El Periódico de España

Viaje a los 10 kilómetros de carretera más peligrosos de toda España

Por Roberto Bécares - Fotografías: Alba Vigaray

A Raúl, que está cogiendo con su utilitario la entrada desde la N-634 a su pueblo, Barcenaciones (Cantabria), se le llevan los demonios con los ciclistas. “Es que tienen un carril para ellos y se te meten en el tuyo; le he pitado a uno porque iba por mi carril y todavía me miraba mal”, protesta el jubilado, que afirma que en la carretera, sobre todo en la bajada de Quijas a Veguilla, ha habido “accidentes de narices”. “Asfaltaron hace poco un tramo y los camiones dicen que se resbalan”, apunta el jubilado en una salida que precisamente no parece la más segura del mundo.

Un  ciclista avanza por la C-634

Estamos exactamente en el punto kilométrico 240 de esta carretera nacional de la cornisa cantábrica que recorre desde San Sebastián a Santiago de Compostela a lo largo de 720 kilómetros y, que en este tramo, entre los puntos kilométricos 232,8 y 243,1, se convierte en la carretera con más probabilidades de tener un accidente de toda España.

Así lo apunta el último informe del Programa Europeo de Evaluación de Carreteras (EuroRAP) que ha sido elaborado en colaboración con el Real Automóvil Club de España (RACE) y que establece el índice de riesgo de las carreteras basándose en sus datos de siniestralidad. De acuerdo a esas cifras, entre 2019 y 2021 se produjeron aquí un total de siete accidentes graves con resultado de siete heridos graves, lo que le hace liderar el riesgo con un índice de 127 puntos, por delante de un tramo de la N-340 de Andalucía y otro de la N-230 en Cataluña.

Este tramo negro de las carreteras españoles recorre desde Casar de Periedo, muy cerca de Cabezón de la Sal, a Puente San Miguel, en paralelo al río Saja -aunque se cruzan varias veces-, que baja con mucha menos agua que antaño y que hoy está un poco turbia, lo que hace que no entre ni una trucha a los pescadores, que en este coto pescan con muerte. “Hoy se está dando mal, peor imposible”, asegura uno de los ellos, residente en Barcenaciones de siempre y que niega que la carretera sea tan peligrosa, aunque no quiere "que salga" su nombre en ningún lado.

“Fue la más peligrosa, pero desde que tenemos la autopista [la A-8, que discurre muy cerca de aquí y cuyos tramos en esta zona abrieron en los 90] ya no hay accidentes. Aquí el problema es en La Peñona, ahí abajo, que, como no da el sol en todo el año, con las heladas hay hielo y eso se convierte en una pista de patinaje. Yo he llegado a ver hasta once colisiones una mañana, pero antes de que estuviera la autopista. Ahora igual bajan 12 coches en toda la mañana”, exagera el paisano ya que el ritmo de vehículos que pasan, la inmensa mayoría a más de los 70 kilómetros por hora permitidos, es mucho mayor.

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“En Quijas, un coche atropelló a un ciclista hace no mucho”, relata Manuel, otro vecino de Caranceja que lamenta también el uso que hacen de la vía los que van en bicicleta, “que cada vez vienen más”. “Es que van tres ocupando todo el carril, a mi mujer casi la atropellan en un paso de cebra. Justo había guardia civiles y les pusieron una multa”, señala el hombre mientras se observan coches pasar por la carretera a todo meter.

La subida de Caranceja a Quijas, flanqueada por una frondosa vegetación, está repleta de curvas, y en el sentido de la pendiente tiene un pequeño tramo excepcional de dos carriles por sentido. “Este tramo que va hasta Quijas sí que es peligroso, tendría que ir todo el mundo a 50 y van a cien los fines de semana”, protesta Roberto.

