el que Saco ha acudido a una plataforma de ‘crowdfunding’ -obtención de fondos en internet-. Por el momento, ha reunido únicamente 35 euros, aunque la ayuda está llegando de otro modo: "Nos ha contactado muchísima gente para proporcionarnos material y para orientarnos con todo".

Este proyecto va más allá de la simple partitura, pues busca servir de "vínculo integrador" no solo para los propios vecinos de la aldea, sino también, y esencialmente, para que "otra gente de fuera" se anime a acudir a este enclave del rural lucense. Entre ellos, el propio hijo de Patricia, que actualmente se encuentra en un centro de atención residencial y al que esta nueva puerta le puede acercar a su madre y su hermana. "Ahora está empezando a salir con nosotros; aunque es muy poco expresivo, es muy talentoso, compone… tiene un don para la música: la primera vez que cogió una guitarra, supo tocarla", comenta impresionada.

En este sentido, el siguiente paso de Patricia Saco es crear una asociación cultural, a la que llamará Pontes, pues el objetivo es, precisamente, "tender puentes" aprovechando que en el municipio de A Pontenova "está habiendo más movimiento: se está promoviendo el turismo rural, la tirolina, las minas…". En el horizonte, al amparo de esta dinámica, se sitúa la reforma de una antigua escuela para que todos puedan tener un espacio para realizar diferentes actividades.

Con respecto al ámbito laboral, esta gallega terminó escogiendo el diseño gráfico como salida profesional, pues vivir de la pintura era "complicado», a pesar de que le iba "muy bien". Ahora, agradece a su actual empresa, del sector tecnológico, el beneplácito para permitirle teletrabajar: "Están al tanto de todo, incluso el CTO -director de tecnología- me asesora en este proyecto", afirma feliz.

Una reforma con sus propias manos

"Me pasé ocho meses, literalmente, con un sacho en un camino. Cada vez que veníamos, sachaba un poquito para poder encontrar la toma de agua. Uno de los momentos más felices de mi vida fue el día que la encontré", destaca Patricia. Todo un logro hallado en la más pura simplicidad.

"Me pasé ocho meses, literalmente, con un sacho en un camino. Cada vez que veníamos, sachaba un poquito para poder encontrar la toma de agua. Uno de los momentos más felices de mi vida fue el día que la encontré", destaca Patricia. Todo un logro hallado en la más pura simplicidad."

La ourensana adquirió dos casas en Souto de Mogos, las cuales está "reformando casi sola", un verdadero acto de coraje, pues está "aprendiendo todo desde cero". En la principal, aprovechó las cuadras para montar una gran ducha respetando la piedra del lugar. La segunda residencia la desea destinar para que otras personas puedan alojarse "durante una temporada". Asimismo, compró dos fincas pequeñas en las que tiene gallinas, un huerto y un invernadero.

Fiel a su instinto nómada, el propósito de Saco pasa por "complementar" esta vida entre la naturaleza con viajes. "Me gustaría seguir viendo mundo, pero la economía por ahora no lo permite", lamenta.

Finalmente, en un alegato a favor del pueblo ourensano, remarca: "La gente de Ourense es superexótica, es realmente llamativa la cantidad de artistas y músicos que son reconocidos internacionalmente, pero aquí no".