'CASO CUARTELES'

El triángulo del corcho: empresas del mismo dueño simulaban competir por las obras de la Guardia Civil

Ninguna de las firmas con que el empresario Mon Tejera ganaba las contratas del instituto armado tiene instalaciones industriales, sino sedes en viviendas, chalés o casas de pueblo

El teniente general Jarava jura bandera por última vez antes de su retiro, en un acto en Valdemoro, en diciembre de 2017.

El teniente general Jarava jura bandera por última vez antes de su retiro, en un acto en Valdemoro, en diciembre de 2017.

El whatsapp del constructor canario Mon Tejera al general José Antonio Hurtado se quedó sin respuesta. En la mañana del 31 de enero de 2017 no le pareció al jefe de Zona de la Guardia Civil en Extremadura que aquel fuera un asunto prioritario. “Buenos días General, soy Ángel, me dijo el General Vázquez que lo llamara para ver unas fachadas de dos cuarteles Era si podemos quedar cuando usted pueda!” decía el mensaje en su redacción y puntuación textuales, recogidas en un informe de Asuntos Internos del instituto armado al que ha tenido acceso este diario.

No obstante, cuando llamaba sabía que iba a ser atendido tarde o temprano. Ángel Ramón Tejera usaba como reclamo su relación con el subdirector general jefe del Mando de Apoyo de la Guardia Civil, teniente general Pedro Vázquez Jarava, para intentar que los oficiales le hicieran hueco en sus agendas. Hoy Jarava y Tejera son los dos principales imputados de la causa que se instruye por delitos en las obras de los cuarteles, no solo porque el general recomendaba u ordenaba que se contratara con su amigo; también porque el lanzaroteño tenía garantizada la adjudicación: era el único concursante en contratas que requerían la comparación de precios. En aparentes pulsos entre presupuestos de empresas distintas, Mon Tejera tenía todas las papeletas: competía contra sí mismo. Y, claro, ganaba.

Como ordena el procedimiento de concesión de obras de la Guardia Civil –hijo de la Ley de Contratos del Estado-, en las obras hoy bajo la lupa de la Justicia, los jefes de unidades provinciales del Cuerpo manejaban tres presupuestos distintos. Generalmente, competían presupuestos de tres de las sociedades Angrasurcor, Solocorcho, Impermecork y Canarycork, encerrando a cada contrata en un triángulo de corcho. No sabían los jefes de la Guardia Civil –o en algún caso quizá sí, pues ese extremo está bajo investigación- que los presupuestos 'distintos' eran a la postre del mismo hombre.

Enchufada por el general

El truco se repite en el territorio de 13 comandancias y dos unidades centrales de contratación. El caso del cuartel de Fuente de Cantos (Badajoz) es uno de los más significativos.

La actuación “Obras de reforma para la impermeabilización de la fachada del acuartelamiento de Fuente de Cantos” supuso una factura de 58.768 euros y 47 céntimos emitida por la firma Angrasurcor SL el 2 de octubre de 2016, entre la riada de facturas que ese año dispararon los ingresos obtenidos por Mon Tejera de la ubre de la Guardia Civil.

Cuando Tejera llamó al general jefe de Extremadura, el principal perceptor de las facturas, hoy bajo sospecha en el fraude de los cuarteles, quería hablarle de obras…. previamente designadas. Tejera tenía que ser el contratista, “tal y como le participaron desde la propia Subdirección de Apoyo”, declaró Hurtado a los agentes de Asuntos Internos.

En julio de 2016, la corriente del enchufe de Jarava recorre la cadena jerárquica. El general Hurtado llama al jefe de la Comandancia de Badajoz, le cuenta que le ha llamado el subdirector general “apuntando que una empresa, Angrasurcor SL, dedicada a la impermeabilización de fachadas, ofertaba un producto consistente en la aplicación de corcho proyectado que ofrecía buenos resultados y que se estaba utilizando en otros cuarteles”, dice el informe de Asuntos Internos elevado a la juez instructora.

En la misma llamada, Jarava señaló otras dos firmas: al autónomo Rafael Gadanha Marqués, de Sevilla, y la empresa onubense Impermecork, que “ofrecían la misma forma de impermeabilización de fachadas”. Al tiempo, fue liberando crédito para la comandancia con el que pagar los trabajos.

Pintando a mano

El expediente de la obra del cuartel de Fuente de Cantos incorpora tres presupuestos a elegir, los que presentaron Angrasurcor por 58.768,47 euros, Impermecork por 59.804,44 y Rafael Gadanha por 60.112,80. La obra, claro, se concedió a la plica más barata.

No llegaba a 2.000 euros la diferencia entre todas. Con una mirada al Registro Mercantil, Asuntos Internos ha comprobado lo que no se comprobó entonces: Ángel Ramón Tejera es socio y administrador de Angrasurcor y de Impermercork. Rafael Gadanha es apoderado de Angrasurcor… y fundador con Tejera de otra sociedad, Solocorcho, “también adjudicataria de distintos contratos de obra en multitud de acuartelamientos de la Guardia Civil”, concluyen los investigadores.

La designación de Jarava recorre la jerarquía. En Fuente de Cantos ve la obra un cabo mayor. En la casa cuartel ya estaban mosqueados al operar una empresa canaria en un recóndito pueblo de menos de 5.000 habitantes al pie de Sierra Morena; también porque “la cantidad presupuestada, y aun no siendo expertos en la materia, les pareció muy elevada”.

Un pariente de uno de los guardias del cuartel, de oficio pintor, les dijo que él mismo habría hecho los trabajos por mucho menos. Y puede que mejor: cuando Asuntos Internos interrogó al cabo mayor, este desgranó chapuzas. El capítulo de la factura “Proyectado de corcho de color blanco D31 sobre el exterior del acuartelamiento a dos manos con máquina Drado RT1500” se resume así: “No recuerda haber visto ninguna máquina de proyección, solo recuerda a los operarios trabajar con la grúa, pintando la fachada con rodillos de manera manual”.

Sedes fantasma

Una inspección previa de las empresas habría llevado a la Guardia Civil a desconfiar. Angrasurcor tiene una web donde cuenta los beneficios del corcho proyectado. Pero la sede social que declara es un chalecito adosado de la tranquila calle Chimidas de Playa Honda (Lanzarote), igual que decenas de viviendas blancas que se alinean en la acera. Nada que ver con una nave industrial o un almacén.

Canarycork, otra competidora en las pugnas simuladas por los contratos, tiene su sede en un barrio de casitas de campo de la aldea lanzaroteña de Tahíche, entre pequeñas parcelas de tierra oscura y muros de piedra seca.

Y algo parecido ocurre con otra competidora fantasma, la firma Impermecork, cuyo domicilio declarado al Registro Mercantil, el 8 de la calle Rosalía de Castro en Almonte (Huelva), es una casa de paredes blancas, con un ático en el que ondea al viento la ropa tendida. La única actividad comercial visible en la acera es la de un pequeño ultramarinos, Alimentación Beni, que ocupa el hueco de un viejo garaje.

La cuarta en la falsa competencia, Solocorcho SL, no tiene tampoco una sede industrial, sino el primero izquierda de un edificio bajo de pisos en la calle Sófora de Madrid. Queda muy cerca, por cierto, de los juzgados de Plaza de Castilla, donde se instruye esta causa.