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Casi todos los pueblos por los que cruza la N-634 pertenecen al municipio de Reocín, que engloba a 12 poblaciones, entre ellas Puente de San Miguel, que es la más grande. Fuera de ese término pero dentro de los diez kilómetros negros está Casar de Periedo, un pueblo grande (unos 1.400 habitantes) conocido por su feria de la alubia. “Esta carretera es que tiene muchísimo tráfico porque en la A-8 hay unos 60 kilómetros que no tienen ni un surtidor, y mucha gente sale para echar y no quedarte tirado en el culo del mundo”, cuenta la camarera de un pequeño bar llamado la Casería al pie de la carretera. “Por la rotonda de Quijas a Puente de San Miguel asfaltaron y los coches patinan”, desvela la mujer, que lleva una camiseta con la foto del jugador del Athletic de Bilbao Iñaki Williams y cuyo bar no acepta tarjeta pero “sí bizúm”.

En el pueblo tienen la sensación de que hay mucho que mejorar en cuanto a seguridad. “En otros pueblos hay muchos semáforos y aquí ninguno, y las señales de los pasos de peatones deberían ser luminosas para que la gente tuviera cuidado”, explica un paisano. “Deberían poner un radar fijo aquí. Nadie va a 50 kilómetros por hora”, aprecia José Ramón mientras apura un café. No parece faltarles la razón a ambos. Como en el resto de pueblos de la zona los coches superan de largo la velocidad límite y los peatones que cruzan por los pasos de cebra transmiten cierta sensación de vulnerabilidad. “Hace años atropellaron a una señora mayor que estaba cruzando por uno de los pasos. Murió”.

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En uno de los extremos del pueblo está la fábrica de alimentación La Ermita, especializada en productos lácteos gourmet. Un enorme cartelón anuncia que un vaso de leche con bizcocho cuesta solo un euro. “Es antiguo. En verdad ahora son 1,95, ya le dije que lo tenían que cambiar”, matiza la dependienta, que recuerda un accidente hace no mucho de una niña de 12 años que iba a coger el autobús del colegio a la que golpeó a baja velocidad un coche de madrugada, antes de llegar al pueblo, seguramente por la falta de visibilidad. Afortunadamente no resultó herida, solo fue la contusión.

Tras llegar al alto de Quijas en sentido Puente de San Miguel sí sorprende las pronunciadas cuestas en curva que uno se encuentra. En una de ellas, antes de la Ermita del Buen Suceso, hay un ramo de flores en recuerdo a un muerto en un accidente en la carretera. “Eso fue hace mucho”, comenta José, jubilado, que está paseando al perro y que niega que la vía sea peligrosa. “Si tú vieras como era esta carretera antes de la reforma del ingeniero Redia flipabas. Aquella reforma fue una revolución”, asegura el hombre, que subraya que hay carreteras en algunos sitios de España, “por Extremadura, por Alicante, con esquelas en cada metro” y defiende a capa y espada la seguridad de la N-634 en esta zona.

“Ni este tramo es peligroso ni hay sensación de que lo sea”, defiende en conversación con EL PERIÓDICO DE ESPAÑA Pablo Diestro, alcalde de Reocín -ayuntamiento que engloba a 12 municipios de la zona-, que tras conocer el informe de EuroRAP se puso en contacto con Demaración de Carreteras, dependiente del Ministerio de Fomento, que es del que depende la carretera. “Me dijeron que no tenía importancia, que se hace en función de no sé qué parámetros. Si es que aquí nunca pasa nada”, niega la mayor el alcalde, que asegura que es “una carretera normal y corriente, travesía mucha parte de ella, incluso con carriles bici desde hace dos años”.

Según explica el alcalde, la carretera no tiene “mucho tránsito”, es sobre todo el trasiego de los vecinos de los pueblos de la zona, aunque sí que admite que hay mucha circulación de ciclistas. Diestro niega que se resbalen los vehículos en algunas zonas, aunque dice que, del uso de la carretera, la gravilla salta a los extremos de la carretera, que es por donde van los ciclistas, si bien se hacen barridos de limpieza. “En Caranceja”, reconoce, “sí que se hizo un estrechamiento de los carriles para que al ser más estrecho los vehículos fueran menos rápido”.

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