ZAMORA

La España vacía de noviazgos y bodas: "Esto no lo arregla ni san Valentín"

La despoblación "acaba" con los noviazgos y las bodas tradicionales en zonas rurales de Zamora

Las bodas de oro y de diamante mantienen algunas celebraciones religiosas en las iglesias y dan vida a los restaurantes

Vecinos de un pueblo de la comarca de Aliste recrean el cuadro “El baile de la boda”.

Vecinos de un pueblo de la comarca de Aliste recrean el cuadro “El baile de la boda”. / CH. S.

Chany Sebastián

Aliste, Tábara y Alba, la comarca natural más extensa de la provincia de Zamora, con 31 municipios y 102 pueblos, vive unos de los momentos más preocupantes de toda su historia: la despoblación rural galopante sitúa las uniones matrimoniales bajo mínimos, los niños y adolescentes comienza a brillar por su ausencia y las ancestrales y tradicionales bodas alistanas son ya un sacramento y una costumbre consuetudinaria en muy grave peligro de extinción.

La "Generación de Oro" de los pueblos alistanos, tabareses y albarinos, hoy octogenarios y nonagenarios, que fueron niños y adolescentes de la Guerra Civil y de la posguerra, "duros como una piedra y más buenos que el pan", han sido un ejemplo de honradez, constancia, trabajo y sacrificio, dando sus vidas por sus familias y por su pueblos. Muchos de ellos celebraron a lo largo de 2022 sus Bodas de Oro (medio siglo) y Bodas de Diamante (sesenta años) devolviendo las celebraciones religiosas a las iglesias y las grandes convidadas a los restaurantes. La nuevas bodas rurales se contaron con los dedos de las manos y sobraban dedos.

Muestra de ello son las Unidades de Acción Pastoral de San Juan del Rebollar y Rabanales, con 15 parroquias, donde Teo Nieto Vicente solamente ofició dos bodas, Con vistas a este año la situación mejorará y hay previstas cinco.

Marcelino Gutiérrez Pascual, conocido cariñosamente como "el cura de Mahíde", con 10 pueblos a su cargo, ofició dos bodas en Pobladura y Gallegos del Campo; para este solamente está prevista una en Gallegos del Campo.

Tampoco en Tierra de Alba está la cosa para tirar cohetes. El párroco Ángel Carretero Martín solo ofició una boda que tuvo lugar en la ermita de Nuestra Señora la Virgen del Puerto de Losacio. Con vistas a 2023 sólo hay programada una en la parroquia de San Pelayo de Muga de Alba.

Una boda y 61 funerales

Los registros municipales delatan la grave situación y Vegalatrave es uno de los más claros ejemplosDesde 1996 (26 años), sólo aparece registrado un enlace matrimonial en 2015. En ese mismo período han fallecido 61 personas y sólo han nacido 7 niños. El pueblo, que en 1910 llegó a 380 vecinos, hoy se sitúa con 81 empadronados (43 varones y 38 mujeres).

La villa de Tábara lidera los matrimonios en el siglo XXI con 61 enlaces e incluso en plena pandemia (2020) se registraron dos bodas. El año más prolífico fue 2002, en que siete parejas pasaron por la vicaría. Nacieron 103 niños y hubo 354 fallecidos. De los 1.699 vecinos de 1950 se pasó ahora a los 743 residentes.

Carbajales, con 487 vecinos, frente a los 1.426 de la posguerra, sólo ha registrado en 22 años 12 matrimonios. Por contra fallecieron 345 vecinos (sólo en 2011 hubo 29 funerales) y nacieron 36 (en 2002 se celebraron siete bautizos).

En Alcañices este siglo hubo 42 bodas: tres en 2021 y dos en 2022, pero las bodas no tuvieron lugar en la villa. Con 152 vecinos nacidos en el extranjero es el pueblo zamorano con más casamientos con gentes de otra nacionalidad, muy en particular en Portugal: Espadañedo (Macedo do Cabaleiros), Vale de Lagoa (Mirandela), Valçerto-Sao Martinho do Peso (Mogadouro) y Argozelo (Vimioso), pertenecientes al Distrito de Braganza; y Melgaço (Valença do Minho) en el Distrito de Viana do Castelo.

Alcañices es el pueblo más grande de Aliste, con lo cual no son de extrañar las uniones matrimoniales con diferentes pueblos desde Trabazos a Bercianos pasando por Arcillera, Moveros, Fonfría, San Vitero, Matellanes, Nuez, Ceadea, Domez, Alcorcillo, Santa Ana, Mellanes y Tola.

Mayordomías

Las bodas alistanas eran antaño el punto de partida, con la creación de una familia, y unos rituales que acompañaban a los contrayentes durante toda su vida, adquiriendo unos derechos y también unos deberes.

El novio, que acudía "de prestado" a la pedida de mano a la casa de los futuros suegros, acompañado de padre y padrino, estrenaba en la boda su propia capa parda de honras y respeto que a partir de ahí se convertía en su fiel compañera de viaje como prenda de luto en las procesiones de Semana Santa y los entierros de los vecinos.

Por orden de casamiento (fecha de la boda), a la roda, las familias accedían obligatoriamente a desempeñar el cargo de mayordomo de la iglesia desde el 29 de junio (san Pedro) durante un año completo. Ello conllevaba las tareas de limpieza y decoro del templo portando él la cruz parroquial de plata en las grandes ocasiones.

Al dejar el cargo de mayordomo el marido pasaba automáticamente a ser el Juez de la Cofradía de la Santa Vera Cruz encargada de todo lo relativo con los viáticos y los funerales de los cofrades y vecinos.

Bautizos y comuniones

Si las bodas están en bancarrota, en lo que se refiere a las celebraciones religiosas y los banquetes, las previsiones y reservas en las parroquias y en los restaurantes abren una puerta a la esperanza veraniega, pues son muchos de los nietos de la "Generación de Oro", descendientes ya de emigrantes, que están optando porque sus hijos e hijas sean bautizados y hagan la Primera Comunión en los pueblos de sus ancestros, normalmente en los meses de julio y agosto.

Atrás, perdidas de la memoria, quedaron las tradicionales bodas alistanas de dos días, además de la víspera, donde las familias del novio y la novia se congregaban para preparar "La Función": matar y preparar las "machorras": corderos, ovejas, cabritos, pollos y gallinas; y si eran ricos hasta terneros.

Del refranero alistano sobresalía el picaresco dicho "ya te pusieron el yugo, / ya te echaron la cornal; / aunque te pique la mosca, / no te podrás escapar".

Las danzas al son de la gaita y el tamboril eran parte imprescindible de los casamientos alistanos y como muestra de ello está la magnífica obra "El Baile de la Boda" del ilustre pintor madrileño Ricardo Segundo (1903-1983) que se enamoró de Sejas de Aliste: allí la pintaba, puede admirarse en el Palacio de la Encarnación (Diputación Provincial de Zamora).

Aliste, Tábara y Alba vivieron un día de los enamorados marcados por la nostalgia de quienes hubieron de Amar en tiempos revueltos y aún así para toda la vida, y la incertidumbre de unos pueblos sin noviazgos ni matrimonios jóvenes: “Lo nuestro eso si era y es amor, pero todo ha cambiado: Esto no lo arregla ya ni San Valentín”.